CDMX anuncia que 2026 será “el año sin obras”
CDMX. Un año sin obras. Foto: especial.
Gobierno capitalino decreta pausa total de un año para evaluar daños acumulados.
Vecinos celebran; desarrolladores piden “paciencia histórica”.
STAFFF/LIBRE EN EL SUR
Difundida la tarde de este sábado, una decisión calificada como “valiente, necesaria y absolutamente excepcional” —al menos en el papel—, el Gobierno de la Ciudad de México anunció que 2026 será oficialmente el “Año sin Obras”, una pausa integral a toda excavación, construcción, ampliación, “mejoramiento urbano” y proyecto de impacto vial o inmobiliario en la capital del país.
La medida, según el comunicado, busca evaluar de manera seria y profunda los daños acumulados tras años de obras simultáneas, permisos exprés, cierres viales permanentes y desarrollos que prometían modernidad, pero entregaron polvo fino, ruido constante y una vocación insospechada para romper tuberías.
La suspensión aplicaría tanto a obras públicas como privadas, incluyendo:
– Nuevos edificios habitacionales “de baja densidad” con 12 niveles
– Ampliaciones viales que reducen carriles
– Intervenciones “temporales” que llevan media administración
– Proyectos con nombres en inglés que nadie pidió
– Y cualquier excavación que implique romper la banqueta “solo tantito”
De acuerdo con las autoridades, el objetivo es detener la inercia, observar la ciudad sin maquinaria pesada y permitir que calles, colonias y vecinos recuerden cómo era caminar sin vallas metálicas, polvo en los pulmones y un joven con casco diciendo “ya casi terminamos”.
“Necesitamos saber qué tanto daño hicimos antes de seguir arreglando lo que ya habíamos arreglado el año pasado”, señala el documento, en una de sus frases más sinceras.
Libre en el Sur tuvo acceso al documento completo, un texto de más de 40 cuartillas redactado en tono técnico-empático, que incluye detalles no difundidos públicamente y varias confesiones involuntarias.
Uno de los apartados propone una “moratoria sonora”, que prohibiría taladros, martillos neumáticos y maquinaria pesada antes de las 9 de la mañana y después de las 6 de la tarde, salvo en casos de urgencia, definidos como:
cualquier obra con retraso, cualquier obra con presión política y cualquier obra que “ya no se puede detener”.
El documento contempla además un inventario de obras inconclusas, clasificadas en tres categorías:
– “En etapa final desde hace años”
– “Pendiente por ajuste presupuestal”
– “No sabemos quién la autorizó, pero ahí está”
Incluye también un glosario oficial para redefinir términos recurrentes en la comunicación gubernamental. Por ejemplo:
obra emergente, que pasaría a significar “obra no planeada”;
afectación menor, entendida como “molestia prolongada”;
y mejoramiento integral, descrito con honestidad como “vamos a romper todo para dejarlo parecido”.
Otro capítulo plantea la instalación de mesas de escucha vecinal no resolutivas, cuyo objetivo explícito sería “canalizar el malestar acumulado”.
No prometen soluciones, pero sí café, galletas y la posibilidad de decir por vigésima vez que “nadie avisó”.
El texto reconoce que estas mesas permitirán documentar, por primera vez, cuántas veces un mismo vecino ha escuchado la frase “ya casi terminamos” sin que eso ocurra jamás.
La decisión contempla también una auditoría urbana simbólica, sin carácter vinculante, que revisará impactos en movilidad, árboles, acuíferos, viviendas colindantes y salud mental de personas expuestas a obras desde 2015, año que el documento identifica como “el inicio de algo que se nos fue de las manos”.
Vecinos de distintas alcaldías recibieron el anuncio con una mezcla de incredulidad y entusiasmo prudente.
Algunos celebraron la posibilidad de abrir la ventana sin aspirar cemento, mientras otros preguntaron —con experiencia— si la pausa incluye las obras que “ya iban a terminar, ahora sí”.
El sector inmobiliario pidió calma.
En un posicionamiento conjunto, representantes de la industria advirtieron que un año sin obras podría generar ansiedad entre inversionistas acostumbrados a ver una grúa desde cualquier punto de la ciudad, y solicitaron que la pausa sea “flexible, interpretativa y sensible al mercado”.
Fuentes cercanas al gobierno aclararon que no habrá excepciones, salvo aquellas que, por razones técnicas, legales o inexplicables, “no puedan detenerse porque ya están demasiado avanzadas para frenarse y demasiado mal planeadas para concluirse”.
El documento cierra con una frase que ha generado debate incluso entre sus redactores:
“Detenerse también es una forma de avanzar”.
Las autoridades insistieron en que la medida no implica renunciar al desarrollo, sino repensarlo “con menos prisa y más memoria”, y añadieron una promesa final, escrita en letra pequeña pero con enorme carga simbólica:
durante 2026 no se colocará ninguna lona que diga ‘Disculpe las molestias’,
porque —según el propio documento— las molestias ya fueron suficientes.
El “Año sin Obras” comenzará el 1 de enero…
siempre y cuando nadie encuentre, antes de eso, una razón urgente para romper el pavimento.
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Inocente palomita, que te has dejado engañar sabiendo que en este día en ningún editor debes confiar.















