Ciudad de México, octubre 9, 2024 20:32
Cultura México País

Mexicanos visitaban el Tepeyac desde antes de la aparición de la Virgen de Guadalupe

MARIÁNGEL CALDERÓN CONTRERAS

Las visitas al Cerro del Tepeyac se hacían desde antes de la aparición de la Virgen de Guadalupe hace 487 años, pues los antiguos mexicanos acudían desde diferentes partes del país a venerar a Tonantzin Coatlicue nueve días antes de la llegada del Solsticio de Invierno, como sucede ahora cada 12 de diciembre, cuando los fieles católicos le cantan Las Mañanitas a la “morenita”.

En entrevista con Notimex, el abuelo jóven de la tradición totonaca-chichimeca, Isaías Cuauhcuícatl, que significa águila que canta, explicó que son muchas las similitudes entre la Virgen de Guadalupe y Tonantzin Coatlicue o Señora de las Faldas de Jade.

El Tepeyac. Fervor ancestral. Foto: Notimex.

 

Refirió que en la lengua náhuatl se utilizan diversas metáforas y las faldas de jade son una referencia a las cordilleras y a las montañas, con lo que Tonantzin es la madre tierra y las peregrinaciones que hacían los ancestros prehispánicos eran para agradecer las cosechas del año y pedir bendiciones para las siguientes.

Explicó que de acuerdo con la mitología prehispánica, Tonantzin Coatlicue es la madre de Huitzilopochtli, deidad que representa la fuerza de voluntad y la guerra, y al igual que la Virgen de Guadalupe, quedó embarazada por vía divina.

Así, Coyolxauhqui, la hija de la Tonantzin, junto 400 surianos, que eran sus hermanos, intentaron quitarle la vida a su madre al acusarla de deshonrar a su familia, pero justo antes de hacerlo nació Huitzilopochtli como un sol resplandeciente, decapitó a Coyolxauhqui e hizo escapar al resto de los allegados, abundó.

De esta manera, relató el especialista, Coyolxauihqui se vuelve la Luna y los 400 surianos las estrellas, mientras que Huitzilopochtli toma el lugar del Sol, una leyenda-relato cósmico con la que los ancestros prehispánicos se explicaban el nacimiento de estos cuerpos del Universo.

“Hay que discernir que la leyenda y la ciencia Anahuaka estaban íntimamente ligadas y lo que encontramos en esta leyenda es una forma de relatar que la noche anterior al solsticio de invierno es la más larga del año”, expuso.

Por lo tanto, dijo, Tonanztin Coatlicue (la Tierra) es perseguida por la noche o Coyolxauqui (Luna) y los 400 surianos (Estrellas) y al ser la noche más larga del año deriva en el nacimiento de Huitzilopochtli (Sol), que en el Solsticio de Invierno viene a vencer la noche y que poco a poco duraran igual que los días.

El Cerro del Tepeyac, ubicado al norte de lo que antes fuera la Gran Tenochtitlán, todavía es un observatorio astronómico natural, pues desde su cima cualquier persona puede ver las estrellas y apreciar los cambios de estación, pero en particular, regala a la gente el momento en que el Sol aparece detrás de los volcanes en el Solsticio de Invierno.

Antes de la aparición de la Virgen de Guadalupe, las personas rendían culto a la madre tierra o Tonantzin todos los días del año, pero había fechas particulares para llevarle ofrendas, como se hacía nueve días antes de la llegada del Solsticio de Invierno, fecha que coincide con las actuales celebraciones a la Morenita del Tepeyac.

En abuelo joven, llamado así por sus guardar los conocimientos de la tradición totonaca-chichimeca, explicó que la Virgen de Guadalupe y Coatlicue es un sincretismo que genera polémica y algunos grupos tradicionalistas lo consideran una estafa y una imposición de la iglesia católica.

Sin embargo, consideró que Juan Diego, a quien se le apareció la Virgen Morena, en realidad era un hombre de conocimiento que ayudó a preservar un legado ancestral por medio de una imagen católica.

Lamentó que por muchos años, los ancestros prehispánicos fueron perseguidos y asesinados por la Iglesia si celebraban tradiciones prehispánicas; “hoy seguimos peregrinando al Tepeyac y aunque pocos sean los que piensen en que es un observatorio astronómico, sigue viva esa costumbre milenaria”.

En cuanto a la historia de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, cuyo nombre en náhuatl quiere decir águila de venerable palabra, expuso que existen referencias más específicas en un texto que data del siglo XVI llamado Nican Mopohua, donde se relata el encuentro de Juan Diego con la Virgen de Guadalupe.

En cuanto a las similitudes de la Virgen de Guadalupe con Tonantzin, indicó que mediante una observación de la imagen católica, el manto color jade tiene estrellas, que sería representación de los 400 surianos.

Asimismo, anotó, a los pies de la Virgen de Guadalupe está la Luna, o sea la Coyolxauqui, mientras que el resplandor que la rodea podría ser la luz radiante de Huitzilopochtli, aunado a que en ambas historias, las dos deidades fueron perseguidas por llevar la vida de alguien especial en su vientre.

Ello se suma a que la celebración del nacimiento de Jesús, de la religión católica, que coincide por solo unos cuantos días con el Solsticio de Iinvierno, cuando también, de acuerdo con la tradición mexica, nació Huitzilopochtli, “por esta razón se dio un sincretismo tan fluido que se ha mantenido vivo después de 500 años”.

De esta forma, en la actualidad las personas van a visitar a la Virgen Morena, sin embargo, aun cuando pocos lo sepan, los fieles peregrinan en los mismos días en los que los ancestros prehispánicos veneraban a la Tonantzin Coatlicue, por lo que en cierta forma se mantienen vivas las raíces ancestrales mexicanas en los recorridos al Cerro del Tepeyac cada 12 de diciembre.

Compartir

comentarios

Artículos relacionadas