Independencia y nuevos retos
Un misterio todavía envuelve el hecho de que todos los países de América, exceptuando a Cuba y Puerto Rico, hayan logrado casi al mismo tiempo su independencia del imperio español para el año 1821. Desde luego las motivaciones externas e internas que tuvieron eran en mucho semejantes: el descuido de España sobre sus colonias ante la invasión francesa, la independencia de Estados Unidos de los Ingleses, la moda de pensamiento particularmente con Rousseau, y todas las injusticias y abusos cometidos por propios y extraños en el nuevo mundo.
Pero habiendo distancias geográficas que impedían una comunicación más rápida, era imposible organizar un movimiento Americano en pro de la independencia continental. Por eso resultan importantes las coincidencias, pero también las formas propias que cada insurgencia libertaria de América tuvo y que desembocaron con la conformación de las naciones de América.
Hoy, a 200 años de aquellas gestas, es evidente que cada país ha tomado su propio camino, algunos de América del Sur con una presencia mayor hacia Europa, pero México, por su posición geográfica y a pesar de su historia de anti-capitalismo, con la mirada y la agenda mucho más edificada hacia Estados Unidos.
Y a pesar de ello, todavía no tenemos clara la relación con nuestros vecinos del norte porque un fuerte discurso anti-yanqui nos nubla la vista cada vez que el tema se pone de manifiesto, pero la agenda recíproca está tejida con acero y avanza día con día. De hecho la presencia de mexicanos en algunas de las ciudades de Estados Unidos es tan grande que supera la población de cualquier ciudad mexicana sin contar a el Distrito Federal. Si los migrantes mexicanos en busca de trabajo han tenido como segunda opción de vida los Estados Unidos en el último siglo, otro tanto de nacionales crece día con día en los últimos tres años como resultado del éxodo en busca de paz y seguridad.
Nuestra presencia en Europa, aunque creciente, aún es precaria, comparada con la que tenemos en los Estados Unidos, pero del viejo continente seguimos agarrados como para no olvidar parte de nuestro pasado borbónico y románico, aunque a muchos no les guste.
Coincido con Carlos Fuentes cuando dice que “todos somos hombres de La Mancha… ninguno de nosotros es puro, que todos somos reales e ideales, heroicos y absurdos, hechos por partes iguales de deseo y de imaginación, tanto como de carne y hueso, y que cada uno de nosotros es en parte cristiano, en parte judío, con algo de moro, mucho de caucásico, de negro, de indio, sin tener que sacrificar ninguno de nuestros componentes…”. Por eso me parece que la agenda del próximo centenario debería ser, en mucho, la de fundir en un solo mosaico la pluralidad de pensamiento y acción que nos han dado el país que tenemos, pero que aún no hemos aceptado.