¿Y si la vida ya no fuera tan cara?
Barceloneta. Foto: Wikipedia
La abundancia: En Europa se compran en promedio 19 kilos de ropa al año y ¡se tiran 16 de ropa casi nueva!
POR ESTEBAN ORTIZ CASTAÑARES
Uno de los temas más recurrentes que he tenido a lo largo de mi vida es el concepto continuo de encarecimiento de la vida.
Desde mi temprana infancia en los años setenta, aprendíamos de Cri Cri que La Patita estaba enojada “por lo caro que todo estaba en el mercado, o con la Bartola de Chava Flores “lo caro que era la vida”. Pero no eran solo las canciones que oíamos, esta sensación estaba siempre presente en la cotidianidad, era un tema que se hablaba y discutía en todos lados; y eso que era la época del milagro mexicano, ¡cuando el país crecía al 6%!
Las cosas empeoraron cuando llegó la crisis de 1980 que se transformó en una continua depresión económica, y entonces sí la clase media empezó a perder poder adquisitivo. Mi familia pertenecía a dicha clase; nos tuvimos que ajustar económicamente a una vida más sencilla y perdimos la capacidad de ver lo que estaba pasando en términos generales en todo el mundo.
Pero resulta que el costo la vida ha ido decreciendo con el tiempo, como podemos ver en el siguiente recuento.
Alimento: de privilegio a desperdicio
Derivado del crecimiento de la productividad. Los alimentos, que durante la gran mayoría de la historia representaban en promedio entre el 60% y el 80% del trabajo humano, en promedio en los países desarrollados y en la clase media mexicana representa menos del 10%.
Hasta antes de la revolución industrial, la mayor parte de la humanidad estaba concentrada en la producción de alimentos. El trabajo de un campesino permitía alimentar en promedio a cinco personas, las familias tenían que involucrar a distintas generaciones para poder producir lo necesario para sobrevivir y pagar los tributos.
La modernidad trajo sistemas de riego, fertilizantes, siembra extensiva todo el año y, desde el siglo pasado, máquinas que realizan cada vez más el trabajo de producción y recolección, haciendo que un campesino pueda producir en promedio alimento para más de 150 personas. Además, los sistemas de transporte global distribuyeron la producción, casi eliminando las crisis alimenticias que se generaban regularmente en distintas partes del mundo a causa de cambios climáticos u otras calamidades.
La métrica de alimentación inclusive cambió, de calórica (cantidad de alimento necesario para sobrevivir), a nutricional (qué tipo de alimento necesito para mantenerme saludable).
En la actualidad, en el mundo la obesidad afecta a más personas que el hambre. De acuerdo con un estudio de la ONU, con el alimento que se produce se podría alimentar a casi 1.5 de toda la población mundial (ver reporte del a ONU de octubre 2019). El problema es la distribución. Por ejemplo, en USA (2020) se destinaron 20 billones de dólares para el combate de la desnutrición del país, mientras se tiró, el mismo año, alimento con valor estimado de 218 billones.

Vestido: Nunca ha sido tan barato… ¡Y tan desechable!
La producción de ropa representó entre el 15% al 20% del trabajo humano durante más de dos mil años; actualmente es menor al 5%. Ahora, el problema es la abundancia; el consumo de ropa ha incrementado en un 60% motivada por “la moda” y el consumo emocional.
En Europa se compran en promedio19 kilos de ropa al año y ¡se tiran 16 de ropa casi nueva!, generando una rotación innecesaria. Entre el 20% y el 30% de la ropa nueva, producida por las empresas textiles es desechada, para evitar una sobre abundancia en el mercado o por cambio de moda. En Estados Unidos se desecha 11.3 millones de toneladas de ropa al año.

Turismo y ocio: La democratización
Dos actividades que aparecieron a partir de la modernidad, inclusive se han abaratado. El turismo de masas es producto de ello, cada vez más personas vuelan y viajan no porque ganen más sino porque los costos han bajado considerablemente. En 1950 el 1% de la población (solamente la clase alta) podía hacer viajes internacionales. Actualmente el 16% de la población total lo hace (ver Organización Mundial de Turismo).
Productos y servicios: De nichos especializados a productos de conveniencia
Desde este milenio, con la informática y ahora con la inteligencia artificial, los servicios de asesoría, investigación, márquetin, diseño, tecnología, no solo han remplazado muchos puestos de trabajo por máquinas. Su costo, que llegó a ser muy alto, se empieza a volver marginal.
