La Sedema agradece al empresario inmobiliario y no a los defensores del árbol Laureano

Julia Álvarez Icaza. Puras promesas
2 meses después, la Secretaría no ha atendido ninguno de los 6 puntos del pliego petitorio del movimiento #SalvemosALaureano.
“Mantenemos este equilibrio con el desarrollo inmobiliario”, dice la secretaria Álvarez Icaza; se incumple con publicación de declaratoria como monumento urbano.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
A dos meses del surgimiento del movimiento ciudadano #SalvemosALaureano, la Secretaría del Medio Ambiente de Ciudad de México (Sedema) no ha cumplido ninguno de los seis puntos del pliego petitorio vecinal que le fue entregado a su titular, Julia Álvarez Icaza Ramírez. En lugar de ello, la funcionaria ha defendido en público al desarrollador del proyecto inmobiliario que pretende levantar un edificio de lujo en la esquina de Fresas y Miguel Laurent, colonia Tlacoquemécatl del Valle, y ha agradecido su “esfuerzo conjunto”.
La expresión más contundente del sesgo institucional fue un video difundido por la propia Secretaría, en el que Álvarez Icaza afirma: “Nunca he contemplado la tala ni el derribo del laurel de la India ubicado en la banqueta del predio donde se va a hacer un desarrollo inmobiliario, ni de ninguno de los cuatro árboles que también se encuentran en la banqueta aledaña al desarrollo inmobiliario. Reiterarles que no se verá afectado ningún árbol que se encuentra junto a este desarrollo inmobiliario, y al mismo tiempo agradecer al desarrollador inmobiliario y reconocer el esfuerzo conjunto que se está haciendo por hacer algunas adecuaciones al desarrollo que se tenía pensado originalmente para poner en el centro el desarrollo urbano sustentable de la Ciudad de México”.
Y remata con una frase que ha indignado a los defensores de Laureano: “Así que, vecinas y vecinos, pueden estar tranquilos, desde la Secretaría del Medio Ambiente mantenemos este equilibrio entre el desarrollo inmobiliario de la Ciudad de México y al mismo tiempo la preservación de los árboles y de toda la flora y la fauna en general”. Con esa declaración, la funcionaria omite incluso mencionar que se trata de un predio en un barrio de pueblo originario: San Lorenzo Xochimanca, cuya identidad, tradiciones y vocaciones se han visto trastocadas por el crecimiento inmobiliario moderno y vertical, en una zona donde antes predominaban los floricultores.
De esa herencia histórica surgen nombres como Fresas, Limas, Lirios, Magnolias, Manzanas, Moras, Tejocotes: las calles del barrio conservan en sus nomenclaturas el vínculo con una vocación agrícola perdida, y justamente por ello, los vecinos han reiterado su exigencia de que en el predio donde se encuentra el árbol Laureano no se construya un edificio, sino se desarrolle un parque vibracional con especies polinizadoras y un huerto urbano, como parte de la restauración ecológica, cultural y comunitaria de la zona.
Entre los eventos realizados por el movimiento ciudadano en los últimos días, destacan acciones simbólicas como la siembra de árboles frutales y plantas polinizadoras en las inmediaciones del predio, así como la instalación de un dispositivo que convierte las vibraciones de los árboles en música, en una acción conjunta con artistas y ambientalistas. Todo ello forma parte de una propuesta clara que ha sido ignorada por las autoridades: frenar el proyecto inmobiliario y recuperar ese espacio para un uso comunitario ecológico.
En contraste, la Secretaría no ha publicado en la Gaceta Oficial el decreto por el que supuestamente se declara al árbol Laureano como monumento urbano, medida que en los hechos no garantiza su protección, ya que dicha declaratoria puede revertirse, según lo establece la propia ley. El incumplimiento no sólo es legal, sino simbólico: mientras se aplaude al desarrollador, se sigue negando el reconocimiento pleno y activo a los vecinos que han sostenido la defensa del árbol centenario.
El movimiento #SalvemosALaureano ha insistido desde el primer día en que la construcción del edificio pondría en riesgo al laurel de la India, ya que su copa —como han documentado expertos de México y Estados Unidos— puede alcanzar hasta tres veces la longitud de su diámetro, lo que en este caso equivale a unos 45 metros. Diversos estudios coinciden en que las raíces del árbol no se expanden hacia el arroyo vehicular, debido a la compactación del suelo bajo el asfalto, la falta de oxígeno y humedad, y las temperaturas extremas que pueden alcanzarse en esa superficie. Por tanto, las raíces necesariamente se habrían extendido hacia el predio que hoy se encuentra excavado y cercado.
Expertos como los del Instituto de Biología de la UNAM, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y la propia Sedema, han documentado en distintos informes que las raíces buscan condiciones idóneas que no existen bajo el concreto, lo que hace inviable afirmar que no haya afectaciones en caso de que continúe el proyecto. La tala o incluso el debilitamiento de las raíces podría comprometer la estabilidad del árbol entero.
A continuación, los seis puntos del pliego petitorio que hasta ahora no han sido atendidos por la SEDEMA:
- Detención inmediata de la obra e imposición de medidas cautelares para garantizar la integridad del laurel de la India, con el compromiso absoluto de que no se tocará ni afectará en ningún sentido.
- Compromiso formal de no otorgar ningún permiso de poda, ya que esta equivale a una mutilación.
- Respeto también a los otros árboles del entorno, como el colorín (Colorina) y una palma, ubicados afuera del predio.
- Inspección con presencia vecinal y de medios para constatar el estado del terreno y la posible afectación a las raíces.
- Declaratoria formal como patrimonio cultural y ambiental, garantizada en su aplicación legal.
- Transformación del predio en un parque de bolsillo con temática ambientalista, en memoria de los árboles caídos por intereses inmobiliarios.
Ninguno de estos puntos ha sido atendido. En su lugar, la autoridad ambiental de la capital ha privilegiado un discurso ambiguo de equilibrio con el desarrollo inmobiliario, sin responder a la pregunta esencial: ¿por qué hacen falta más edificios de lujo en una zona saturada y no más espacios verdes, comunitarios y accesibles?
La respuesta que se lee entre líneas en las declaraciones oficiales es el silencio ante la especulación urbana. Y lo que se escucha, en cambio, es el zumbido de las raíces de Laureano convertidas en música por un sensor, como último gesto poético de resistencia ante la imposición del concreto.