El negocio de la enfermedad: el alza en las consultas médicas evidencia el fracaso del sistema público

Foto: Francisco Balderas / Cuartoscuro
Sube 6% precio de consultas privadas. No se veía algo así desde hace 21 años
STAFF / LIBRE EN EL SUR
En México, enfermarse ya no solo cuesta salud. También vacía los bolsillos. Las cifras no mienten, pero duelen: el precio de las consultas médicas privadas subió 6.1 por ciento en abril, la mayor alza registrada en más de dos décadas, según lo documentó El Universal en su edición del 11 de mayo de 2025. En su reportaje firmado por Everardo Martínez, se precisa que no se veía un incremento así desde enero de 2004.
La explicación de este fenómeno es tan simple como devastadora: el sistema público de salud es hoy incapaz de atender la demanda. El abandono institucional ha generado una dependencia creciente hacia consultorios privados, desde los de las cadenas de farmacias hasta los que operan en domicilios improvisados. El mercado hace lo suyo: si hay más demanda y poca oferta pública, el precio se dispara.
De acuerdo con El Universal, el aumento en los precios abarca todos los tipos de consulta: desde el médico general hasta el especialista, pasando por servicios durante el embarazo, y —como anota con ironía el Inegi— hasta los ofrecidos por curanderos y hueseros.
Luis Fernando Hernández Lezama, presidente del Comité Técnico de la asociación civil Soy Paciente, diagnosticó con precisión en la entrevista concedida al mismo diario: el deterioro del sistema de salud tiene causas estructurales, entre ellas la desaparición del Seguro Popular, la desorganización en las compras consolidadas, el desabasto de medicamentos y los estragos prolongados de la pandemia. Todo eso ha modificado las rutas del enfermo mexicano, orillándolo al gasto privado.
“Hasta 64% de la gente prefiere acudir con médicos privados”, cita El Universal a partir de los datos del Inegi. Y esa preferencia no es voluntaria, sino forzada por la precariedad del sistema público: largas filas, falta de especialistas, ausencia de medicinas, quirófanos cerrados.
Peor aún, los costos asociados a enfermedades graves o crónico-degenerativas ya no pueden ser absorbidos por las instituciones públicas. “Los hospitales públicos carecen de medicamentos, personal y quirófanos equipados suficientes”, advirtió Hernández Lezama. Mientras tanto, los privados han modernizado sus instalaciones, pero trasladan al paciente el precio de esa modernización.
El Universal detalla que la consulta durante el embarazo, por ejemplo, se incrementó en 6.7%; el ingreso hospitalario subió 6%; y las medicinas para enfermedades como la diabetes aumentaron hasta 7.5%. La inflación médica en 2024 fue de 13.3% y se espera que llegue a 14.9% este año, según la consultora WTW, también citada en la nota.
La salud, convertida en negocio, se rige bajo las mismas leyes del mercado: la inversión debe recuperarse, aunque sea a costa del dolor ajeno. Lo confirma el propio Hernández Lezama: “Los médicos adquieren el equipo para trabajar, pero los costos de las consultas suben porque al final se transfiere el costo de la inversión a los clientes”.
En esa lógica perversa, el turismo médico crece y la rentabilidad de los servicios privados alcanza márgenes de entre 200% y 300%. Mientras tanto, los recursos públicos —como también apunta El Universal— se dispersan en programas sociales que no fortalecen estructuralmente el sistema de salud. El paciente se convierte en cliente. La receta ya la conocemos: pagar por sobrevivir.