Ciudad de México, septiembre 13, 2025 13:18
Tradiciones Vestigios

Artesanos, los ‘héroes’ silenciosos detrás de las Fiestas Patrias

Manos anónimas que, desde talleres y calles, tejen el alma de las fiestas tradicionales de septiembre.

STAFF/LIBRE EN EL SUR

En los talleres donde se confecciona la fiesta, el bullicio de la calle es un eco lejano. Con manos que conocen el oficio como la propia memoria, un artesano, el rostro surcado por los años y concentrado en su labor, se inclina sobre una pila de papel de china apilado, tan alta como un diccionario antiguo. Con un mazo de madera y un puñado de cinceles afilados, percuta los pliegos para dar forma a las figuras que adornarán las calles y las plazas: águilas, campanas y el escudo nacional que se repiten una y otra vez. Es un oficio que se ha transmitido de generación en generación, un conocimiento ancestral que se mantiene vivo lejos de los reflectores.

“La gente ve el papel picado como algo simple, un adorno más”, comenta el artesano, sin levantar la vista. “No saben el tiempo que toma. Cada corte debe ser preciso, si te equivocas, toda la pila se echa a perder”. Explica que, aunque el papel se ha vuelto más accesible, la técnica sigue siendo la misma desde los tiempos prehispánicos, cuando se usaban hojas de amate. “Pero al ver nuestros diseños ondeando al viento, sabemos que contribuimos a la alegría colectiva, a esa emoción que hace que el corazón se hinche”. Este trabajo manual, meticuloso y silencioso, es la base de una festividad que se vive con euforia en el espacio público.

A poca distancia de los talleres, la dinámica es completamente distinta. En la bulliciosa vendimia que antecede al Grito, el aire se llena de olores de antojitos, música de mariachi que sale de pequeñas bocinas y un torbellino de colores. La vendedora, con una habilidad forjada en años de experiencia, atiende a un flujo incesante de familias. Su puesto callejero es un microcosmos de la festividad: atiborrado de banderitas de plástico, sombreros de charro de fieltro y matracas de madera. “Son cosas que no son para durar, pero su propósito es llenar de alegría por un día”, explica mientras acomoda una hilera de cornetas tricolores. Su trabajo es que nadie se quede sin un accesorio para unirse al festejo. Ella sabe que, aunque sus productos son sencillos, son esenciales para que la fiesta en la calle tome vida.

En un estudio de diseño, una bordadora se dedica a una labor más pausada, casi de meditación. Con hilos de algodón en tonos patrios, crea vestidos y blusas que replican diseños tradicionales. Con cada puntada, su objetivo es preservar un arte que corre el riesgo de ser olvidado. La puntada de ojal se combina con la puntada de cadeneta para crear las flores y los patrones geométricos que dan identidad a la prenda. “El bordado es una forma de mantener viva la tradición. Cada puntada representa un pedazo de nuestra historia y de nuestra cultura. Es una conexión con las generaciones que nos precedieron”, comenta. Su clientela busca piezas únicas, que aprecian la diferencia entre lo masivo y lo artesanal.

La celebración también tiene una dimensión sonora y luminosa, un arte tan riesgoso como espectacular. En los talleres de pirotecnia de las afueras, el pirotécnico se dedica a un oficio milenario. Con guantes y mascarilla, mezcla la pólvora, el carbón y los diferentes químicos que darán los colores al cielo. El olor a azufre es intenso y la concentración es total. “La gente solo ve la explosión de luz, no el trabajo de la mano, la precisión necesaria para que el cohete no se desvíe o se apague antes de tiempo”, explica uno de ellos. Su labor es crear la magia efímera que iluminará el cielo nocturno con los colores de la bandera.

Así, desde los silenciosos talleres donde se esculpe el papel hasta los puestos ruidosos de la vendimia, y de los estudios de bordado a los talleres de pirotecnia, la fiesta del 15 de septiembre se construye a partir de miles de trabajos que, aunque invisibles para la mayoría, son la base de la celebración. Cada banderita, cada papel picado, cada bordado y cada cohete son un pedazo de un esfuerzo colectivo que da forma y color al orgullo de ser mexicano, una labor que cada año se renueva con la misma pasión que el primer grito de Independencia.

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