DAR LA VUELTA / ¿Con el blob?
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Cartél de 'La mancha voraz' (1958). Foto: Especial
“Si agrupamos a los partidos políticos en torno a la canasta donde subsisten y resisten, hasta que las condiciones sean propicias para ello, sin anuncios ni libelos, veremos que forman parte de un conjunto en que son copartícipes de un ambiente que en apariencia busca su anulación, pero en la práctica generan su ratificación”.
POR DIEGO A. LAGUNILLA
“Si hay de otra”. La pregunta ronda mi cabeza desde que vi en el automóvil un anuncio espectacular, de esos que inundan nuestra ciudad y engañan al manejar, de una organización política “profesional” que justo aquí en nuestra demarcación, la Benito Juárez, se gestó, maduró y también declinó.
Me sonrío al pensar que, en los lugares aparentemente más conservadores de nuestro país, incluso más allá de nuestras fronteras también, se han dado las grandes proezas liberales, por no decir libertarias, incluso anarquistas, que en un momento dado supusieron una transformación radical de las formas y los fondos establecidos.
Paradoja que no nos dejaría de sorprender a menos que diéramos la vuelta al pensamiento y consideráramos que para que algo suceda, por ejemplo, conseguir quitarle dominio a la tradición, o a lo dado por sentado, es necesario primero que exista una tradición a quien “quitárselo” y segundo, algo que pudiera hacerlo, valga la aparente obviedad, como por ejemplo una simple, por compleja, variación. La cual surgirá casi siempre desde un ámbito de lo inesperado.
Una condición obliga a la otra. Sin una no hay otra y, claro, lo que una variación supondrá en primer término es una ruptura de la tradición, un rompimiento, una disolución, un quiebre de ésta, pero no como una fuerza externa, exógena, como se hace creer, si no por el contrario, por una reacción interna y endógena a la propia tradición, por ello fue y es muy difícil poder notar, o hacerse consciente de ello, en sus etapas tempranas, dado que el cambio mana desde adentro y eso misma condición encubre su inicial aparición.
El engaño de inmovilidad en la tradición será su principal trampa y disfraz. El cambio rige y manda sobre una autopista temporal (y por lo mismo espacial) y con el andar, a pesar de sus impulsos y vitalidades iniciales, se convertirá tarde o temprano en una “nueva” tradición, laxa e impasible, que buscará a toda costa mantenerse como tal, bajo la falacia de protegerse de cualquier amenaza “externa” sin comprender que en su propia naturaleza siempre estará presente la
discontinuidad e intermitencia. Lo de afuera es y será una proyección desde adentro y no al revés. No hay algo como un mundo externo, en sí.
Para el caso nos enfrentamos a un ámbito cerrado y no abierto, si por cerrado entendemos que las condiciones generales y particulares conforman su exclusivo perímetro, y en este conviven las semillas de perturbación y alteración, las cuales pasarán en gran medida inadvertidas hasta que se hayan consumado, bajo una regla, que lo dicho, aludido, etiquetado, no valga, no cuente, no se palomee como cambio o como giro tal cual.
Esto es, al designarlas es muy probable que de entrada se esté errando en el juicio y no sean más que elucubraciones sin piso, ni sostén. Dicha fuerza -variación- como antecedente supera a la elaboración conceptual, porque los constructos lo que hacen es cuasi fotografiar lo que los supera, trascienden ya sea como secuencias, incluso como metrajes, valga la metáfora.
El cambio rige y manda sobre una autopista temporal (y por lo mismo espacial) y con el andar, a pesar de sus impulsos y vitalidades iniciales, se convertirá tarde o temprano en una “nueva” tradición, laxa e impasible, que buscará a toda costa mantenerse como tal
Para muestra y, como un ejercicio lúdico meramente, si retomamos las organizaciones políticas nacionales y las agrupamos en torno a la canasta donde subsisten y resisten, hasta que las condiciones sean propicias para ello, sin anuncios ni libelos, veremos que forman parte de un conjunto en que son copartícipes de un ambiente que en apariencia busca su anulación, pero en la práctica generan su ratificación. Son cómplices solidarios del mismo drama. El cual no se escenifica en los días de votación, actividades proselitistas, o trabajo en cámaras, como todos inferimos, pero sí en el día a día de la ministración y manejo de sus recursos monetarios. El dinero es causa y
efecto.
Durante el último quinquenio (2018-2022) la autoridad electoral en México confirió una bolsa por alrededor de mil cuatrocientos millones de dólares (1 más 9 ceros) – se utiliza tal denominación por facilidad en los montos-, para cubrir los “gastos” contables que generaron, de esos la media anual adjudicada fue de 285 millones de dólares.
