Ciudad de México, noviembre 22, 2024 02:19
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Crecimiento poblacional y desarrollo

La coyuntura por la cual atraviesa el país, no necesariamente construida por factores endógenos ni mucho menos voluntarios, debe ser analizada con tiento y pensando en las alternativas pertinentes de construir si observamos algunos datos divulgados esta semana. El futuro es modificable, pero requiere algo más que buenas intenciones. Veamos.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi, dio a conocer que entre 2015 y 2016 el número de mexicanos creció en un millón. La Encuesta Nacional de los Hogares muestra que al día de hoy 122 millones 300 mil seres humanos ocupamos el territorio nacional y de esos más de las tres cuartas partes vivimos en zonas urbanas. Entre los datos que contiene la publicación me permito destacar el siguiente, 30 millones de personas mayores de 15 años presenta algún rezago educativo. Es decir, sin algún grado de escolaridad, o no cuenta con primaria, o no concluyó la educación secundaria o tiene instrucción técnica con antecedentes de primaria (1 o más grados).

Por su parte, el Informe general del estado de la ciencia, la tecnología y la innovación 2015, difundido por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnológica Conacyt, establece que 11.4 millones de personas componen el Acervo de recursos humanos en ciencia y tecnología. Estos son tanto quienes concluyeron la educación universitaria como los que se desempeñan en actividades relacionadas con dichos sectores. No obstante, el documento señala que de dicho Acervo únicamente 6.6 millones están ocupados.

En términos de la contradicción que enfrenta el país en materia de desarrollo económico, tecnológico, científico e industrial, los datos son alarmantes. Entre mexicanos capacitados pero sin oportunidades de laborar y quienes guardan algún tipo de rezago educativo, la cifra excede los 36 millones de personas. Es el equivalente a la población de países como Chile, Ecuador o tres veces Suecia. Desperdicio del bono demográfico que toma tintes de una crisis ya no estructural sino sistémica.

Aludir cifras o estadísticas tiene como objetivo establecer que cuando México ocupa lugares poco afortunados en innovación, desarrollo tecnológico o patentes no es fruto de la casualidad o una suerte de impedimento geográfico. La nula planificación prospectiva se materializa al revisar el Índice Mundial de Innovación, a cargo de la Universidad de Cornell y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. México ocupa el lugar 58 de 130 economías analizadas.

El cambio tecnológico, ese que hace un lustro era motivo de películas de ciencia ficción, hoy forma parte de las palancas de desarrollo para los países y las empresas a nivel global y, con datos como los anteriormente expuestos, corremos el riesgo de ya ni siquiera ser maquiladores. Por ejemplo, la industria 4.0, la llamada cuarta revolución industrial, se asoma como un proceso económico, social e incluso cultural al cual no podemos perder de vista.

Robots autónomos, comunicándose entre sí; la realidad aumentada; el Internet de las Cosas en todos los procesos productivos y sociales; el almacenamiento en la nube, entre otras herramientas del llamado Tercer Entorno aplicadas en la cotidianidad, demandan especialización y planes de crecimiento mucho más ambiciosos que tener a millones con rezago educativo o sub utilizados.

La cuarta revolución industrial no debe pasar desapercibida. Contamos con la suficiente fuerza laboral para capacitarla y brindarle la posibilidad de desarrollar habilidades para el futuro. No existe alguna limitante ontológicamente objetiva para colocar al país en una ruta de crecimiento basada en un modelo propio para la industria del futuro.

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