Restaurantes: Y ahora… ¿quién los regresa?
Fotos: Francisco Ortiz Pardo
El permiso para que restaurantes ocupen la calle es una medida temporal, que tendrá que revertirse más temprano que tarde
La autorización para que restaurantes, fondas y cafeterías de CDMX establecieran terrazas en la vía pública durante la emergencia sanitaria resultó sin duda muy pertinente para salvar miles de empleos y modificó en parte la fisonomía urbana de la capital, que en algunos sitios adquirió giros pintorescos.
FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI
Cuenta un restaurantero cuyo establecimiento de comida del mar se ubica en la emblemática colonia Roma, que gracias al solidario respaldo de la propietaria del inmueble que ocupa, primero, y luego la autorización por parte de las autoridades a raíz de la emergencia sanitaria del Covid-19 para ocupar temporalmente con terrazas al aire libre las banquetas y un carril vehicular, pudo salvar su negocio.
Este pequeño empresario es uno de los miles que en la Ciudad de México se han visto beneficiados con la medida gubernamental, luego de la crisis que significo la pandemia que todavía no termina. “Nos permitió no solo mantener activo nuestro servicio y conservar empleos, sino también ofrecer a los clientes un ámbito diferente y sugestivo que en muchos casos resultó exitoso”, dice. Y agrega con un dejo de sorna: “A ver ahora quién nos regresa”.
Es un hecho que al menos parcialmente, la fisonomía urbana de la capital cambio. Muchas calles de colonias como la propia Roma, la Condesa, Polanco, Del Valle, Coyoacán, Nochebuena, Cuauhtémoc, Narvarte, Escandón, Nápoles, Portales e incluso de las inmediaciones del Centro Histórico, ofrecen hoy un panorama bien distinto al que tenían hace apenas un par de años. Hay lugares que de veras evocan un rincón del Barrio Latino parisino o de alguna plazuela londinense y otros que recuerdan abiertamente el centro de Madrid o de otra ciudad española.
En muchas de esas calles, los establecimientos ocupan gran parte da las banquetas y efectivamente se han extendido también a áreas de estacionamiento e inclusive a carriles vehiculares. Son terrazas al aire libre que irrumpen de diversas maneras el entorno en el que se encuentran, para bien y para mal. En ocasiones son calles enteras, en ambas aceras y a lo largo de varias cuadras, las que ofrecen esa nueva fisonomía, como ocurre por ejemplo en la calle Río Lerma, en la colonia Cuauhtémoc de la alcaldía del mismo nombre.
Entre los establecimientos que han recurrido a esta opción emergente se encuentran lo mismo pequeñas loncherías que pizzerías de cadenas, lugares tradicionales e incluso restaurantes de primera categoría, como ocurre en la zona de Polanco. También hay taquerías tan populares como la de los Hermanos Luna, en Mixcoac, que de plano se han salido a la calle con todo y cola de compradores.
La apariencia de estas extensiones de restaurantes, bares y cafeterías tiene variantes casi infinitas, aunque con un común denominador: forman especies de “corralitos”, generalmente delimitados por macetas con plantas o cercas de madera, donde alojan las mesas para los comensales. Generalmente están cubiertas, para lo cual se emplea también una gran variedad de materiales. Muchas de ellas tienen incluso alumbrado y no faltan por ahí los anuncios luminosos, de neón. De hecho, parece no haber más límite que la creatividad de los propios restauranteros o sus asesores.
Lamentablemente, como en todo, no faltan los abusos. Un ejemplo evidente es el de la taquería Tacoarte, en la esquina de las calles Carolina y General Porfirio Díaz, en la colonia Nochebuena de la alcaldía Benito Juárez. Los propietarios o encargados de esa negociación tienen absolutamente invadida la banqueta, al grado de dificultar el paso peatonal, además de que se han extendido más de media cuadra sobre los frentes de otras propiedades, justo frente al Parque Hundido.
Hay otros, inclusive en Anzures o en la Condesa, que prácticamente ha edificado un nuevo local a base de estructuras metálicas fijadas al piso, como si se tratara de un establecimiento permanente y no temporal, lo cual está expresamente prohibido.
Y, claro, esta nueva modalidad comercial, que en efecto ha significado la salvación económica para los restauranteros y a menudo un atractivo nuevo para la clientela, tiene sus efectos negativos que resienten directamente los vecinos, como son el ruido, la inseguridad y los problemas de movilidad que esta situación sui generis representa. En zonas como la Roma Norte y la Condesa han surgido ya las protestas vecinales para demandar a los comerciantes el cumplimiento estricto de la norma y los acuerdos a que se ha llegado para la operación adecuada de sus negocios y a la autoridad un mayor rigor para evitar que esto se convierta en un caos, como a veces parece.
El gobierno de Ciudad de México estableció una normatividad especial sobre este tema, para enfrentar la contingencia sanitaria. Esa reglamentación fue actualizada en febrero pasado, con la condicionante de que tendrá vigencia en tanto la autoridad sanitaria decrete oficialmente el fin de la pandemia.
En un decreto publicado en la Gaceta Oficial de CDMX el 27 de ese mes, se ratifica por ejemplo que sobre el inmobiliario que está permitido se cuentan las sombrillas, mesas, sillas o bancos; toldos, plataformas, soportes, barreras físicas o señalética de protección “que no se hallen sujetos o fijos a la vía pública”.
Y ojo: los establecimientos podrán colocar los enseres siempre que se cuente con una banqueta de tres metros de ancho o más. Cuando se coloquen enseres sobre arroyo vehicular, se deberá garantizar la protección de las personas usuarias con barreras físicas y señalización que deberá colocarse dentro de los límites del cordón de estacionamiento. A la par, los muebles en banqueta deberán dejar un espacio libre para el paso peatonal en línea recta de al menos dos metros de ancho, continuo y sin obstáculos
Queda claro por lo demás que los establecimientos mercantiles podrán establecer sus terrazas en el arroyo vehicular solo cuando se encuentre en una vías secundaria, lo que excluye en automático a restaurantes ubicados en vías primarias como Insurgentes Sur, la avenida Chapultepec o el Eje 7 Sur Félix Cuevas de la Dela Valle Sur, por ejemplo.
Además, pone el documento, “los establecimientos que no cuenten con fachada principal a la banqueta, no podrán colocar enseres en vía pública”. Asimismo, en el caso de centros o plazas comerciales o inmuebles que albergan varios establecimientos, queda prohibida la colocación de enseres en vía pública:
La medida en su momento fue más que pertinente. Hay que pensar que tan sólo en 2020 cerraron en CDMX más de 13 mil 500 restaurantes y cafeterías, con lo que significa eso en pérdida de empleos. Las normas sanitarias para controlar la pandemia obligaron a muchos establecimientos a de plano cerrar sus puertas. Otros se ajustaron a una reducción del número de mesas y comensales, guardando la debida distancia y una adecuada ventilación y obligando el uso de tapetes sanitizantes y gel antibacterial.
Sin embargo, se trata necesariamente un recurso temporal, porque sería inaudito que se mantuviera de manera indefinida con las consecuencias de todo tipo –sanitarias, urbanas, viales, visuales, etcétera—para una ciudad de las características y dimensiones de la capital mexicana.
Muy bien; pero ahora… ¿quién los va a regresar?