Ciudad de México, noviembre 24, 2025 16:21
Ciudad de México Vecinos

Colapsa participación vecinal en CDMX: 70% de Copacos, incompletos.

Informe del IECM revela que menos del 10% de mil 769 comisiones existentes logra documentar sus asambleas ciudadanas.

La debilidad estructural de las Copacos pone en riesgo la vigilancia del Presupuesto Participativo, por desconocimiento de atribuciones y la capacitación insuficiente.

STAFF/LIBRE EN EL SUR

El modelo de democracia participativa en la Ciudad de México atraviesa un momento de fragilidad crítica.

Las alarmas se encendieron ante la divulgación de un informe oficial del Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM), confirmando un escenario preocupante que fue destacado por el diario Reforma en su edición deeste lunes.

El número de Comisiones de Participación Comunitaria (Copaco), indica el informe, disminuyó en la capital y la inmensa mayoría –que llega al 70 por ciento–, de las mil 769 que existen en la actualidad operan incompletas.

El dato condensa el fracaso operativo de los órganos de representación vecinal, no es solo una estadística, sino la evidencia de que una estructura clave para la toma de decisiones ciudadanas se está desmoronando a mitad de su gestión.

La crisis se cimienta en dos pilares de debilidad. Por un lado, la disminución en el número total de Copacos revela una falla sistémica en la retención y consolidación de las comisiones electas.

El abandono de funciones, las renuncias o la simple incapacidad para instalar la totalidad de las comisiones previstas, señalan que el proceso electoral logra la foto de la votación, pero no la estabilidad política de estos órganos. El fracaso en sostener el número total de Copacos es un fracaso en la legitimidad del modelo que el propio IECM promueve.

Pero el problema más grave radica en la parálisis funcional que sufre la mayoría de las mil 769 comisiones existentes al operar de manera incompleta. Jurídicamente, una comisión incompleta carece de la fuerza necesaria para alcanzar el quórum legal. Esto significa que estos órganos electos, diseñados para fiscalizar, proponer y decidir, se encuentran impedidos de sesionar de manera formal y, en consecuencia, de tomar decisiones vinculantes. Este estado de parálisis funcional anula la voz vecinal en la fase más crucial: la ejecución y supervisión de los proyectos.

El propio informe del IECM, es autocrítico al identificar las raíces de este deterioro. Una de las fallas más persistentes y fáciles de corregir, reconoce, es la falta de documentación y evidencia de las actividades realizadas.

Al no entregar los informes requeridos a las Direcciones Distritales, una parte significativa del trabajo vecinal se vuelve invisible, carente de valor institucional y fiscal. Esta falla en la transparencia burocrática es lo que convierte a una COPACO activa, pero sin papeles, en una comisión “desaparecida” para el sistema.

La segunda raíz del problema reside en la capacitación insuficiente y el desconocimiento de las atribuciones. Los vecinos electos, a menudo sin experiencia previa en gestión pública, no están recibiendo las herramientas esenciales para interactuar con las Alcaldías, gestionar licitaciones o fiscalizar correctamente los recursos.

El informe sugiere que la instrucción es “poco clara”, lo que relega a las comisiones vecinales a la inoperancia, evidenciando que el IECM y las Alcaldías no han asumido su responsabilidad de dotar a estos ciudadanos de un verdadero manual de operación que trascienda los tecnicismos legales.

Las consecuencias de este colapso son palpables en la vida diaria de los capitalinos. La inactividad de las Copacos impacta directamente en la gestión del Presupuesto Participativo, el mecanismo que asigna miles de millones de pesos a proyectos elegidos por los vecinos.

Una COPACO paralizada o ausente no puede validar los proyectos, no puede supervisar el avance de las obras ni exigir cuentas a las autoridades, lo que crea un caldo de cultivo para el uso discrecional de los fondos, la dilación de los proyectos y la frustración vecinal. La elección de estos órganos, que debería culminar en una mayor vigilancia de los recursos, se convierte en un costoso ejercicio democrático sin resultados prácticos.

Ante este panorama, la solución que propone el IECM se centra en reforzar la estrategia de capacitación institucional. Si bien es un paso necesario, la crítica objetiva debe señalar que esta respuesta es reactiva y potencialmente insuficiente. La crisis no se resuelve solo con más cursos; requiere una reingeniería completa del soporte que las Alcaldías y el propio Instituto deben proporcionar.

La parálisis de las Copacos es, en última instancia, una manifestación de la escasa prioridad institucional que se le otorga a la democracia de base. Mientras la estructura vecinal clave siga operando en un estado de fragilidad crónica, la participación ciudadana en la capital seguirá siendo una promesa institucional incumplida, vulnerable a desaparecer.

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