Ciudad de México, junio 2, 2025 03:59
Alcaldía Coyoacán Revista Digital Junio 2025

La Casa Roja: El otro corazón de Frida, a punto de latir en Coyoacán

En septiembre abrirá el inmueble donde vivieron los padres de Frida Kahlo antes que ella naciera; será como recorrer un álbum familiar.

STAFF / LIBRE EN EL SUR

En Coyoacán, ese barrio donde las bugambilias trepan por los muros como si fueran pensamientos, está por abrir sus puertas un museo que late con una intimidad distinta: la Casa Roja de Frida Kahlo. Será el 27 de septiembre de 2025 cuando esta residencia, hasta ahora poco conocida fuera del círculo familiar, reciba a sus primeros visitantes como el nuevo Museo Casa Kahlo, hermanándose con la famosa Casa Azul, pero sin repetirla.

Porque aquí no se trata del mito público ni del ícono revolucionario, sino de la Frida hija, la hermana, la niña que aprendía a mirar el mundo con los ojos de Guillermo Kahlo, su padre fotógrafo. Aquí no encontraremos los vestigios del drama con Diego Rivera, sino los rastros de una infancia doméstica, las raíces que sostuvieron su identidad antes de convertirse en símbolo.

La historia de la Casa Roja –ubicada en Aguayo 54– comienza con los padres de Frida. El inmueble perteneció originalmente a Guillermo Kahlo y Matilde Calderón. Fue su hogar familiar antes de que Frida naciera en la ahora célebre Casa Azul. Años después, ella misma la compró para su hermana Cristina, quien vivió ahí con sus hijos. Es decir, no se trata de una adquisición tardía o accidental: es parte del corazón de la genealogía Kahlo.

Este lugar, que conservó su carácter privado por más de un siglo, pasó luego a manos de Mara Romeo Kahlo, sobrina nieta de Frida y actual heredera del legado familiar. No es un museo impuesto desde el mercado del arte ni una atracción de ocasión: es una ofrenda hecha casa, un proyecto gestado desde los afectos y la historia.

Mara ha insistido en que esta nueva sede no pretende competir con la Casa Azul. “No es una franquicia”, ha dicho. Se trata, más bien, de mostrar otra Frida: la niña, la hermana, la hija de un fotógrafo alemán cuya mirada meticulosa la marcaría para siempre. La que bordaba a los cinco años, la que escribía cartas a su padre, la que se refugiaba en los objetos pequeños.

La casa como diario íntimo

En ese espíritu, la Casa Roja ofrecerá una colección inédita: muñecas, joyas, ropas, fotografías, escritos, su primer óleo —el que mostró a Diego Rivera para que evaluara su talento—, así como un mural recientemente hallado que algunos atribuyen a Frida y que podría ser la única obra mural de su autoría. La museografía, desarrollada por el Rockwell Group, ha sido pensada para honrar la memoria sin fosilizarla: ni nostalgia turística ni sacralización de museo de Estado, sino un recorrido íntimo, como si se caminara por un álbum familiar.

El enfoque también busca conectar con las raíces de la artista en lo comunitario. Habrá espacios para talleres, conversatorios y muestras que involucren a pueblos originarios, retomando el profundo amor de Frida por la cultura indígena y su apropiación simbólica del mestizaje.

Ubicada a pocas cuadras de la Casa Azul, la Casa Roja enriquecerá el circuito cultural de Coyoacán, un barrio que ha resistido (a duras penas) la turistificación exprés. Esta nueva parada permite comprender a Frida no sólo como mito, sino como persona: sus heridas, su familia, sus silencios.

Porque antes que ícono, Frida fue hija. Fue hermana. Y también fue esa niña que pintó su primer óleo para que su padre la mirara con orgullo. La Casa Roja quiere contarnos esa historia.

Epílogo Azul

Y ya que la Casa Roja se abre como un nuevo umbral, vale la pena recordar el origen de todo: la Casa Azul, en la calle de Londres 247, en la colonia Del Carmen, Coyoacán. Construida por Guillermo Kahlo en 1904, fue el hogar donde nació Frida el 6 de julio de 1907 y donde murió el 13 de julio de 1954. La casa fue donada al pueblo de México por Diego Rivera un año después, y desde 1958 funciona como museo.

La Casa Azul es un testimonio vívido del universo de Frida: su recámara con espejo en el techo, el taller con caballete, su silla de ruedas frente a los pinceles, los corsés de yeso, el patio con la pirámide prehispánica y la cocina de azulejos amarillos con nombres de amigos en letras negras. Ahí se mezclan el dolor físico, la pasión política, la devoción por lo mexicano y los vestigios del amor volcánico con Diego.

Mientras la Casa Azul exhibe el espectáculo del sufrimiento y el arte de Frida en su adultez, la Casa Roja ofrece la arquitectura emocional de su infancia, sus vínculos primordiales, su genealogía afectiva. Ambas casas no se contradicen: se explican.

Fuentes:

Vogue México, mayo 2025. Elle México, 26 de mayo de 2025. CDMX Secreta. El País, “La Casa Roja, el corazón de la familia Kahlo”, mayo 2025. Declaraciones de Mara Romeo Kahlo. Museo Frida Kahlo – Sitio oficial.

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