Ciudad de México, noviembre 23, 2024 02:08
Francisco Ortiz Pardo Opinión

EN AMORES CON LA MORENA / Pausar

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El que pausa practica la oscuridad en su casa. No importan las causas del amor ni los acuerdos comerciales entre las naciones.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

Pausar es un nuevo verbo en mexicano. Y es que, aunque ya existía para la RAE, se refería a otra cosa, que era “interrumpir o retardar un movimiento, ejercicio o acción”. El castellano, hay que recordarlo, es neoliberal. La nueva acepción empleada por el lingüista AMLO proviene del inglés “to pause”, de una región cercana a Houston, donde solía vivir uno de sus hijos en una casa enorme, con una albercotota, llena de misterio. El verbo es de fácil y práctica conjugación: “yo pauso, tú pausas, él pausa, nosotros pausamos…”. Por supuesto que se refiere a la acción de poner en suspenso la relación con alguien, desde una persona hasta una nación.

El verbo pausar tuvo una primera connotación histórica cuando la aplicó el presidente López Obrador para advertirle a los españoles que, aunque tiremos estatuas de Colón o le cambiemos el nombre a la estación del Metro Zócalo por Zócalo-Tenochtitlan o a la calle Puente de Alvarado por Calzada México Tenochtitlan, no estamos acomplejados. Que las relaciones con su rey y su presidente del gobierno, pueden ser pausadas porque acá no nos dejamos de conquistas de hace 500 años ni de imperialismos eléctricos actuales.

Pero ya pausar a los Estados Unidos de América es otra cosa. “Primero está la soberanía”, dice nuestro gobernante, al que dentro de un mes cantaremos Las Golondrinas, una canción que sí unirá al pueblo mexicano, a los que están a favor y a los que están en contra de él. Qué valor ponérsele a Sansón porque aquí el “pueblo manda” y “primero está nuestra soberanía”. No como su admirado Benito Juárez, que era tan amigo de los gringos. El pueblo manda, dice, lo que supone que no él; o sí, porque él sabe lo que quiere el pueblo cuando promueve una reforma al Poder Judicial que ha puesto muy enojado al gobierno de Estados Unidos y su embajador en México, el muy simpático con sombrero Ken Salazar. En el pueblo que manda, por supuesto, no está incluido el 42% de los mexicanos que votaron el 2 de junio pasado por otras opciones y al que hoy le están birlando su representación en el Congreso: La pausa es anulación del voto, de la persona o de un país. Tampoco están en ese pueblo que manda los 12 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos y que pueden sufrir las consecuencias de una mala relación diplomática provocada por AMLO.

Me he quedado pensando en la trascendencia del verbo en tiempos de esta modernidad en la comunicación humana implementada a través de las redes sociales, donde el político responde selectivamente al periodista o la novia que ha traicionado pausa al novio sin darle explicaciones. Pausar evita las obligaciones morales y hace posible que la cero responsabilidad afectiva tenga un lugar –trascendente– en la existencia humana. Hay pausas momentáneas o de más largo tiempo, según el castigo. El que pausa hace la acción de pausar para no responder cuando no se puede responder. O cuando le da miedo dar la cara. La ambivalencia del verbo es cuando uno descubre que al mismo tiempo es una palabra hueca, que en realidad pretende agredir sin decir nada. Pausar es también la acción del silencio agresivo, algo que en nuestros tiempos de niñez, sin teléfonos celulares, le llamábamos “ley del hielo”. Y es que, a veces, hasta un presidente de 70 años de edad es como un niño que no mide consecuencias.  

La acción del que pausa contiene también aires de grandeza. Y como quien la realiza se siente superior, nadie puede cuestionarla, amén del dolor para el otro, en el menor caso lo que resulte de la falta de respeto. Podríamos decir que es el verbo del ego. “Yo pauso, yo pauso, tú no me puedes pausar…” Y la acción se va normalizando de tan repetida, al punto de que el que no se atreve a pausar ya no está en la onda para los doctores del corazón, pues la psicología seria no se ocupa sino de la enfermedad de quien agrede y de las consecuencias para el agredido. Dicho así: La ciencia de la psicología está pasando de moda, está siendo pausada. Con ello se advierte también que la pausa tiene una cómplice, la corrección política, que excluye a quien no cabe en ella. Y ojo: Es correcto pausar.

Pues ya está: la soberbia vuelta verbo ha llegado a lo más alto de la nación mexicana: Cuidado, que te pueden pausar. Pausar tiene un sinónimo: “silenciar”, que en el caso del whats app o el Facebook es “bloquear”. Silencian hasta los “demócratas” que dicen luchar por encontrar a los desaparecidos, que se indignan con los autoritarismos. El que pausa practica la oscuridad en su casa. No importan las causas del amor ni los acuerdos comerciales entre las naciones. Primero es la soberanía… personal. Lo cierto es que quien pausa, de tanto pausar, se ha de ir quedando solo. Y es que el verbo, efectivamente, tiene sus bemoles.

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