Ciudad de México, noviembre 21, 2024 09:03
Revista Digital Septiembre 2020

Vivir con la Pandemia / Las cosas pequeñas

Cualquier fotografía de la vida pública en este país nos puede mostrar lo que somos: un presidente sin cubrebocas en medio de más de 25 gobernadores con mascarilla. Así como miles de personas en las calles que no atiende las recomendaciones sanitarias ni siquiera como un gesto de civilidad.

POR ESTELA ALCÁNTARA

En México, la pandemia por COVID-19 nos ha mostrado lo que somos como país y como personas. A diferencia de los países del primer mundo, que han podido concentrarse en el combate a la enfermedad, nosotros lo hemos hecho con mayor dificultad porque enfrentamos varias tragedias al mismo tiempo: la pandemia con sus más de 50 mil muertos y el odio político que nos ha dividido como país y ha clausurado cualquier espacio para el diálogo, la discrepancia civilizada y la reconciliación social.

Sin dejar de lado que la enorme desigualdad social y económica no les ha permitido a todos el privilegio del confinamiento. El mayor número de muertes se ha concentrado en los grupos más vulnerables económicamente, los que no pueden quedarse en casa y los que tienen menos acceso a la información.

Por encima de esto, la pandemia nos alcanzó en medio de la reestructuración del sistema de salud pública a manos de un nuevo gobierno que se ha planteado combatir la corrupción desde sus cimientos, lo que ha ocasionado el desabasto de medicamentos y la torpeza en la administración de la salud pública.

Además, hay que sumar los mensajes encontrados del gobierno. Un presidente que ha desestimado la gravedad de la pandemia y que, por necedad machista, no ha aceptado públicamente protocolos de higiene básicos, como el uso del cubrebocas. Y un subsecretario de salud que se dedicó básicamente a ser el vocero oficial del curso de la pandemia, sin arriesgarse a tomar decisiones contundentes que pudieron significar un menor número de contagios y de muertes.

Así que hoy, cualquier fotografía de la vida pública en este país nos puede mostrar lo que somos: un presidente sin cubrebocas en medio de más de 25 gobernadores con mascarilla. Así como miles de personas en las calles que no atiende las recomendaciones sanitarias ni siquiera como un gesto de civilidad.

Sin embargo, en medio de este desconcierto, a nivel personal, en lo más íntimo de nuestra existencia, ojalá los seres humanos hayamos aprendido que nuestra idea de la felicidad, cifrada en todo lo grande y en lo extraordinario, está equivocada; lo que nos ha salvado son las cosas pequeñas.


Periodista y difusora de la cultura en la UNAM.

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