Ciudad de México, octubre 8, 2025 15:02
Ciudad de México

‘Aterriza’ Boeing 737 en Periférico Sur… y CDMX vuelve a ser un set surrealista

Cuando la ciudad se acostumbra a todo, hasta a encontrar un avión entre autos

Un fuselaje, un tráfico monumental y un pretexto para presumir “utopías” urbanas.

STAFF / LIBRE EN EL SUR

Ciudad de México amaneció este fin de semana con una nueva rareza digna de cualquier película surrealista: un Boeing 737 varado en la lateral del Periférico Sur, a la altura de San Jerónimo, en la alcaldía Magdalena Contreras. No aterrizó de emergencia ni cayó del cielo; simplemente fue colocado ahí, como quien estaciona un Tsuru viejo, mientras el tráiler que lo transportaba se tomaba un respiro.

El fuselaje —blanco, sin alas y con aire de “panteón de aviones”— provocó que automovilistas se toparan con una escena insólita: en medio del tráfico eterno de sábado, un avión más largo que el sentido común bloqueando carriles laterales. Por supuesto, las redes sociales hicieron lo que saben: saturar de fotos y videos mientras se especulaba sobre un aterrizaje forzoso, una emergencia o el rodaje de alguna serie posapocalíptica.

Pero no, no es Hollywood ni Netflix. El 737 salió de un depósito de aeronaves en el oriente de la ciudad y su destino final es la llamada Utopía El Oyamel, un ambicioso (y fotogénico) complejo cultural y recreativo que el gobierno capitalino construye en Magdalena Contreras. Ahí, el avión será reciclado como biblioteca, sala de lectura o espacio interactivo —porque nada dice “cultura” como un fuselaje abandonado con wifi.

Lo que no se recicló fue el caos vial. Durante horas, la maniobra para colocar y luego volver a mover el aparato colapsó la lateral del Periférico Sur. Miles de capitalinos atrapados en el embotellamiento improvisaron su propia meditación urbana mientras las autoridades, fieles a la tradición, apenas emitían mensajes confusos: que si traslado especial, que si pronto se libera un carril, que si paciencia ciudadana.

El episodio deja claro que la CDMX puede con todo: edificios que brotan sin servicios hídricos, baches existenciales y ahora aviones estacionados como si nada. También deja una pregunta flotando en el aire (o en el asfalto): ¿era necesario mover el avión en plena hora de tráfico y sin una logística que evitara convertir el Periférico en pista de desfile?

Al final, la maniobra sirve de metáfora involuntaria: mientras se presume una “utopía” urbana, la realidad cotidiana de la capital —congestionada, imprevisible y resignada— se queda varada junto a un Boeing sin alas.

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