Libre en el Sur

POR LA LIBRE/ La piñata

Hoy las piñatas son de cartón y  presentan una variedad casi infinita de figuras, desde diablos, políticos y personajes históricos hasta muñecos tomados de los cuentos y los comics.

POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

Según el calendario religioso, este viernes dan principio las Posadas, costumbre que recuerda el peregrinar de la Virgen María y San José en busca de un lugar donde pudiera ocurrir el nacimiento del Niño Dios, hasta encontrar el pesebre de Belén. Se trata de una serie de nueve celebraciones en días sucesivos previos a la Navidad, que incluyen una procesión con el rezo de la letanía con las figuras de la Sagrada Familia en andas, la petición de posada y el festejo alegre que culmina con la ruptura de la piñata, rellena de frutas.

Esa es la tradición, pero en la realidad el sentido original de las posadas se ha diluido en nuestro medio –al grado de que muchos niños ni siquiera la conocen—cuando no ha se ha desvirtuado por completo hasta convertirse en ocasión de una reunión o un baile.

No obstante su irremediable transformación, todavía podemos encontrar las piñatas originales en algunos pueblos y barrios, incluso de nuestra capital…

No obstante, la costumbre de romper la piñata ha prevalecido al extenderse a otras celebraciones durante el año, especialmente los cumpleaños y otras fiestas infantiles, así se desvirtúe por completo su esencia. La figura original de las piñatas, que eran ollas de barro forradas de papel de china, era la estrella de siete picos que representaban los siete pecados capitales.

Hoy las piñatas son de cartón y  presentan una variedad casi infinita de figuras, desde diablos, políticos y personajes históricos hasta muñecos tomados de los cuentos y los comics. También ha cambiado su contenido, pues ahora es común rellenarlas con dulces y diversas golosinas y pequeños juguetes de plástico.

No obstante esa transformación, todavía podemos encontrar las piñatas originales en algunos pueblos y barrios, incluso de nuestra capital, sobre todo en las posadas organizadas por los sacerdotes en los atrios de las iglesias, aunque ya casi nunca son elaboradas con ollas de barro. También ha cambiado su contenido.

Aunque se atribuye a los chinos la invención de la piñata, usada por ellos en las celebraciones de su Año Nuevo, sabemos que en nuestro país se originó desde hace más 400 años concretamente en el convento de Acolman, donde los frailes las usaban para atraer a los pobladores indígenas de la zona y  para adoctrinarlos en la religión católica.

Lo cierto es que la piñata original encierra una serie de simbolismos, entre los cuales podemos mencionar estos:

–Los siete picos representan los pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.

–Sus brillantes colores simbolizan la tentación.

–Láminas de oropel o latón: hacen referencia a los engaños del mundo.

–La venda en los ojos de quien le toca romper la piñata nos recuerda que la fe es ciega.

–El palo con el que se rompe la piñata es la fuerza y la virtud que destruyen los engaños y pecados.

–La fruta, –y hoy los dulces y juguetes– son las riquezas del reino de los cielos que se otorgan como premio a la fe y la perseverancia.

Por supuesto que actualmente son muy pocos, acaso los viejos, quienes atribuyen esos significados a la piñata y el ritual de su ruptura; sin embargo, creo que vale la pena recordarlo para que cuando menos tarde un poco más la pérdida irremediable de tan hermosa tradición.  ¡Felices posadas!

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