Ciudad de México, octubre 18, 2024 02:29
Francisco Ortiz Pardo Opinión

EN AMORES CON LA MORENA / ¿Si no te nombro, no existes?

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Alrededor del depredador hay gente que lo envalentona con el “primero eres tú y luego tú”, sin percatarse que esa es la ruta más efectiva para la autoextinción emocional.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

No callaré nunca en mi propio silencio, 

te lo prometo en reciprocidad,

las heridas que me provocaste antes y después

de haber agradecido conocerme.

No pienses en tu atrevimiento 

de aparecerte en mi vida

como la pianista desesperada. 

Echaste a perder el final de la película. 

No expliques, no hay ley para condenarte, 

no importa que yo me sienta como un trapo (que no siente).

¿Para qué, si puedes decir simplemente 

que lo lamentas, si solo importa que tú sigas igual?

Más allá de controversias sobre el lenguaje que han dado en llamar “inclusivo”, pongamos la expresión de “presidenta” a Claudia Sheinbaum para asumir su dicho en la toma de posesión del 1 de octubre: “Lo que no se nombra, no existe”.

No regateo la parte donde ella fue congruente con el sofisma (originalmente atribuido al filósofo George Steiner), desde que en el mismo acto que careció de republicanismo omitió a las madres de los desaparecidos y sus hijos, así como toda actitud reconciliadora con esos cuatro de cada 10 sufragantes que no votaron por ella. El problema es que a la mandataria le faltó su dosis de Sartre para comprender que la existencia precede a todo, incluidas las esencias y que, en todo caso, las frases hechas son parte de un rasgo de personalidad, una forma demagógica de ser. En otras palabras: Cada quién copia las frases que le van.

El comportamiento que cito da motivo no solo para dejar constancia del cambio en el estilo de su predecesor y mentor, López Obrador, de vilipendiar a los diferentes, al de ignorarlos. Algo que se pone muy a tono con esa tan capitalista forma de ser de las sociedades “modernas”, donde las personas son tratadas como cosas, unas que valen más que otras y que pueden ser abandonadas a su suerte una vez que cumplieron su “función”.

Lo peor del caso es que alrededor del depredador hay gente que lo envalentona con el “primero eres tú y luego tú”, sin percatarse que esa es la ruta más efectiva para la autoextinción emocional, el aislamiento, pues aunque seres solitarios inevitablemente, los humanos necesitamos de los demás. La omisión de las madres buscadoras por parte Sheinbaum –y también su falta de empatía con los deudos del Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, asesinado apenas el domingo pasado—, viene a cuento porque en las relaciones humanas en general, y en la política y el amor en lo particular, “desaparecer” simbólicamente los cadáveres es una forma de violencia afectiva que nunca debemos normalizar. Los efectos acerca de la falta de explicaciones sobre las causas de una muerte o el término de una relación amorosa, son asombrosamente semejantes, según sostienen lo mismo tanatólogos que psicólogos sociales. Significan llanamente la “anulación” del otro. Pero eso es solo una definición; porque lo más grave es el daño provocado, a veces de repercusiones inconmensurables.

Me han explicado con mucha precisión y en varias ocasiones que la secuela de daño ante un ghosting, como se le llamaa una conducta que se va naturalizando cada vez más a través de las redes sociales y que consiste en tratar como una pieza de recambio a un novio o una novia, a la pareja, desapareciéndose sin la pertinente responsabilidad afectiva, es comparable con el sentimiento que perdura en los familiares de las personas desaparecidas. La diferencia, allende las sensibilidades individuales, es que este último tema está colocado en la problemática social, es mediático y es denunciado, y en cambio lo otro permanece en un todavía más injusto ostracismo de impunidad moral. Además, aunque cruce por la traición, el clásico diría: “no hay delito que perseguir”. Pero resulta quee aunque no se nombre… sí existe.

A mí me consta que hay personas aparentemente humildes y generosas, que dan clases sobre ética y al mismo son capaces de esfumarse sin importarles en lo más mínimo lo que sienta la persona de la que ya sacaron provecho. ¿Acaso se trata del narcisismo encubierto? Es una crueldad, por supuesto, que cruza por la traición y supone consecuencias posteriores para quien la ejerce; pero nada la justifica.

En mi labor periodística por supuesto que siempre estaré del lado de quienes sufren por familiares desaparecidos. Lo paradójico es que también he escrito poemas sobre llorar ante tumbas vacías por la falta de explicaciones de quien desaparece, así como la falta de “evidencia” de un cadáver. Aunque no se nombren, en ambos casos se trata de vidas pisoteadas.

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