El invierno de Mancera
Con los niveles más bajos de aceptación entre la ciudadanía de la capital de la república, desde que tomó posesión, hace dos años, como jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera amanece este mes invernal totalmente cuestionado por la ciudadanía y con una grave crisis de gobernabilidad.
Amanece en el descredito de una administración errática a la que se le acumulan los problemas sin resolver. Seguridad, movilidad, corrupción, entre otros asuntos que se van acumulando en la papelera.
A los problemas de movilidad agudizados por la imposición del doble hoy no circula y que afectó a por lo menos medio millón de automovilistas y sus respectivas familias, al impedirles circular los sábados so pretexto de la contaminación ambiental, misma que no ha disminuido, se suman ahora las exigencias de más y mejor seguridad, se suman también las voces en contra de las pésimas actuaciones de sus policías y granaderos en diversas manifestaciones e incursiones al campus universitario en una franca provocación o estupidez.
A su mala actuación se suma la voz estudiantil que lo acusan ya de represor por la atroz actuación del cuerpo de granaderos en la pasada manifestación del 6 de diciembre, cuando luego de encapsular a los dizque anarcos los dejaron escapar para enseguida arremeter contra los manifestantes pacíficos.
La respuesta del jefe de gobierno, visiblemente agobiado y acorralado, ha sido el ofrecer cabezas de su equipo más compacto. Así le han renunciado el director de Comunicación Social, Fernando Macias y el director de la Secretaría de Seguridad Pública, Jesús Rodríguez Almeida. Un año antes había dejado la secretaría de Cultura Lucía García Noriega.
Tan sólo al cierre de la semana pasada, la percepción de los capitalinos –con base a una encuesta realizada por el diario Reforma– es que la corrupción en el GDF ha aumentado, que la actuación del GDF durante las marchas ha sido “Muy mala” de tal forma que la calificación para Mancera es reprobatoria con tan sólo un 5 entre los ciudadanos y un 4.7 por ciento entre los líderes.
Y es en el rubro de la corrupción donde el desempeño del gobierno capitalino sale peor evaluado entre los ciudadanos, quienes manifiestan un 80 por ciento de desaprobación. Empero, otros rubros como son: el transporte público, el ambulantaje, obras viales, seguridad pública, dotación de agua, medio ambiente y obra pública las calificaciones también son reprobatorias.
Por si fueran pocos los problemas a resolver por el confundido gobierno capitalino, ahora se le suma un frente vecinal (altamente irritado) en contra de los parquímetros. Dicho frente agrupa a ciudadanos de las delegaciones Coyoacán, Benito Juárez, Cuauthémoc y Tlalpan y acusan al proyecto –que deja una derrama anual de 372 millones de pesos—de ser una imposición más con el uso de la fuerza excesiva con la presencia de granaderos. En pocas palabras se le acusa de antidemocrático y represivo.
El asunto de la movilidad no es un problema menor. Bastaría decir que con el endurecimiento del doble hoy no circula, dejaron de transitar los sábados por las arterias capitalinas cerca de 600 mil unidades, la mayoría de estas de familias de escasos recursos que dedicaban ese día a sus actividades de recreación o para hacer sus despensas semanales, otras unidades eran de medianos y pequeños empresarios dedicados a los giros comerciales como servicios de banquetes y fiestas. En ambos casos fueron perjudicados severamente: unos dejaron de pasear familiarmente, otros han perdido económicamente.
El tema de movilidad da para mucho, agrego solamente las deficiencias existentes en el metro, ello pese al incremento de tres a cinco pesos en el costo del boleto de éste transporte masivo y que utilizan más de cinco millones de capitalinos al día. El servicio lejos de mejorar se ha tornado lento, insuficiente, ineficiente y caótico. Sus entradas y andenes están repletas de vendedores ambulantes, sus vagones atestados de “vagoneros” con sus estruendosas bocinas. El tiempo entre una corrida y otra se hace eterno. Y si Mancera prometió eficiencia y seguridad a cambio del incremento de precio en el boleto, pues va perdiendo en su apuesta.
Al respecto el jefe del gobierno capitalino anuncia –en un intento de calmar los ánimos caldeados en su contra—que las tarifas del transporte público concesionado no subirán en el 2015, aunque tampoco, se entiende, mejorará el servicio en el mismo sistema y seguirá igual de obsoleto a lo largo del año próximo: “los beneficios no son inmediatos sino progresivos, pues son cambios mayores”, dijo Mancera para dejar entrever que la mejora será hasta el 2018, al término de su mandato cuando ya no le podamos reclamar. ¡Vaya consuelo para los millones de usuarios! De la línea 12 del metro mejor ni habló.
La inseguridad también es un capítulo amplio donde se acumulan robos a transeúntes y casas habitación, secuestros express. La zona del Ajusco es la mejor prueba de la vulnerabilidad de los habitantes de la capital. Ahí operan bandas delictivas dedicadas a los secuestros, robos, homicidios y se repiten los robos con violencia. La ciudadanía rechaza abiertamente la presencia de granaderos golpeando a manifestantes pacíficos, la ciudadanía exige policías capacitados y eficaces en el combate a la delincuencia.
En el 2015 habrá elecciones y Mancera junto con el partido que lo llevó a la cabeza del gobierno capitalino perderán muchas posiciones. No basta con que exija hacer pública sus declaraciones patrimoniales.
Y sino lo veremos al tiempo.