Ciudad de México, diciembre 3, 2024 11:35
Vida

Solteros, en la onda

La soltería no es sinónimo de soledad, sino resultado de una decisión en la que hay que asumir ventajas y desventajas. Más de una tercera parte de mexicanos son solteros y ya igualan la cifra de casados, de acuerdo con el INEGI.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

La soltería es lo de hoy. Y eso no es bueno ni malo, sino que es bueno y malo, según se desprende de los análisis de expertas en psicología social, existencial y vida de pareja. La fecha en que se conmemora el Día Mundial del Soltero, 11 de Noviembre, ha dado la oportunidad de dedicar a este tema el número 240 de la revista digital de Libre en el Sur. Una cosa chocante, sin embargo, es que el festejo, que surgió en la Universidad Nankín, en China, en 1993, es aprovechado como el Día Mundial del Shopping para darse regalos entre personas solas, algo que antecede en los Estados Unidos al Black Friday en Estados Unidos y al Buen Fin en México. El 11/11/11 se dio el Día de los Solteros del Siglo. Se dice que se eligió el día 11 porque el número uno simboliza a la persona única.

Una obra en acuarela de Alina López Cámara.

La importancia de la soltería en el mundo se ve reflejada en las redes sociales y aplicaciones de teléfonos móviles dirigidas al encuentro entre solteros. Tal vez ello confunde la decisión de estar solos con el deseo de no estarlo: la soltería con la soledad. Como sea, 3.5 de cada 10 mexicanos son solteros y ya igualan la cifra de casados, de acuerdo con el más reciente censo poblacional del INEGI. El dato es laxo porque en algunos casos es difícil determinar si, por ejemplo, los que viven en una misma casa con amigos son considerados solos. Esa tendencia se convierte en un dato de la posmodernidad, dice la psicóloga Hanae Beltrán, de Casa Nishiterán, experta en tanatología; un mundo en el que hay una fractura histórica que provoca el vacío espiritual y una permanente ausencia de sentido de la vida.

Si ese panorama no es precisamente alentador, hay para Melissa García Meraz, de la Facultad de Psicología de la UNAM, una parte positiva, que es la libertad de decidir. La tendencia de los hogares unipersonales comenzó desde 1950, si bien nuestro país no ha alcanzado los niveles de los países nórdicos europeos, donde ya prácticamente la mitad de la población es considerada soltera. Como sea, la cifra es semejante al número de solteros en España, que llega al 36% de su población.

Aunque hay un cambio de paradigma en los vínculos afectivos –dice— la falta de ingresos personales es una limitante para poderse independizar. En ese sentido, hay una contradicción, cuando por ejemplo las mujeres buscan posponer relaciones formales para lograr un mayor desarrollo profesional pero al mismo tiempo están frenadas por su situación económica y ello no pocas veces las obliga a quedarse en la casa familiar. En cualquier caso es más fácil compartir gastos, y una de las soluciones en la ola soltera es vivir con amigos.


“Hay noviazgos más largos, se posponen los matrimonios”, asienta García Meraz, doctora en psicología social por la UNAM, que entre otros campos de investigación ha realizado estudios sobre la violencia en el noviazgo. Explica que una de las hipótesis es que cambió la idea del “matrimonio ideal” y se ha ido dando una visión positiva del divorcio, en la conciencia de que las parejas no están condenadas a quedarse juntas a cualquier costo.

Al paso frente a un anuncio en el Centro Histórico. Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro


“La monogamia ha terminado con la era de los grandes imperativos categóricos de la modernidad”, expone por su parte Hanae Beltrán. “Hoy las personas han superado el impulso tradicional de las relaciones vinculares; ahora las personas se unen en algunos casos, por casualidad, conveniencia, soledad y buscan satisfacer sus necesidades en los otros sin tenerlas muy claras”.

Pero ello el aumento de la soltería tiene sus negativos. Las personas van entrando a las relaciones por diversos motivos, entre ellos el sentimiento de soledad. Buscan que sean los otros los que les den felicidad, pues con su proyecto de vida no logran hacerlo ellas mismos. “Hay una dinámica de reingeniería en las relaciones vinculares sexo- afectivas”, acota.

Con maestrías en psicoterapia existencial y en humanidades, Beltrán aclara que soledad no es sinónimo de soltería, “ya que la soledad es un sentimiento que se vive en condición estoica o se sufre melancólicamente, tiene muchas aristas”. En cambio, “la soltería es una decisión personalísima desde el pleno uso de la libertad, que desplaza los costumbrismos o las expectativas sociales que se puedan tener respecto a la pareja”.

Abunda que la soltería, al ser una decisión, conlleva un estado de toma de responsabilidad. Y eso implica pagar facturas. Si ya no se vive como una experiencia traumática, como cuando se estigmatizaba a quienes decidían vivirla plenamente por convicción, y ya no se mira como un estado de “mientras tanto”, de algo que se está incompleto o se tiene algo descompuesto en tanto se encuentra a la supuesta “media naranja” –algo tan cuestionado por el filósofo argentino Darío Sztajnzrajber, que ha dedicado amplias reflexiones al tema del amor—“hoy lo que se busca es un medio kiwi o, lo mejor, vivir siendo una pitahaya completa, sin la necesidad de buscar, construir o encontrar la otredad. Porque estar en pareja no es sinónimo de felicidad”. La soltería –añade– permite descolocar el valor del amor como imperativo categórico, dejando ver a la dignidad y el respeto por uno mismo como superiores a estar en la patología del otro. La capacidad de comprometerse también debe tener otras dimensiones para dar importancia al compromiso con uno mismo.

Todavía en 2011, para Melissa García Meraz parecía ser un problema la estigmatización de la soltería, que ahora en nuestra entrevista encuentra superada de a poco. En diciembre de aquel año publicó un artículo en coautoría en la revista Psicología Iberoamericana. “La soltería parece no ser una opción permanente sino un estado que puede alargarse lo suficiente y que, una vez obtenido el éxito profesional puede concretarse en matrimonio o unión libre”, puso.

“La poca aceptación hacia la soltería podría deberse a los estereotipos que están ligados a ella. ¿Qué se necesita entonces para visualizar la soltería de manera positiva? ¿Es necesario ser soltero para visualizarla positivamente? O tendremos que acostumbrarnos a ver a las personas como solteronas, quedadas y amargadas”. Hoy todo ha cambiado rápidamente, reconoce. Incluso por las opciones de la diversidad sexual que ya son cada vez más aceptadas.

Así que los solteros están en la onda.

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