Ciudad de México, septiembre 1, 2025 02:35
Revista Digital Septiembre 2025

La última generación que se aburría

Esos tiempos muertos nos ayudaban a ordenar y ajustar nuestras experiencias de una manera coherente, que daba sentido y entendimiento singular, al mundo que descubríamos. Ya no los hay más.

POR ESTEBAN ORTIZ CASTAÑARES

Un recuerdo que tengo muy claro de mi infancia son las tardes lluviosas de verano de la ciudad, en las cuales no podíamos salir a jugar y se generaba, para mi percepción infantil, largos, muy largos tiempos donde no había nada que hacer.

Mis padres, por principio, habían decidido que en la casa no íbamos a tener TV; y el tedio me empujaba a jugar con mis muñecos a los que continuamente con el uso de papel, clips y otros artículos de casa, les creaba distintos aditamentos para las aventuras que mi imaginación generaba.

Les hice planeadores para que pudieran volar, paracaídas para que cayeran sin dañarse e inclusive, impulsado por la gran fiebre de Star Wars, con un foco navideño, una pila AA y una tapa de jeringa cree una espada laser que se prendía.

Cuando nos mudamos a un edificio en la colonia Roma, mejoré mis habilidades sociales, y en mis tiempos libres, me hice asiduo visitante de mis vecinos, que sí tenían TV y además de compartir muchos programas infantiles de esa época con ellos, organizamos torneos de ping pong en el estacionamiento o salíamos a jugar a la plaza Río de Janeiro al Fut o Beisbol.

Cuando viajábamos muchas horas en el auto o íbamos los domingos a restaurantes con los adultos que interminablemente discutían y hablaban, nos daban crayolas y hojas para pintar y entretenernos.

El tedio o aburrimiento eran una especie de fuerza que nos empujaban a buscar cosas, soñar y buscar interactuar con los demás. Acotados a nuestras capacidades infantiles, eran los momentos que nosotros, sin la influencia de “los adultos”, guiábamos nuestras acciones y decisiones. Éramos actores, elementos activos, de nuestra imaginación y vida.

Muy probablemente sin darnos cuenta, esos tiempos muertos nos ayudaban a ordenar y ajustar nuestras experiencias e información que recibíamos, de una manera coherente que daba sentido y entendimiento singular, al mundo que descubríamos.

Es probable que, sin tomar en cuenta el elemento de la TV (que en mi caso estaba parcialmente restringido), la vida infantil que tuvimos con sus largos tiempos muertos, fue similar a cientos de generaciones anteriores a la nuestra…

Y esto no era exclusivo de la infancia. En el proceso de evolución el ser humano siempre tuvo largos periodos de tedio, desde las extensas esperas en la cacería de animales, en la agricultura e inclusive por el transporte o los tiempos de producción en la era moderna que, a pesar de haberse reducido, sobre todo en los últimos 200 años, siempre nos acompañó.

Y ahora: Nos hemos convertido en la última generación que se aburría…

En menos de una década, el gran desarrollo de internet y de la tecnología digital cambió todo. De un momento a otro se pudo producir y transmitir miles de videos, textos, podcast, etc., como una forma permanente de entretenimiento para cualquier gusto o interés. Además de las redes sociales (WhatsApp, Facebook, Instagram, etc. etc. etc.), que nos incitan a ver (y comentar) lo que están haciendo los otros, y a publicar lo que realizamos o pensamos.

Los tiempos de ocio o tedio han desaparecido en nuestra sociedad. De manera casi instantánea sacamos nuestro teléfono celular cuando viajamos, esperamos o en momentos donde no tenemos nada que hacer, o durante las actividades con algún matiz de aburrimiento o que consideramos irrelevantes (como juntas de trabajo, reuniones con amigos, etc.).

Las redes sociales y de entretenimiento han desarrollado una verdadera ciencia para establecer estrategias que extiendan el tiempo en el que los usuarios están conectados a sus servicios, a tal nivel que, actualmente, ya son adictivas. Y así, muchos usuarios las utilizan no solo en los momentos de tedio, sino cuando realizamos activamente tareas, perdiendo la concentración que muchas veces demandan.

El cambio ha sido muy rápido y reciente, y no hemos tenido la capacidad para adaptarnos y apenas estamos viendo las consecuencias…

Nos estamos convirtiendo en simples consumidores de información; muchas decisiones las tomamos a partir de lo que “alguien” en las redes dice (ahora mucho más, con la inteligencia artificial); sin cuestionarlas, corroborarlas o analizarlas.

