Se agravan daños por alcoholismo en México: INEGI

Alcoholismo. Más de 40 mil defunciones en 2024. Foto: especial.
El problema se ha intensificado en los últimos diez años, alcanzando cifras récord durante la pandemia.
A pesar de la alta carga de mortalidad, la crisis de salud pública que representa el alcoholismo parece ser ignorada o al menos minimizada, mientras la sociedad normaliza y fomenta el consumo de esta droga legal.
STAFF/LIBRE EN EL SUR
La cirrosis y otras enfermedades hepáticas asociadas al consumo de alcohol se han consolidado como una de las principales causas de muerte en México, cobrándose la vida de decenas de miles de personas anualmente.
A pesar de la alta carga de mortalidad, la crisis de salud pública que representa el alcoholismo parece ser ignorada o al menos minimizada, mientras la sociedad normaliza y fomenta el consumo de esta droga legal.
Los datos preliminares del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para 2024 son alarmantes: las enfermedades del hígado se ubicaron como la cuarta causa general de muerte en el país, con un total de 40 mil 704 defunciones.
La estadística revela una profunda desigualdad de género: 29 mil 390 de los fallecidos eran hombres y 11 mil 312 eran mujeres, lo que posiciona a estas enfermedades como la quinta causa de muerte en hombres y la sexta en mujeres.
El problema se ha agravado en los últimos diez años, alcanzando cifras récord durante la pandemia. En 2021, se registró el máximo histórico de defunciones por enfermedades hepáticas con 41 mil 890 casos, de los cuales 14 mil 927 fueron por enfermedades alcohólicas y 17 mil 320 por cirrosis. Esta tendencia de crecimiento se mantiene. Según el Inegi, durante el primer trimestre de 2025, las enfermedades del hígado fueron la quinta causa general de muerte, con 10,097 decesos.
Un asesino silencioso en un contexto de violencia
La normalización cultural del alcoholismo en México contrasta fuertemente con la criminalización de otras drogas. Mientras el país se enfrenta a desafíos como la violencia y el crimen organizado, se fomenta el consumo de una sustancia que mata a miles de personas cada año de forma “silenciosa”. Esta realidad evidencia una crisis estructural en la salud pública, donde el Estado permite que una cultura de consumo desbordada se convierta en una epidemia de muertes prevenibles, ignorando el peligro letal que representa el alcohol para la población.