Ciudad de México, abril 25, 2024 19:26
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Los momentos de la democracia

La Corporación Latinobarómetro dio a conocer en días recientes su Informe 2017. Dicha muestra recoge el sentir de habitantes de diversos países en un momento específico de los tiempos políticos que vive cada nación. En el caso que nos atañe, México, existen algunos datos que considero importante colocar en perspectiva.

En el rubro “Apoyo a la democracia”, nuestro país experimentó una pérdida de más de 20 puntos porcentuales durante la década reciente, pasando de 59 por ciento en 2005 a 38 en 2017. Relacionado con el anterior indicador, únicamente para el 54 por ciento de los mexicanos encuestados la democracia es el mejor sistema de gobierno y 18 dice estar “satisfecho” con la democracia que observa. La diferencia entre apoyo y satisfacción la marca el desempeño de los agentes al interior de las instituciones. Es decir, el desencanto por las prácticas políticas actuales es manifiesto.

Acerca de la representatividad, uno de los pilares de la democracia liberal ideada en el S. XVIII por tres estadounidenses, no sorprende encontrar que para el 90 por ciento de los encuestados, en México se gobierna para unos cuantos y no se defienden los intereses de la mayoría; en consecuencia, el porcentaje de aprobación es de 20 puntos (en el mismo rubro la cifra para Ecuador y Bolivia es de 66 y 57, respectivamente). Una idea que gana fuerza en espacios donde confluye determinado tipo de juventudes es la relacionada con la nula representación que identifican en las instancias democráticas tradicionales. “Esta clase política no me representa”, escuché en un foro de jóvenes celebrado en días recientes.

Por otra parte, el Informe 2017 contiene percepciones respecto a la corrupción. En una escala donde “0” es nada y 10 “mucha”, los mexicanos incluidos en la muestra calificaron con 8 la corrupción que existe en el gobierno. Es preciso reiterar que no se trata de un asunto cultural, tal y como se intentó comunicar desde instancias oficiales, sino una práctica que floreció y robusteció por las nulas consecuencias ante determinados actos.

Quiero enfatizar que si bien las encuestas son un mecanismo de mercadotecnia que miden momentos específicos que pueden estar condicionados por factores ajenos al tema de las preguntas lanzadas, no debemos pasar por alto los resultados. Y lo considero así porque no distan mucho de las diversas expresiones que la calle provee todos los días. La narrativa de las amplias mayorías a nivel nacional está inmersa en una suerte de sobrevivencia, en la contradicción entre un futuro dado y sin colores y la escasa capacidad de respuesta por parte de los diferentes órdenes de gobierno para modificar significativamente la realidad de millones.

De manera personal y en mi carácter de ciudadana considero que el proceso electoral en marcha representa una oportunidad para renovar, con mecanismo horizontales y donde los ciudadanos sean la vanguardia, el pacto social; construir uno nuevo si es preciso. Necesitamos del talento y valor de todos los interesados en mejorar las circunstancias generalizadas y tomar riesgos, proponer, discutir, encontrarnos e identificar las coincidencias que permitan reducir las diferencias. Por riesgo me refiero a salir un poco de aquello que nos parece normal y pensar en función de construir verdaderos poderes ciudadanos, con propuestas y soluciones de largo plazo. Riesgo de confiar en expresiones formales del entramado electoral que busquen cambiar y colocar el poder en función de la gente. Debemos perder la zozobra, transitamos un momento irrepetible de la democracia donde las condiciones no pueden salvo mejorar.

(Consulta el Informe 2017 aquí: http://www.latinobarometro.org/LATDocs/F00006433-InfLatinobarometro2017.pdf )

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