DAR LA VUELTA / 2 de octubre: La piedra de la memoria
La manifestación histórica, por Insurgentes Sur. El rector Barros Sierra al frente. Foto: Especial
El 1 de agosto de 1968, la Universidad llegó en una marcha estudiantil hasta la esquina de Félix Cuevas e Insurgentes, al frente el rector. 20 años después del trágico 2 de octubre en Tlatelolco, que se conmemora este domingo, se colocó una roca volcánica de la reserva ecológica universitaria frente a Liverpool Insurgentes, que permanece hasta ahora.
Patricia Vega
Hoy, 2 de octubre de 2022, se cumplen 54 años de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco en 1968, a unos cuántos días del inicio de los XIX Juegos Olímpicos cuya sede fue la ciudad de México, en lo que se conoce como una de las mayores represiones ocurridas durante la segunda mitad del siglo XX mexicano.
Es común que el recuerdo del Movimiento Estudiantil del 68 se reduzca a esa efeméride sangrienta. Sin embargo, el movimiento estudiantil duró 140 días y su arranque ocurrió el 22 de julio a raíz de un enfrentamiento entre estudiantes de la Vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y los de la Preparatoria Isaac Ochoterena incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El origen del conflicto es confuso, pero se atribuye a un pleito entre las pandillas “los Ciudadelos” y “los Arañas” que habitualmente estaban en las inmediaciones de ambos planteles. Los bandos se siguieron enfrentando durante los días subsiguientes, lo que dio pie a la intervención de los granaderos y de la policía local para acabar con el “zafarrancho” entre estudiantes.
Desde el principio se planeó que la marcha finalizara en el cruce de las avenidas Insurgentes y Félix Cuevas, en la alcaldía Benito Juárez. Este es el contexto los dos únicos monumentos públicos que en la ciudad de México honran la memoria del movimiento estudiantil. Una estela en Tlatelolco y una roca volcánica que, desde 1998, se colocó sobre un pedestal en la intersección entre las mencionadas avenidas.
Lo que empezó como una riña callejera se transformó en una imparable bola de nieve: un amplio movimiento estudiantil que aglutinó a jóvenes de diversos planteles que inicialmente protestaron por la represión que habían sufrido sus compañeros. Conforme pasaron los días, el ejército allanó y ocupó diversos planteles del IPN y de la UNAM, al tiempo que los enfrentamientos entre estudiantes y las llamadas fuerzas del orden –el ejército y la policía– se multiplicaban en las calles de la ciudad, con el resultado de una cantidad considerable de jóvenes lesionados y encarcelados.
Así llegamos al emblemático jueves 1ro. de agosto. Ese día se realizó una gigantesca manifestación –se calcula que estuvo integrada por unos 80 mil simpatizantes— convocada por el entonces rector de la UNAM, el ingeniero Javier Barros Sierra quien conminó a los estudiantes para que se manifestaran de manera pacífica, en defensa de la autonomía de la UNAM y con la demanda de la liberación de los compañeros presos y el cese de la represión. Desde el principio se planeó que la marcha finalizara en el cruce de las avenidas Insurgentes y Félix Cuevas, en la alcaldía Benito Juárez y que desde ahí regresara a la máxima casa de estudios del país.
Este es el contexto los dos únicos monumentos públicos que en la ciudad de México honran la memoria del movimiento estudiantil. Una estela en Tlatelolco y una roca volcánica que, desde 1998, se colocó sobre un pedestal en la intersección entre las mencionadas avenidas.
En la placa conmemorativa al pie de la roca podemos leer las siguientes palabras:
El 1ro. de agosto de 1968
La Universidad llegó hasta aquí
Encabezada por su rector
JAVIER BARROS SIERRA
Brazo con brazo, estudiantes y maestros de todo México
Protagonizaron ese día la primera manifestación del
MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968
En defensa de la libertad y de la dignidad nacional.
¡La lucha continúa! La Nave Va
1ro de agosto de 1998
Durante muchos años, esa roca permaneció en un lugar central. Su ubicación estratégica se conservó incluso con la construcción de la estación Félix Cuevas del Metrobús; sin embargo, con la ampliación de la mencionada parada, el monumento fue cambiado de lugar. Si bien la roca volcánica fue recorrida apenas unos cuantos metros, ahora luce arrinconado frente a la fachada de una sucursal bancaria.
De haber devuelto esa gran piedra a su lugar original una vez terminada la obra, el monumento continuaría funcionando como un recordatorio para los peatones y los usuarios del Metrobús. Tampoco estaría mal que los habitantes de la Alcaldía BJ también recorriéramos la avenida de los Insurgentes con la conciencia de que las calles de las colonias colindantes fueron testigos del Movimiento Estudiantil de 1968, una protesta reprimida que se convirtió en un parteaguas en la historia de México.