180 familias luchan por preservar tradición ancestral de alfarería en barro canelo
LUCÍA LIZÁRRAGA CASTRO
El orgullo más grande de los tonaltecas es la alfarería con barro canelo y su cuna es la comunidad de El Rosario, donde 180 familias luchan por conservar esta tradición ancestral, que tiene presencia desde hace más de dos mil años en esta zona del país y que ahora buscan su denominación de origen.
El barro canelo o de olor, es parte de la cultura tonalteca desde mucho tiempo atrás a la llegada de los españoles y, como otras técnicas precolombinas, permanece en el tiempo como parte de la identidad del mexicano, sobre todo cuando en cada familia existe un recuerdo con un botellón para el agua, un jarrito o diferentes artesanías para decorar.
En entrevista con Notimex, José Luis Flores Martínez, director de Casa del Artesano de Tonalá, aseguró que el barro canelo únicamente lo da la tierra tonalteca y, es por ello, que es muy importante para los alfareros del pueblo El Rosario obtener la denominación de origen de esta técnica que se ha transmitido de generación en generación.
Explicó que se le llama barro canelo por la semejanza de sus colores al de la canela, e insistió en que es especial porque la artesanía se pinta con la misma tierra con la que se hace y, lo más sorprendente, es que casi no se ve en el proceso de elaboración, pero en cuanto se hornea, le brotan los colores.
“Los colores son moradizo, rosado, rojo y amarillo, pero lo que resalta de esta técnica para propios y extraños es que los cuatro tonos lo sacamos de la misma tierra”, resaltó Flores Martínez, quien proviene de una familia de alfareros de El Rosario, Tonalá.
“Los nativos de El Rosario originalmente le nombraban barro de olor y su figura principal era el botellón para el agua; después con la llegada de los españoles se le llamó barro mágico, porque en cada mano, en cada proceso que sufre cambia de color; y luego se le denominó barro canelo, por su similitud al color de flor de la canela”, dijo.
La característica principal de esta artesanía es que la gente la identifica por el olor y sabor que le da al agua natural. “En todas las exposiciones que tenemos es curioso escuchar que la gente recuerda que sus abuelitas tenían botellones de barro canelo para el agua y dicen que conserva el agua muy rica”.
Por ello, consideró que es muy importante lograr la denominación de origen para que donde quiera que vaya una pieza de barro canelo, se sepa que es del pueblo de El Rosario. “Para nosotros el barro canelo, sin desmeritar ninguna otra artesanía de Tonalá, es la joya de la corona, pues es la que ya estaba aquí cuando llegaron los españoles”, afirmó.
Para la alfarera Carmen Pila Álvarez, es motivo de mucho orgullo seguir con la tradición del barro canelo, sobre todo, tratar de conservar esta técnica de nuestros antepasados para evitar que se pierda, y dijo que se trabaja con calidad de exportación, porque no se usa ningún químico, completamente libre de plomo.
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