Prevalece desorganización en desfile de Día de Muertos
Nescafé, presente. Fotos: Francisco Ortiz pardo
Transcurre evento de gobierno capitalino con interrupciones de hasta 30 minutos. Patrocinan marcas y funerarias
Sin personal de apoyo logístico, asistentes desbordan Reforma; nadie da indicaciones sobre medidas sanitarias.
FRANCISCO ORTIZ PARDO
La vuelta del desfile de Día de Muertos, que el año pasado fue cancelado por la pandemia, despertó más la ilusión de los espectadores que el entusiasmo.
Y es que, aunque, los asistentes festejaron las participaciones de acróbatas, cantantes, mojigangas, danzantes y músicos, así como la manufactura de una docena de alebrijes monumentales, la producción fue dispareja y en ella hubo fallas de improvisación y carencia de dirección artística acertada, donde por momentos más parecían contingentes de marchas políticas lanzando consignas.
Para colmo, en la medida en que transcurrieron las dos primeras horas desfile, que partió del Zócalo capitalino al Campo Marte, en la zona de Chapultepec, la vanguardia de la banda militar y un contingente que representó a diferentes países con máscaras de las banderas respectivas, se separó tanto que una vez que cruzó frente al Auditorio Nacional, las familias debieron esperar otra media hora para lograr ver la continuación.
En ese lapso, centenares de personas supusieron que el desfile había sido solo un sueño de cinco minutos y, desconsolados, rompieron las columnas humanas tras las vallas; como hormigas se dispersaron e invadieron el carril del Paseo de la Reforma, por donde irían los artistas y los carros alegóricos, lo que provocó un caos.
Unos cuantos vigilantes intentaban sin éxito –y sin micrófono– convencer a la muchedumbre de esperar a que prosiguiera el espectáculo. La ausencia de un equipo de apoyo logístico provocó que las personas no guardaran la mínima distancia entre sí y que una buena cantidad de ellas no usaran cubrebocas, además de que se cruzaran indebidamente por el camellón maltratando las plantas.
Entre montajes de catrinas, mariposas, pájaros y un curioso contingente de calacas que representaban oficios muy tradicionales de la ciudad, como los barrenderos, los globeros, los vendedores de tamales, de camotes, de algodones, y hasta una enorme “Frida Kahlo” acostada en su cama, pasaron carros alegóricos que promocionaban a las principales empresas funerarias, así como de marcas como Nescafé, cuyo envase se presentó en reproducciones gigantes con todo y el etiquetado frontal que alerta sobre excesos dañinos para las salud.