La desigualdad empieza en la primaria: México, último en gasto por estudiante de la OCDE

Escuelas pobres. Foto: Fernando Carranza / Cuartoscuro
En América Latina, Chile aparece con 6,347 dólares, más del doble de nuestro nivel
México está en la liga más baja no por casualidad, sino porque el Estado ha decidido colocar a la educación en el último renglón de sus prioridades.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
La fotografía que traza la OCDE sobre el gasto educativo en primaria no admite maquillajes: México aparece en el último lugar de los países miembros, con apenas 2,933 dólares por alumno en 2021, mientras el promedio se ubica en 11,902 dólares.
Es decir, invertimos tres veces menos que el estándar internacional. Y lo que es peor: la brecha no solo es con potencias del norte global, sino con países de condiciones mucho más cercanas a la nuestra.
Luxemburgo encabeza la lista con 25,584 dólares por estudiante: casi nueve veces más que México. Noruega destina 18,037 dólares, Islandia 16,786 y Dinamarca 15,598. El dato de Estados Unidos es todavía más contundente: 15,270 dólares frente a nuestros 2,933.
Pero la distancia no se limita a ellos. Italia, con 13,799, invierte casi cinco veces más; Alemania, con 12,829, cuadruplica lo que aquí se gasta; Polonia, un país de la Europa del Este con condiciones históricas complejas, invierte 12,661, es decir, más de cuatro veces.

Incluso países con PIB per cápita menor al de México destinan mucho más a su niñez. Estonia, por ejemplo, gasta 10,642 dólares por alumno, y Eslovaquia 10,223. En América Latina, Chile aparece con 6,347 dólares, más del doble de nuestro nivel; y en el caso de Turquía, que invierte 4,038, aún así supera a México en más de mil dólares por estudiante.
Aunque los datos con los que cuenta la OCDE son del 2021, el cuadro oficial que aquí se publica es del 2024, que es la fuente más reciente del organismo.
La comparación con países de perfil similar revela hasta qué punto nuestra política educativa es anómala: mientras Rumania, con 3,346 dólares, o Bulgaria, con 5,976, se ubican también en la parte baja, México es el único socio de la OCDE que no alcanza los 3,000 dólares por estudiante de primaria. Ni siquiera alcanza la mitad de lo que destina Croacia (8,199), Lituania (8,716) o Hungría (8,154), países que cargan con crisis de transición poscomunista pero que, aún así, priorizan la inversión escolar muy por encima de nosotros.
Detrás de esta cifra hay una consecuencia directa: escuelas multigrado en comunidades rurales, techos de lámina, ausencia de internet, laboratorios o bibliotecas, junto con salarios de maestros que no alcanzan para cubrir sus necesidades.
El discurso oficial presume cobertura casi universal en primaria, pero la cobertura sin calidad es un espejismo: en la práctica, se traduce en aulas saturadas y niños que llegan a secundaria sin saber leer con fluidez o resolver operaciones básicas.
El contraste con países como Finlandia resulta brutal. Aunque se habla mucho de su modelo educativo como ejemplo a seguir, lo primero que salta a la vista es que invierte 12,067 dólares por estudiante, cuatro veces más que México. Corea del Sur, referente en innovación tecnológica, destina 14,873 dólares, cinco veces más que nosotros. Incluso España, que sufre recortes constantes desde la crisis de 2008, coloca 10,181 dólares en la educación primaria, es decir, más de tres veces nuestro nivel.
La conclusión es incómoda: México está en la liga más baja no por casualidad, sino porque el Estado ha decidido colocar a la educación en el último renglón de sus prioridades.
Mientras se privilegian megaproyectos de infraestructura o subsidios de corto plazo, la inversión que debería cimentar el futuro del país se mantiene rezagada. La OCDE lo muestra sin matices: somos el país que menos gasta en sus niños en la etapa más decisiva de su formación, y ese déficit se paga en desigualdad, en movilidad social bloqueada y en un futuro hipotecado.