A pesar de empresarios y funcionarios depredadores, BJ sigue siendo la región más jacarandosa
Los árboles de jacaranda en flor nos sorprendieron este año brotando en nuestras calles desde inicios de febrero, como si se tratase del adelanto de un himno de primavera que irrumpe frente a los abusos de los empresarios inmobiliarios.
En memoria de Rossana Calderón
Staff /Libre en el Sur
Sorprende que a pesar de la depredación provocada por las obras irregulares sobreviva tanto colorido que, si bien no es exclusivo de nuestra demarcación, en esta zona es más notorio y se convierte en emblema de identidad, particularmente en colonias como Del Valle y Narvarte.
Efectivamente, las jacarandas en flor parecen manifestarse contra el auténtico ecocidio que ha representado la tala por parte de los desarrolladores –coludidos con las autoridades— de decenas de miles de árboles en los últimos años.
De origen tropical, las jacarandas se acoplaron al clima templado de la capital mexicana desde que la familia japonesa Matsumoto, avecinada en la colonia Roma, las introdujo desde Brasil y reprodujo en sus viveros, a principios del siglo 20.
Dedicados a la jardinería –y más tarde a la floricultura— los Matsumoto fueron, en efecto, los sabios que descubrieron que ante la ausencia de lluvias en la Ciudad de México durante esta época del año, la flor de las jacarandas dura más. Gracias a eso, hoy gozamos de este espectáculo único que anuncia que algo maravillosos está por llegar. Sí: A pesar de los depredadores.
El 20 de marzo de 2014, cuando Jorge Romero Herrera estaba al frente de la DBJ, el director de Libre en el Sur, Francisco Ortiz Pinchetti, alertó en su columna de opinión del portal SinEmbargo:
No obstante que este año la floración jacarandosa pareciera ser más abundante que nunca, hay calles que ya acusan una reducción notable de ejemplares, como ocurre en Providencia y en Adolfo Prieto. Hace apenas un lustro, recorrer estas vías en esta época del año era empaparse en un baño de color violeta. Ya no. Y esta es una señal de alarma.
Ocurre que la jacaranda, capaz de provocar amores tan apasionados como el mío, tiene también detractores y enemigos. Entre los primeros están quienes culpan a esta especie del deterioro sufrido por las banquetas de las calles al ser levantadas por las raíces.
Otros la acusan de dejar caer sobre aceras y pavimento miles de florecitas que acaban por formar una alfombra azulosa -lo que para mí es un encanto adicional- lo que a su juicio dificulta el trabajo del personal de limpia. Pienso que ninguno de los cargos es válido.
Expertos en jardinería me explican que las raíces de las jacarandas no son problema mayor, siempre y cuando se les dé el mínimo mantenimiento que requieren tanto los árboles como las banquetas. Y lo de la alfombra de flores se soluciona con más y mejores escobas.
Los que sí son de preocupar en serio son los enemigos de las jacarandas y en general de los árboles en nuestra demarcación. Y esos no son otros que los llamados “desarrolladores inmobiliarios”, coludidos con las autoridades delegacionales.
(…) Hemos documentado cómo con mentiras esos burócratas corruptos “justifican” la autorización aduciendo muerte, enfermedades inexistentes o inclinaciones peligrosas de los árboles que los ponen supuestamente en riesgo de caer.
Pero el colmo es cuando se especifica como causal del derribo, textual, el que los árboles “obstaculizan proyecto arquitectónico”, cuando cualquier proyecto debiera ajustarse al entorno natural existente y no al revés.
IMPUNIDAD DE DESARROLLADORES
Entre el cúmulo de irregularidades que se han presentado en la Delegación Benito Juárez en materia de construcciones, efectivamente se encuentra la tala inmoderada de miles de árboles; y el caso de las jacarandas duele de manera especial.
Un caso emblemático de la impunidad con la que actúan los desarrolladores ocurrió en la esquina de Moras y Parroquia, en la colonia Del Valle, en febrero de 2011. Entonces la Dirección General de Servicios Urbanos de Benito Juárez reconoció que emitió autorización para que se talaran tres jacarandas añosas, justo frente al predio donde se construía un centro comercial que hoy opera como si nada hubiera pasado.
Por la tala de las jacarandas –una especie icónica de la colonia Del Valle— y la presunta violación del uso de suelo, la Procuraduría Ambiental abrió la indagatoria PAOT-2010-2379-SPA-1202.
Así, otras denuncias por ataques al medio ambiente se han sucedido en dicha Procuraduría, sin que sea posible castigar a los responsables. La consecuencia del ecocidio ya está a la vista, por ejemplo en la calle de Providencia, que pintaba azul violácio en esta época del año y que, tras una consistente depredación, del espectáculo ya solo queda el recuerdo de los afortunados que lo conocieron.
Pero la tala no solo es consecuencia de los abusos de constructores. Previo a la primavera del 2012, una frondosa jacaranda de más de 40 años de edad y 20 metros de altura fue derribada sin justificación alguna a las afueras de la casa número 29 de Roberto Gayol, entre Matías Romero y Eje 6 Sur Ángel Urraza, también en la colonia Del Valle.
Los vecinos atribuyeron la infamia, perpetrada el 2 de febrero de aquel año, a una cuadrilla de trabajadores de la Delegación, que con una orden en blanco y armados con una motosierra talaron el árbol sano y verde, con el único pretexto de que sus raíces estaban dañando la banqueta.
Para colmo, relató la vecina María Esther Ochoa, los empleados amenazaron a los vecinos que protestaban con la propia motosierra. “Lástima que la delegación no nos defienda de este deterioro, sino además sea participe de este vandalismo”, dijo al acudir alarmada a este periódico. “Qué tipo de gente tenemos al frente ganando un sueldo que no devenga”.