La organización que tuvo más recursos promedió un 28 por ciento del total, que podríamos denominar primera fuerza, seguida con un 20 por ciento por la segunda fuerza “real” y un 19 por ciento por la segunda fuerza “ilusoria” (tercera en términos duros), que promueve la problemática “si hay de otra”, y que además se auto-refiere como “única” alternativa. En términos prácticos casi están en empate técnico en el segundo lugar, una con otra.
La primera fuerza está aliada con la quinta y con la séptima, en el conteo, entre las tres sumarian el 43 por ciento del disponible total, frente a las “segundas” que están asociadas con la cuarta y suman el 48 por ciento. Es decir, en cuestión de bloques la “segunda” han logrado más recursos que la “primera”, salvo que ésta incorpore en sus filas a la sexta fuerza que hasta el momento se presenta como “independiente”, con mas, menos, un 9 por ciento del total de los dineros.
La lectura simple diría que la primera fuerza tratará por todos los medios disponibles sumar a la sexta y de esta manera tener más efectivo que la segunda y así contar con un fondo listo para ganar la competencia, esto es el panorama electoral general.
Obnubilados por el espejismo de que la “nueva” primera fuerza y sus colegas lograron “arrebatar” presupuesto a la “vieja” primera fuerza en 2018-19, porque “perdió”, al igual que sus socios, cerca de un 42 por ciento de sus recursos, dado que, y aquí, el engaño, gracias a su retórica (populista) se consiguió convencer al mundo externo de sus “beneficios”, lo que se tradujo en que sus “arcas” subieran casi un 150 por ciento, año vs. año. Falso.
El cambio en el flujo de los recursos varió no por quien se “dice”, o para el caso, se “vende” mejor entre los supuestos clientes y/o electores, sino por condiciones propias “internas” del sistema que reacomodó sus haberes, sin volición, para seguir funcionando. El 150 por ciento cambió de etiquetado, pero se mantuvo dentro del conteo total operativo.
En otros términos, la lógica cerebral aquí no operó como hecho rector y es ingenuo considerar, o siquiera plantear, que la aparente primera fuerza “actual” personifica una ruptura, una transformación, una metamorfosis, ni es endógena, tal cual, ni por supuesto exógena, como se quiere hacer creer, es un simple personaje secundario en la obra. El circulante cambio de un bolsillo al otro, del mismo pantalón.
La tradición política continúa y por lo que se ve continuará en el horizonte nacional, a menos que los mecanismos internos de cesura prosperen e irrumpan en el corto, mediano, plazo. Componentes inadvertidos qué, hipotéticamente, más por un sentido de supervivencia “reflexiva” que, por otra cosa, podrían ser postulados por los efectos que tienen, o, mejor dicho, que proyectan en el “exterior”. Léase, la violencia desatada a lo largo y ancho del país. El correr de
sangre es vertiginoso.
Paréntesis. Esto me remite a un texto que leí en la página de la BBC Mundo sobre un organismo vivo “descerebrado” pero altamente efectivo y práctico que lo lleva a sobrevivir y prosperar, eso sí dentro de unos límites no “humanos”, en los cruces entre los reinos: animal, vegetal y fungi. Me refiero al “Blob” -en referencia a la película que se tradujo como “La Mancha Voraz” de 1958 con Steve McQueen como protagonista.
Tal ente unicelular, se ha convertido en punta de lanza para entender y analizar los procesos complejos como la resolución de problemas dado su comportamiento inverosímil, “fuera de lo común”. El Blob (Physarum Polycephalum) tiende a crecer en todas las direcciones a la vez, hasta que encuentra comida y se retrae para fortalecer las conexiones con sus fuentes de alimento, con esas que lo fortalecen, bajo una coordinación “analógica”, de carácter continuo, que mantiene un paso, a diferentes ritmos, para no perecer.
Se considera un superorganismo porque es “uno a pesar de ser muchos” y por lo mismo cuenta con una inteligencia “absurda”, extravagante, que aborda los problemas de formas que no “se nos ocurrirían” y que ponen en tela de juicio nuestras definiciones de inteligencia, astucia e ingenuidad, por llamarlas de alguna forma.
Dicha base “insignificante” de la supuesta jerarquía evolutiva biológica puede, o podría, hacer tambalear a todo el sistema -de creencias y dados por sentado-, para el caso: su orgánica tradición. El Blob sería la variación sin condición. Cierro paréntesis.