Ciudad de México, octubre 14, 2024 21:55
Revista Digital Abril 2023

Siete casas de la Benito Juárez

La alcaldía Benito Juárez abarca más de 400 años de historia eclesiástica y se puede decir que hay para todos los gustos de su asidua feligresía.

POR OSWALDO BARRERA FRANCO

Lo aclaro de una vez: no busco hacer la visita de las siete casas en los días de Semana Santa, tradicional en varias localidades del país. No es así, mis fines son más mundanos pero informativos. Sólo haré una breve descripción de algunas iglesias en la alcaldía Benito Juárez, ya que en ella hay varios templos católicos que son hitos de esta ciudad por diversos motivos.

Sea un fiel creyente, o un vil ateo como yo, no se puede negar la riqueza arquitectónica presente en varias colonias y barrios de esta entidad capitalina. El repertorio va desde templos del siglo XVI hasta construcciones icónicas del siglo pasado y que forman parte del vasto muestrario del modernismo mexicano. Así, la alcaldía Benito Juárez abarca más de 400 años de historia eclesiástica y se puede decir que hay para todos los gustos de su asidua feligresía.

Opté por referirme a ciertos templos católicos que destacan por sus particularidades constructivas, ya que representan un periodo en específico o fueron diseñados por un arquitecto de renombre. Como sea, todos son dignos ejemplos de la arquitectura parroquial que forma parte del patrimonio de los habitantes de la Benito Juárez. Así que, como Dios manda, comencemos por el principio.

¿Se imaginaban que en una de las urbanizaciones con mayor desarrollo humano del país podrían encontrar una iglesia con más de cuatro siglos de existencia? Bueno, así es. Si circulan por la avenida Cuauhtémoc y pasan frente al mercado de la Santa Cruz Atoyac, en la siguiente cuadra encontrarán la parroquia de la Santa Cruz de Jerusalén, con su atrio y barda perimetral que acogen una construcción de una sola nave y fachada austera con un único campanario, algo muy común a lo largo del siglo XVI tras la conquista española.

De un estilo parecido, pero en una escala mayor, la parroquia de Santo Domingo de Guzmán es el orgullo de los habitantes de Mixcoac. Se trata de un templo dominico que inicia la transición del renacimiento al barroco, ya que su construcción va de finales del siglo XVI a principios del XVII. Volvemos a encontrarnos con una fachada sencilla, de un solo campanario y que mira hacia un atrio lleno de cuidados jardines, con un vestigio de capilla abierta. Aquí destaca el conjunto monasterial, con su claustro y patio interior, así como una serie de retablos barrocos. Nada mal para un paseo en domingo.

El barroco es a los mexicanos lo que los rezos a los católicos, por ello es importante destacar la parroquia de San Juan Evangelista, en la colonia Extremadura Insurgentes, a unos pasos del Parque Hundido. Lo que alguna vez fue uno de los pueblos originarios de la Benito Juárez, ahora presume una joya discreta del siglo XVII, que no compite en cuanto a su ornamentación con otras iglesias del mismo periodo, aunque destaca por el trabajo de cantera en su fachada principal y por los interiores que, con el paso del tiempo, terminaron siendo neoclásicos, pero de gran riqueza y cuidado en su elaboración.

Visitemos ahora un ejemplo de finales del siglo XIX, cuando la nostalgia llevó a querer recuperar algo de las glorias pasadas. Y, para ello, la colonia San Pedro de los Pinos alza la mano con la parroquia de San Vicente Ferrer, dedicada al misionero dominico que vivió en el trance entre dos siglos. Así también, en una transición entre siglos, el XIX y el XX, el clero secular decidió erigir este templo de una prodigalidad callada pero armoniosa, con trazos claros y ornamentos sin esa carga, a veces gritona, de nuestro muy mexicano barroco.

Demos ahora un salto de fe al neobarroco que se manifestó en la primera mitad del siglo XX, en claro contraste con otras corrientes de la época, y para ello acudimos a la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, que brinda abrigo a los parroquianos que acuden a ella en la colonia Álamos y sus alrededores. La fachada aparentemente barroca lleva a un interior con un despliegue de elementos otra vez neoclásicos muy característicos en su juego de arcos y bóvedas, además de los altares y columnas en los que el mármol, cual templo griego, se hace presente. Así que, si se dan una vuelta por esta colonia, pueden buscar consuelo en este distintivo templo sobre la calle Toledo.

Ya en pleno siglo XX, y con la influencia del modernismo, las iglesias pasan por una transformación que vio nacer, entre ejemplos de gustos variados, dos templos singulares. El primero de ellos, una mezcla de art déco con las alturas omnipotentes del gótico, es la parroquia del Purísimo Corazón de María, sobre la avenida Gabriel Mancera, en la colonia Del Valle Centro. Esta pesada estructura de concreto, diseñada por Luis Olvera y muy ad hoc para una ciudad con plagas sísmicas, comenzó a erigirse en 1938 y ahora es un símbolo que destaca en pleno corazón capitalino.

Cerramos el recorrido con la parroquia de la Medalla Milagrosa, obra de Félix Candela, arquitecto español refugiado en México, quien nos presenta una interpretación muy neogótica que juega con el concreto para crear formas triangulares luminosas y un alto campanario con identidad de minarete. La obra de Candela aprovecha la luz exterior, como es común en muchas iglesias, pero es la mezcla del concreto y el tabique lo que le da a esta parroquia su carácter particular, al llevar al espectador a experimentar una ascensión espiritual hacia lo divino en plena Vértiz Narvarte.

Damos así fin a esta visita de siete casas juarenses. Vayamos en paz y disfrutemos el patrimonio histórico, consagrado o no, de esta variopinta alcaldía. Amén.

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