El nieto inexistente: la falsificación del ‘Alejandro Maduro’ y la genealogía del presidente venezolano

El falso nieto de Maduro. Foto: Captura de pantalla.
La historia viral fue creada con inteligencia artificial
Maduro solo tiene un hijo y dos nietas reconocidas públicamente.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Durante la primera semana de octubre de 2025, un video con apariencia de reality show irrumpió en las redes sociales de América Latina. En él, un joven que se presentaba como Alejandro Maduro —supuesto nieto del presidente venezolano— subía a un escenario luminoso, frente a un jurado, y pedía entre sollozos que su abuelo se entregara “por el bien del pueblo”. La escena tenía todos los elementos de un éxito viral: estética de concurso televisivo, un apellido cargado de polémica y un tono dramático que rozaba la redención. En pocas horas acumuló millones de vistas y fue compartido por portales opositores al chavismo que lo presentaron como una revelación familiar.
Sin embargo, el joven del video nunca existió. El portal venezolano Efecto Cocuyo, a través de su unidad Cocuyo Chequea, analizó el material cuadro por cuadro y determinó que se trataba de un video generado con inteligencia artificial, creado por un canal de YouTube llamado Las audiciones ocultas. Dicho canal, según consta en su descripción pública, produce “contenidos de ficción creados con IA para fines de entretenimiento”. Aun así, la pieza fue compartida fuera de contexto y terminó convertida en desinformación política.
Los verificadores de Efecto Cocuyo identificaron los signos clásicos de manipulación digital: el parpadeo irregular del personaje, los movimientos de labios desfasados respecto a la voz, la textura de piel demasiado uniforme y los cambios imperceptibles en el fondo de cada toma. La voz, además, presentaba una frecuencia tonal constante y una ausencia total de reverberaciones o pausas respiratorias, características propias de un modelo sintético. No había, en suma, ningún humano detrás del supuesto nieto arrepentido, sino un guion calculado para emocionar.
La genealogía real de Nicolás Maduro
Lo más sencillo bastaba para desmontar la historia: Nicolás Maduro no tiene ningún nieto varón. Nació el 23 de noviembre de 1962 en Caracas, hijo del sindicalista Nicolás Maduro García, fallecido en 1989, y de Teresa de Jesús Moros, originaria de Cúcuta, Colombia. Creció junto a tres hermanas —María Teresa, Josefina y Anita— y ha relatado en distintas entrevistas que su apellido tiene raíces sefardíes, vinculadas a familias expulsadas de España y asentadas en Curazao.
En 1988 se casó con Adriana Guerra Angulo, con quien tuvo a su único hijo biológico, Nicolás Ernesto Maduro Guerra, conocido como “Nicolasito”. Nacido en 1990, el hijo del presidente ha ocupado cargos políticos y ha sido diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela.
Maduro contrajo matrimonio por segunda vez en 2013 con Cilia Adela Flores, procuradora y figura clave del chavismo, pero no tienen hijos en común. Flores tiene tres hijos de relaciones previas —Walter, Yosser y Yoswal—, quienes no son descendencia biológica del mandatario.
Por su parte, Nicolás Maduro Guerra está casado con Grysell Torres y tiene dos hijas: una nacida en 2007 y otra en 2012, llamada Victoria. Son las únicas nietas reconocidas públicamente del presidente venezolano. Ningún registro civil, biografía oficial o medio de comunicación confiable menciona a un nieto varón llamado Alejandro, ni existe evidencia alguna de su existencia.
Fuentes como BBC Mundo, El País, Infobae, Milenio, Efecto Cocuyo y Cotejo.info coinciden en esta información: Maduro solo tiene un hijo y dos nietas. Todo lo demás forma parte de la mitología política que se alimenta en las redes.
La perfección del engaño
El caso del falso nieto fue una muestra del nuevo poder de la inteligencia artificial para generar desinformación emocionalmente verosímil. La historia del joven arrepentido encajaba perfectamente con un formato televisivo y una narrativa de redención moral, lo que aumentó su viralidad. Un escenario inventado, un apellido real y un guion bien calibrado bastaron para provocar la ilusión de una grieta familiar en el círculo más cerrado del poder venezolano.
No se trató de una foto alterada ni de un montaje burdo, sino de una producción integral que imitaba los códigos visuales de la televisión. La voz, los gestos, los silencios y la iluminación fueron diseñados para persuadir, no para informar.
El episodio también ilustra la fragilidad de las audiencias frente a la inteligencia artificial aplicada a la política. El contenido explotó la curiosidad pública y la desconfianza hacia la familia presidencial venezolana. Pero el supuesto nieto rebelde era solo una construcción digital, un personaje fabricado con algoritmos y un discurso elaborado para parecer espontáneo.
La realidad, sin embargo, sigue siendo menos espectacular: Nicolás Maduro tiene un único hijo, dos nietas y una familia cohesionada alrededor del poder. El resto —el nieto ficticio que pide justicia en un escenario que no existe— pertenece al archivo creciente de la ficción política fabricada por inteligencia artificial.