El efecto de la “dematerialización” de las cosas, como lo define Peter Diamandis, está haciendo que muchos productos se transformen en servicios y bajen su precio exponencialmente. Por ejemplo, con las plataformas de Netflix, Spotify o YouTube uno tiene acceso a miles de películas, canciones y videos de manera gratis o con valores totalmente marginales, imposibles de imaginar en 1980, cuando uno los tenía que coleccionar en forma de CD’s y casetes en casa. Los costos complementarios de logística y administrativos están desapareciendo con el uso de procesos, recibos y comprobantes electrónicos; tal es el caso de vuelos aéreos, transacciones bancarias, financieras, pago de servicios, contratos, permisos gubernamentales, etcétera.
Gracias a los procesos automatizados y a la globalización, con producción en países baratos, transformar la materia prima en producto terminado representaba entre el 80-60% de costo del producto respectivo. Actualmente los costos de transformación se han reducido a un rango del 40-20%.
Las impresoras de tercera dimensión están empezando a hacer trabajos especializados, desde una prótesis a la medida, partes de alguna máquina o casas. Los equipos tecnológicos también se abaratan exponencialmente a la salida de nuevos modelos.
Vivienda: De hogar a objeto de especulación
El costo de los bienes raíces, por el contrario, se incrementó de un 10% en la antigüedad a un 30% aproximadamente. El crecimiento poblacional del siglo pasado y la concentración en las grandes urbes ha creado una escalada de precios, lo que convirtió también a este rubro en un producto de especulación. Por ejemplo, en Estados Unidos existe cinco veces más casas vacías que la cantidad necesaria para dar hogar a todos los indigentes que deambulan en todas las ciudades de este país.
El trabajo remoto (home office), empieza a frenar el efecto, pero el abaratamiento de inmuebles será palpable solo a muy largo plazo, cuando la reducción de la población y la virtualización reduzcan su demanda.
Salud: La gran necesidad mundial.
Otro de los rubros que se ha incrementado considerablemente. Es uno de los beneficios de la modernidad. El desarrollo exponencial de las tecnologías médicas y su complejidad han incrementado también, exponencialmente, los costos de las medicinas y los tratamientos. Pero se estima que a mediano plazo (no más de 20 años), con la masificación de la producción tecnológica, la aparición de medicinas genéricas y el soporte de la inteligencia artificial, los costos bajen considerablemente.
Educación: De actividad de las elites a herramienta de competencia
La profesionalización de la sociedad y la competencia laboral han incrementado la demanda de educación. Las sociedades con modelos neoliberales han transferido esta responsabilidad a nivel privado, convirtiéndolo en el tercer rubro de mayor costo. Ese es el caso de Estados Unidos (y el nuestro ¡sic!), pero en la mayor parte de los países desarrollados occidentales, particularmente en Europa, toda la educación hasta la universidad es gratuita.
Energía: La base de todas las cosas.
Representa el rubro más importante, base de todos los sistemas productivos humanos. También empieza a mostrar un abaratamiento, Durante todo el periodo anterior a la revolución industrial, no llegó a más del 10% del trabajo humano. Con la industrialización creció hasta un 25% y actualmente con las nuevas energías renovables y el desarrollo tecnológico está bajando a un 10-5% en los países desarrollados. Se estima que su costo continuará bajando hasta volverse insignificante, en menos de una generación. Si llegase a ocurrir el costo de todo se reducirá.
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Por primera vez en la historia, estamos entrando en la era conocida como pos escasez (también llamada abundancia). A nivel mundial, cada vez más gente cubre sus necesidades básicas, no porque las sociedades se hayan vuelto más sociales, sino por el abaratamiento de las cosas. A pesar de que los sueldos son muy bajos, alcanza para más.
Kai-Fu Lee, escritor y especialista en inteligencia artificial, calcula que en 20 años, si el curso de la historia no cambia, empezará a haber naciones en el que la mayor parte de las cosas estará al alcance de todos sus habitantes, con precios marginales; es decir, el trabajar un par de días por semana podrá servir para cubrir el costo básico de vida mensual.
El gran problema es que todos los modelos económicos existentes, de izquierda y de derecha, están basados en la administración de productos escasos, por lo que las naciones están concentradas en la acumulación y el crecimiento. Es decir, necesitan siempre un incremento en el consumo (¡en mercados ya saturados!). El volumen de desperdicios incrementa cada año contaminando la tierra, ríos y mares, y solo por excepción se aplican programas de redistribución.
Esta era requerirá de nuevos modelos económicos. Es deseable que, la humanidad tenga la imaginación y capacidad de desarrollarlos.
Como dice William Gibson, escritor de ciencia ficción, la abundancia ya está aquí, pero la distribución está evitando verla.
















