Libre en el Sur

POR LA LIBRE/ Los ‘monitos’

Famosas historietas que primero aparecieron en suplementos dominicales de los grandes diarios y luego en cuadernillos indivuduales formaron parte de nuestra diversión –y formación– infantil. Hoy los ‘monitos’ han prácticamente desparecido.

POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

Parado frente al puesto de periódicos de la esquina, cosa que por alguna extraña razón no hacía hace mucho, me percaté que entre las publicaciones ahí exhibidas no están más los comics o “cuentos” que solíamos comprar en nuestros años de infancia y adolescencia. Seguramente hace muchos años que ocurre así, pero hasta ahora me doy cuenta de que efectivamente ya no existen esas hostorietas como las del Pato Donald o Micky Mouse, al menos con la apariencia como los conocimos.
Desaparecieron.

Y entonces se me vino encima una cascada de recuerdos, que se remontan a los primeros “monitos” del suplemento dominical del Exclesior, el periódico que llegó a mi casa paterna durante más de medio siglo.

Los ‘monitos’ del Excelsior. Historia.

Cada semana era casi un ritual ir tempranito al patio, donde estaba el ejemplar que acababa de aventar el repartidor y sacarle la “tripa”, es decir, el suplemento de los “monitos”. Generalmente eran cuatro u ocho planas, impresas a todo color, que contenían historietas inolvidables, casi todas ellas de factura extranjera, como Mafalda, Daniel el travieso, El principe valiente, El capitán Rex Morgan, Mandrake el Mago, Educando a papa, Tom y Jerry, Archi, Dick Tracy , El Halcón Negro, Tarzan el hombre mono, Los dos pilluelos, Chicharrín, entre otros.

Tengo vivo todavía el olor a papel periódico y tinta característico de esos suplementos dominicales que también, con diferentes historietas, incluían otros de los grandes diarios capitalinos como El Universal, Novedades, La Prensa, y el primer Heraldo de México. Hablo de los años cincientas y sesentas del siglo pasado. También les llamaban “tiras cómicas”, me acuerdo. Ese fue sin duda mi primer contacto con lo que ahora conocemos como comics.

Y entonces se me vino encima una cascada de recuerdos, que se remontan a los primeros “monitos” del suplemento dominical del Exclesior… El capitán Rex Morgan, Mandrake el Mago, Educando a papa, Tom y Jerry, Archi, Dick Tracy , El Halcón Negro, Tarzan el hombre mono, Los dos pilluelos, Chicharrín, entre otros…”

Posteriomente, pero no mucho despues, mis hermanos y yo nos aficionamos a los “cuentos”, que eran las ediciones quincenales de Las Aventuras de Walt Disney, con sus personajes: Mikey Mouse, Pato Donald, Daisy, Mimí, Tribilín, Pluto, Clarabella, Rico Mac Pato, la Abuela Pata o Pánfilo Ganso. Fueron por mucho tiempo mis favoritos. Claro, todo ello antes de que allá por 1972 Ariel Dorfman y Armand Mattelart nos enseñaran otra manera de leer al Pato Donald y nos quitaran el gusto…

También comprábamos a veces los cuadernillos de la Warner Bros, que establecían alguna forma de competencia con los de Disney. Recordarán a Bugs Bunny, Porky y sus amigos, El Corre Caminos, El Pato Lucas y otras historietas.

La Familia Burrón. Emblema.

Por otro lado, se desarrolló toda una indiastria del comic mexicano, encabezada sin duda por La Familia Burrón, de Gabriel Vargas, que llegó a tirar ms de un millón de ejemplares. Quién no recuerda a Borola y su esposo don Regino, sus hijos Macuca, Regino Chico y el adoptado Foforito…

Estaban también, en esa línea, el Pepín, el Paquín, el Chamaco, Memin Pingüin y El Gallito Cómics, a los que yo no era muy asiduo, he de reconocerlo. Ya en otra categoría más de historias de amor estaban Lagrimas y Risas y por supuesto el Libro Vaquero, inocentemente erótico diría yo, que posiblemente tenga todavía el record de circulación en nuestro país, con tirajes millonarios cada semana.


Dick Tracy. Detective infalible.

En los años setentas tuvieron su auge las historietas realizadas por el genial caricaturista Eduardo del Río, Rius, que tenían un evidente ingrediente poltico, critico. Primero fueron Los supermachos, que contaban las desventuras de San Garabato de las Tunas, con sus inolvidables personajes como el irrepetible Juan Calzónzin, don Perpetuo del Rosal, la beata doña Eme, el boticario don Lucas Estornin. Y luego Los agachados de Chayotitlán, con Gumaro, Nopaltzin, el alcalde Trastupijes… Además de sus ediciones especiales como Marx para principiantes, Cuba para principiantes, Rius para principantes, Lenin para principiantes y otras más.

A través de los años, los “monitos” se tranformaron, se diluyeron y acabaron por desaparecer, de modo que nuestros personajes favoritos de los años infantiles y juveniles ya no están más en el puesto de la esquina. Y ni modo. Válgame.

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