Libre en el Sur

POR LA LIBRE/ Hay de gritos a gritos

Este año se reanuda la tradición interrumpida dos años por la pandemia. Esta vez, el Presidente volverá a gritar desde el balcón central, pero frente a una multitud verdadera, presente, que coreará seguramente sus frases…  ¿A quién mencionará en sus gritos?

POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

De niño nunca supe del ritual del Grito, el 15 de septiembre. Entonces no existía la televisión, de modo de que la única forma de participar en esa fiesta cívica era asistir personalmente al Zócalo, lo que en aquella época estaba vedado para ciertas clases sociales.

En cambio, tengo vivos y bellos recuerdos del desfile militar. En particular recuerdo el día en que me pusieron un traje nuevo, de pantalón corto, para ir a ver el paso de la parada militar desde el balcón de un edificio en la avenida Juárez, según recuerdo correspondía a un despacho de mi tío Enrico, o de un amigo de mi tío Enrico. Les platico que mi tío Enrico Pinchetti era el hermano menor de mi madre, Emily, abogado de profesión. Debe haber sido a finales de los años cuarentas.

El desfile me encantó. Lo tengo como un sueño, en especial a los cadetes del Colegio Militar con sus águilas y los charros que cerraban al contingente.  No estoy seguro si mis padres me llevaron nuevamente al año siguiente. Lo que sí tengo claro es que desde entonces ese trajecito se llamó “el traje del desfile”. Seguramente lo usé para ir a alguna fiesta infantil, o para acudir a la cena de Navidad, que era un acontecimiento familiar. Años después volví un par de veces al desfile, que presencie ambas veces sobre Paseo de la Reforma. Una de ellas fue para llevar a Lua, mi nieta, que apenas descubría la vida en ese entonces.

Sobre el Grito en sí, debo decir que la fórmula tradicional de los “vivas” a los héroes que nos dieron patria y a México, no me van. Si acaso el “¡viva! multitudinario con que responde el gentío a la arenga presidencial…” 

De regreso al tema del Grito, les cuento que ya adolescente y joven acudí un par de veces a la Plaza de la Constitución. Que recuerde, me tocaron los presidentes Adolfo  Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) y Adolfo López Mateos (1958-1964). Volví una sola vez, hacia 1967, con Gustavo Díaz Ordaz (1964-1968) en el balcón. Debo confesar que sí, me emocionó en especial el momento culminante del evento, cuando el Presidente hace tañer la campana de Dolores, colocada desde tiempos de don Porfirio en la parte alta del balcón central de Palacio Nacional. Se eriza la piel. Eso, y los juegos pirotécnicos. O mejor dicho, los juegos pirotécnicos y eso. Porque tengo una predilección marcada por esos artefactos que estallan en mil luces de colores sobre el firmamento, incluido por supuesto el olor a pólvora. Me encantan.

Sobre el Grito en sí, debo decir que la fórmula tradicional de los “vivas” a los héroes que nos dieron patria y a México, no me van. Si acaso el “¡viva! multitudinario con que responde el gentío a la arenga presidencial.  Me gustó un día que asistí al Grito en el mero Dolores Hidalgo, Guanajuato, cuando Vicente Fox Quesada era gobernador de ese estado. Obviamente tuvo su sentido el estar ahí, frente a la centenaria parroquia.

Por cierto, me he puesto a indagar un poco sobre el origen de la arenga que se grita en esas ocasiones. Mucho se ha dicho que don Miguel Hidalgo no hizo un llamamiento a la Independencia ni arengó a los pobladores a levantarse contra la Corona Española, entonces sometida por Napoleón y el ejército francés.

Encontré este miércoles en Libre en el Sur la supuesta arenga textual que pronunció en la explanada frente a la iglesia de la cual erra cura.  “Señores”, habría gritado, “somos perdidos; los franceses ya conquistaron España y vienen a conquistarnos a nosotros. Se acabó la presión, se acabaron los tributos, se acabaron las gabelas y voy a pagarle medio peso a los que me acompañen a pie y un peso al día a los que me acompañen a caballo”.

Interesante, ¿verdad?

Según el historiador Alfredo Ávila Rueda, investigador del Instituto de Investigaciones históricas de la UNAM, el Grito fue variando mientras Hidalgo y su improvisado ejército recorrían y tomaban otros caminos. “Cuando llega al santuario de Atotonilco (Hidalgo) toma el estandarte de Guadalupe y ahí es cuando dice: ¡viva la virgen de Guadalupe! Cuando llega a San Miguel agregó: ¡viva San Miguel Arcángel! De lo que podemos estar seguros es que no hubo ¡viva México! porque se encontraban en Guanajuato y no se veía a todo el país como México”, relata el especialista.  

Agrega, según la información recogida por este portal Web, que con el paso del tiempo y después de la Revolución Mexicana se empezó a aumentar la lista de los “vivas”. Con Porfirio Díaz era vivan Hidalgo y Allende; más adelante añadieron a Morelos, Vicente Guerrero y después, inclusive, a Madero, la democracia, a las mujeres y a los hombres, abunda el experto.

A partir de Andrés Quintana Roo, en las fiestas patrias se pronunciaba un discurso cívico de aproximadamente media hora, mediante el cual se recordaba la gesta heroica y al terminar venía el ¡Viva México! Tiempo después, y hasta nuestros días, se eliminó el discurso y permanecieron solo los “vivas”.

Este año, por cierto, se reanuda la tradición interrumpida por la pandemia. Esta vez, el Presidente volverá a gritar desde el balcón central, pero frente a una multitud verdadera que coreará seguramente sus frases. Es seguro que Andrés Manuel agregará a la lista de próceres: (Miguel) Hidalgo, (José María) Morelos, (Ignacio) Allende, (Juan) Aldama, Josefa Ortiz de Domínguez, (Mariano) Abasolo, (Vicente) Guerrero, (Benito) Juárez, (Ignacio I.) Madero, (Lázaro) Cárdenas….  su viva a las Fuerzas Armadas y a la 4T, para llevar agua a su molino. ¿Apuestas?

Sí, hay de gritos a gritos. Válgame.

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