EN AMORES CON LA MORENA / Resurge Plaza Jáuregui
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
La remodelación. Al fondo, la Casa de Cultura Juan Rulto, antiguo Ayuntamiento de Mixcoac. Fotos: Francisco Ortiz Pardo
Con un presupuesto de 7.5 millones de pesos provenientes del usufructo del estacionamiento público a través de parquímetros, la fisonomía del sitio se transforma asombrosa para dignificar su identidad.
POR FRANCISCO ORTIZ PARDO
No deja de ser alentador que en medio de la polarización acicateada por gobernantes que ponen a la persona común en la desolación ante la vida misma al canjear los intereses políticos por un mal destino para sus nietos, que de manera excepcional se hayan puesto de acuerdo la morenista autoridad capitalina, de Morena, y la de la Alcaldía Benito Juárez, emanada del PAN, para salvaguardar el patrimonio histórico y arquitectónico de uno de los más entrañables rincones de Mixcoac: La Plaza Agustín Jáuregui.
En medio de informaciones sobre supuestas divisiones entre los vecinos de la colonia Insurgentes Mixcoac, la mayoría festeja en realidad que se rehabilite un espacio tan valioso frente a lo que fue la sede del Ayuntamiento de Mixcoac, hoy la Casa de Cultura Juan Rulfo, la más importante de la alcaldía juarense. El disenso ocurrió básicamente porque los habitantes de casas a las orillas de la plaza no quieren pagar parquímetros, como el resto de los vecinos de la colonia.
Con un presupuesto de 7.5 millones provenientes del usufructo del estacionamiento público a través de parquímetros, la fisonomía del sitio se transforma asombrosa para dignificar su identidad, allí mismo donde ese encuentra la casa donde Joaquín Fernández de Lizardi escribió El Periquillo Sarniento y la iglesia fundada por algunos de los primeros franciscanos que llegaron al territorio que a partir de septiembre de 1821 se le ha conocido como México.
El arreglo es una primera fase en dos frentes –Plaza Jáuregui y calle Peruguino– que se ampliará luego hacia el oriente, justo hacia la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, en cuyo interior se encuentra la invaluable capilla en caoba y oro, barroca del siglo 16, de Nuestra Señora del Rosario del Rayo, así como el kiosco-emblema de un lugar que bien puede destinarse a la contemplación y al descanso, ya sin el ruido de autos, alrededor del campus de la Universidad Panamericana, a la que sus alumnos le imprimen la alegría de los sueños de la juventud.
Cuánto me remueve aquel terruño, desde imaginar al niño Cri-Cri a sus once años brincotear por ahí cerca de su casa, en la calle de Campana, un conjunto que hasta hace pocos años existió, o las escenificaciones de gente común con profunda tradición y devoción en la Semana Santa, particularmente del Jueves de la Visita de las Siete Casas, a donde he acudido con mi madre por cada uno de los conventos donde se reparten ramitos de manzanilla y panecillos. O los recorridos del amor que ya forman parte de mi historia personal y que no voy a presumir aquí, incluido lo que despierta la nostalgia de lo nunca sucedido, parafraseando a Joaquín Sabina.
Pues bien, lo que ahora la alcaldía Benito Juárez realiza bajo el diseño y el presupuesto del gobierno capitalino, que entre ellos se han acusado de corrupción, es el entorno de una bella plazoleta erigida en 1945 con el nombre de un vecino de allí y que fue uno de los liberales Mártires de Tacubaya: Agustín Jáuregui. De acuerdo con la Alcaldía, se trata del área “de mayor valor patrimonial” de toda la demarcación.
Además del templo de Santo Domingo y el centro Cultural Juan Rulfo (Antiguo Palacio Municipal de Mixcoac), la plaza es flanqueada por un hermoso edificio, que fue construido en el siglo 18 y fue usado como obraje; y que actualmente, completamente remozado, es el inmueble principal de la UP.
“El proyecto de intervención y puesta en valor para la plaza Jáuregui es una de las obras más importantes de la Alcaldía Benito Juárez, porque han detonado un mayor uso del espacio público peatonal; por tanto, la plaza podrá así homologar acabados, pavimentos, mobiliario, vegetación, entre otros elementos del espacio público patrimonial, para generar un conjunto que evoque su historia, ante las distintas intervenciones”, describe el proyecto de remodelación.
Se rehabilitarán 2,850 metros cuadrados de espacio público. La intervención contempla el mejoramiento de la imagen urbana, renovación de pavimentos, renivelaciones, colocación y ordenamiento de mobiliario urbano (luminarias), adecuaciones geométricas, señalización (vertical y horizontal), diseño de iluminación, implementación de cubresuelos en jardineras y la construcción de un Ágora.
Según el documento, se ha planteado homogenizar el espacio original con pavimentos a un solo nivel sin desniveles de banqueta o escalones para coches, generando así un espacio continuo y accesible, vegetación entre otros elementos del mobiliario urbano sumando reductores de velocidad para automóviles cuyo acceso sea estrictamente necesario. Una vez concluida la obra en su totalidad, tanto el obraje del siglo 18 como el convento del 16, contarán con un enmarcamiento de piedra natural tipo recinto junto con el jardín.
Este conjunto se fusiona con una transición a adoquines rectangulares en cuatro tonos en un claro cambio entre la tipología y morfología del virreinato con el entorno próximo a la arquitectura decimonónica tardía y del siglo 20. La misma intención se tiene con el mobiliario público como son los guardacantones y bolardos metálicos, así como las luminarias bajas.
Ignoro lo que haya vivido Cri-Cri durante su niñez en ese mismo sitio, ante los edificios mudos, y por eso me he permitido imaginarlo como me antoja, al punto de pensar que el ropero de la abuelita estuvo en alguna de esas casonas de época ya derribadas por la vorágine inmobiliaria o que el pequeño Gabilondo jugaba con un ratón de hule, con aspecto de vaquero, en la arbolada. Pero de lo que sí estoy seguro es que lo que nos queda por vivir allí puede ser maravilloso.