Los videos de las redes, para hacerse atractivos se vuelven muy cortos (baratos en tiempo) o con continuos cambios, lo que ha provocado una disminución en los periodos de atención, especialmente entre los jóvenes. A ellos les cuesta trabajo estar largos tiempos concentrados. Muchos ven películas o videos a 1.5 o el doble de la velocidad. Este efecto se está manifestando inclusive en otras áreas, como la música; el promedio de duración de las canciones del pop se ha reducido casi un 25%, de 4.5 min. en 1990 a 3.5 min 2022 (aunque, conforme a un reporte de la BBC, a partir de este año la duración nuevamente se empieza a extender).

La tecnología se está utilizando como herramienta para la evasión de problemas o situaciones difíciles de la realidad, derivando en una gran pérdida de la resiliencia y capacidad de socialización. Al menos en mi empresa, muchos de los nuevos reclutas no quieren hablar directamente con colegas o clientes desconocidos y prefieren enviarles mensajes o e-mails.

Es uno de los factores que actualmente mejor explican el incremento de la polarización social (creación de bandos sociales o políticos extremos) y la gran y exitosa manipulación que ha influido en los últimos comicios de países con una gran tradición democrática.

Las redes saben que la disonancia cognitiva (descubrir que el mundo es distinto a lo que creemos), desagrada al usuario; y los sistemas tratan, de manera sutil, de presentar información consistente con nuestra forma de pensar. Lo que entendemos que es el mundo, es resultado de la información sesgada que continuamente nos llega.

Se ha generado un incremento en casos de depresión entre los jóvenes y hasta niños. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud el suicidio, en los países desarrollados, es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 y 29 años. Y en México, de acuerdo con un estudio del INEGI de 2023, no solo este segmento de la población es el más afectado, sino que registró un incremento del 10%. Las causas de este problema son multifactoriales, pero en todos los estudios el uso excesivo de las redes es considerado uno de los factores determinantes.

Conforme al estudio publicado en 2018 por Bernt Bratsberg y Ole Rogeberg, el desarrollo de la inteligencia humana, que llevaba más de un siglo incrementándose (lo que se conocía como efecto Flynn), empezó a decrecer. Parte de la causa se le atribuye al nuevo gran consumo de medios electrónicos.

El impacto en la sociedad está siendo tan grande que organismos internacionales y distintas sociedades (sobre todo las desarrolladas) empiezan a tomar medidas para controlar el problema.

La UNESCO a nivel global y países como Australia, Cuba, Canadá, Estados Unidos y Corea, realizan programas disuasivos, de concientización, en las escuelas, para sensibilizar a los estudiantes sobre los riesgos que tiene el uso excesivo de las redes sociales y videos.

En la Comunidad Europea se está discutiendo una ley para prohibir el uso de redes sociales para jóvenes menores a 16 años. En Holanda hay una prohibición del uso de teléfonos celulares en las escuelas y muy probablemente dicha ley se implementará en Alemania.

Además, se están creando alternativas de entretenimiento a través de programas deportivos, culturales y sociales. Y en algunos lugares, como Japón, ya existen servicios terapéuticos institucionales para atender casos agudos.

Desgraciadamente México tiene otro tipo de problemas mucho más imperantes que atender, y las medidas que actualmente el gobierno ha tomado son muy incipientes, principalmente informativas (a través del organismo SIPINNA). El resto solo se ve en acciones de algunas instituciones privadas.

La esencia del problema es que las generaciones post millenial, están desarrollando habilidades y hábitos en función a las redes que, al menos hasta ahora, no funcionan como el mundo real. Aprender o desarrollar una habilidad toma días, meses o años; tenemos que tener interacción física con gente alrededor de nuestro entorno real y resolver problemas con ellos; muchas cosas toman tiempo para que ocurran y tendremos que utilizar nuestro juicio y sentido común para tomar decisiones de vida.

Tendrá que ser una actividad de nuestra generación, a través de la familia principalmente, la que de alguna manera, pueda enseñar a los jóvenes a utilizar estos maravillosos medios y servicios como herramientas y no como forma de vida.

De cualquier manera, el tedio ha desaparecido prácticamente de nuestras vidas… y ojalá y no lo necesitemos en el futuro. Yo, como parte de la última generación que lo tuvo, me tomo en algunos momentos el tiempo para pensar, contemplar y gozar la gran oportunidad de esta vida. Simplemente estar… Quizás como alguno de los lectores de este artículo.

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