Es necesario repensar de manera integral la figura del Presupuesto Participativo, que hasta ahora definitivamente no ha funcionado. Habrá que redefinir claramente los objetivos de este ejercicio y contar con una reglamentación clara que impida la partidización de esas asignaciones y haga accesible y atractivo para los vecinos su participación.
POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI
Claro ejemplo de las deficiencias en las que ha caído una práctica que prometía ser un avance notable de la participación ciudadana es el caso consignado por Libre en el Sur del camellón de Narvarte, en la alcaldía Benito Juárez.
El Presupuesto Participativo, instituido en 2011, es el instrumento mediante el cual la ciudadanía decide cómo aplicar el recurso que otorga el Gobierno de la Ciudad, para mejorar su entorno. Originalmente, dicha asignación representaba el tres por ciento del presupuesto asignado a cada alcaldía actualmente, ese porcentaje se ha aumentado un punto más, al cuatro por ciento.
Formalmente, los proyectos son presentados por los propios ciudadanos con el objetivo de mejorar el entorno de sus colonias. Esos proyectos son revisados por una comisión. Los que son aprobados, se someten a la votación de los ciudadanos en general por medio de una Consulta que organiza el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) anualmente.
En el papel, en efecto, parece un ejercicio democrático absolutamente plausible. Sin embargo, en los hechos no ha funcionado conforme a sus objetivos. La causa obvia es la escasa participación de los vecinos, tanto en la presentación de proyectos como y sobre todo en la consulta ciudadana.
Así, vemos el caso que mencionamos ocurrido el año pasado en la colonia Narvarte II. Ahí, sólo 39 vecinos eligieron al proyecto ganador, consistente en colocar una vereda de arcilla en un tramo del camellón de la avenida Zempoala. Una vez aprobado legalmente, los vecinos se inconformaron y rechazaron el proyecto aprobado. Juntaron 252 firmas respaldadas por sus respectivos INE para impugnarlo, aunque legalmente era ya improcedente, y acudieron a la alcaldía que es la entidad encargada –-y obligada—de ejecutar la obra. La autoridad local logró un acuerdo para matizar las características de la propuesta original.
En primera instancia, salta a la vista que lo ocurrido en este caso-ejemplo es la indiferencia vecinal ante esta figura del Presupuesto Participativo, lo que se demuestra por la escasa participación. Es claro que ahora reclaman lo que antes no les importó, como de hecho lo reconocen.
Me parece que es necesario repensar de manera integral la figura de la Participación Ciudadana, que hasta ahora definitivamente no ha funcionado.
Sin embargo, la responsabilidad en el fracaso de esta figura de participación es también de la autoridad de la capital y del Instituto Electoral de Ciudad de México. A ellos corresponde la difusión amplia y oportuna de la convocatoria respectiva y la promoción de esa participación que no se ha logrado.
En particular, me parece que se ha permitido una distorsión del sentido original de este ejercicio democrático, al inducir la decisión de los vecinos respecto al monto que les corresponde definir hacia obras o servicios que de manera natural corresponde a las alcaldías, como son por ejemplo la pavimentación, la iluminación pública o la recolección de basura. Ese no es el sentido con el que se definió la asignación de esos recursos a las necesidades adicionales, no comunes, de las colonias.
Y aquí aparece un ingrediente adicional que se presente en este tema es la politización del mismo. La injerencia indebida de los partidos políticos tanto en la manipulación de los proyectos como de la votación misma modifica la naturaleza original de esta práctica democrática. Y lo que debiera ser una práctica de democracia directa se convierte en un conflicto entre vecinos.
Me parece que es necesario repensar de manera integral la figura de la Participación Ciudadana, que hasta ahora definitivamente no ha funcionado. Habrá que redefinir claramente sus objetivos y contar con una reglamentación clara que impida la partidización de esas asignaciones y haga accesible y atractivo para los vecinos una participación que va a redituar en beneficios tangibles para sus propias comunidades urbanas.
Por lo pronto y mientras tanto se presenta una nueva oportunidad de participación en la asignación del Presupuesto Participativo para el ejercicio 2024. Hasta el próximo 7 de marzo podrán todavía presentarse propuestas de forma presencial o digital. Los proyectos serán evaluados por el Órgano Dictaminador de cada Alcaldía, que deberá revisar su viabilidad técnica, jurídica, ambiental y financiera. El dictamen será dado a conocer el día 14 del mismo mes de marzo, para ser difundido por sus promotores.
Finalmente, el 7 de mayo se llevará a cabo la consulta de manera presencial, en mesas de votación instaladas en cada colonia. Los votantes deberán presentar su credencial del INE vigente. Asimismo, por vía remota se podrá votar a través del Sistema Electrónico por Internet (SEI) desde el 28 de abril hasta el 4 de mayo de 2023. Para esta modalidad deberás registrarte del 15 al 27 de abril. Los proyectos ganadores serán difundidos por el IECM el 9 de mayo.
Tenemos entonces una nueva ocasión de participar. Ojalá que esta vez no tengamos luego que arrepentirnos de nuestra abolía e indiferencia, como les ocurrió a los vecinos de Narvarte II.
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