Fallece el actor Ernesto Gómez Cruz, a los 90 años de edad
Hizo cine, teatro y TV, y entre sus películas están Los Caifanes, El Callejón de los Milagros, El Imperio de la Fortuna, El Crimen del Padre Amaro, Canoa, Cascabel, Actas de Marusia y El Infierno.
Actor exepcional, fue uno de los últimos sobrevivientes de la Época de Oro del cine mexicano; su deceso obedeció a antiguos padecimientos.
El actor veracruzano Ernesto Gómez Cruz, un referente del cine nacional, falleció este sábado, a los 90 años de edad.
Hizo cine, teatro y TV, y entre sus películas están ños Caifanes, El Callejón de los Milagros, El Imperio de la Fortuna, El Crimen del Padre Amaro, Canoa, Cascabel, Actas de Marusia y El Infierno.
Gómez Cruz trabajó con prácticamente todos los directores y actores más reputados de su tiempo y fue acreedor a siete premios Ariel a lo mejor del cine nacional, entre ellos el Ariel de Oro, en 2014.
En su legado profesional están más de 200 créditos entre cine, teatro y TV, y memorables películas, como Los Caifanes, El Callejón de los Milagros, El Imperio de la Fortuna, El Crimen del Padre Amaro, Canoa, Cascabel, Actas de Marusia y El Infierno, por mencionar tan sólo algunas.
A lo largo de su trayectoria, Ernesto Gómez Cruz fue aclamado y reconocido con múltiples nominaciones al premio Ariel, reflejo de su versatilidad y capacidad para adentrarse en complejos personajes.
Por su interpretación de “El Azteca” en Los Caifanes, de Juan Ibáñez, obtuvo una Diosa de Plata, lo que marcó su debut actoral en cine.
Entre sus obras más destacadas se encuentran “El infierno” (2010), “El crimen del padre Amaro” (2002), y “El imperio de la fortuna” (1987), proyectos que no solo demostraron su talento sino también su compromiso con el arte de la actuación.
Fue uno de los últimos sobrevivientes de la Época de Oro del cine mexicano, un periodo en el que la industria alcanzó reconocimiento mundial gracias al talento y dedicación de figuras como él.
Gómez Cruz se aventuró en el mundo del arte inicialmente con aspiraciones musicales, pero pronto encontró su verdadera pasión y vocación en la actuación, dejando una marca imborrable a lo largo de su carrera con más de 154 películas.
Nacido en Veracruz el 7 de noviembre de 1933, el actor fue ejemplo de dedicación y sacrificio, pues su amor por el arte lo llevó a conseguir una beca para trasladarse a la Ciudad de México y estudiar en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), con apenas instrucción primaria y secundaria.
Trabajó prácticamente con todos los grandes directores, como Miguel Littin, Felipe Cazals, Arturo Ripstein y Luis Estrada; también ha laborado con actores de la talla de Damián Alcázar, Ignacio López Tarso y Pedro Armendáriz Jr., entre otros.
“Soy un actor, creo, disciplinado, y me gusta escuchar a mis compañeros actores y a los directores. Admiro a muchos compañeros, y me gusta corresponderles en un set o en un escenario”, sostuvo en una entrevista en 2010, con motivo del controvertido estreno de El Infierno, de Luis Estrada, sátira sobre la proliferación del narco en el País.
Para Gómez Cruz nunca hubo un personaje pequeño, decía que quien medía el trabajo actoral por duración de un personaje solía tener un desempeño condicionado.
“Yo disfruto hacer cine, televisión o teatro. Por supuesto, esto es un oficio, yo vivo de él, pero he rechazado cosas que no me gustan o que simplemente no me emocionan”, resaltó.
Sus últimas actuaciones fueron en las telenovelas Mi Adorable Maldición, En Tierras Salvajes y Por Amar sin Ley. En los últimos años, de casi retiro por motivos de salud, seguía recibiendo propuestas para hacer cine.
En la década de los 90, en llamada época del “Nuevo Cine Mexicano”, Gómez Cruz fue parte de un grupo de figuras, como Daniel Giménez Cacho, Luis Felipe Tovar y María Rojo, entre otros, que con tal de apoyar la realización de filmes, en medio de una crisis económica terrible, sacrificó parte de su salario para la producción.
“No me gusta hablar de eso, porque en su momento se malinterpretó, decían que nos quejábamos, y hasta en los medios decían que sólo llamaban para hacer cine a los mismos actores, pero no cualquiera aceptaba ciertas negociaciones”.