Ciudad de México, abril 30, 2025 18:12
Cultura

Susana Alexander dice adiós a los escenarios

Ha sido actriz, directora, traductora y productora, siempre con una ética rigurosa y una profunda pasión por la escena.

STAFF / LIBRE EN EL SUR

La primera actriz Susana Alexander, una de las figuras más queridas y versátiles del teatro, el cine y la televisión en México, se despidió de los escenarios con la puesta en escena Dios, ¿sigues ahí?, una obra íntima y conmovedora escrita y dirigida por ella misma. Las funciones finales se llevaron a cabo en el Teatro Xola Julio Prieto de la Ciudad de México, los días 22 y 29 de abril de 2025, en medio de una gran ovación por parte del público que la ha acompañado por más de siete décadas.

Nacida como Suzanne Ellen Rose Alexander-Katz y Kaufmann el 3 de julio de 1943 en la Ciudad de México, Susana fue hija de refugiados judíos alemanes que llegaron a México huyendo del nazismo. Su madre, Brígida Kauffmann Rosenstein, y su padre, Alfredo Alexander-Katz, encontraron en este país un refugio para rehacer su vida.

La memoria del exilio marcó profundamente la sensibilidad artística de Susana, quien desde temprana edad se inclinó hacia las artes escénicas. En su propia historia familiar latía un legado de resiliencia y defensa de la libertad, que luego se reflejaría en su vida cultural y su compromiso con la escena nacional.

Estudió en el Colegio Madrid, una institución fundada por exiliados republicanos españoles, conocida por su formación humanista, laica y progresista. Este entorno educativo fue decisivo para consolidar su mirada crítica y comprometida con la cultura. Más tarde, perfeccionó su formación actoral en la Universidad de Missouri y en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM, sentando las bases de una carrera que sería tan profunda como versátil.

Su debut actoral ocurrió en 1950, a los siete años de edad, en la primera transmisión de Televicentro, lo que la convirtió en testigo y protagonista de la historia de la televisión mexicana. A lo largo de su carrera, participó en telenovelas memorables como La traición, Cuando llega el amor y Amor de nadie, así como en clásicos teleteatros de la época de oro de la televisión. También tuvo una presencia notable en el cine mexicano con películas como El cumple de la abuela y Sexo, pudor y lágrimas 2.

Sin embargo, fue el teatro su verdadera casa. Actuó en montajes que abarcaron desde los grandes clásicos como Hamlet, Electra y El misántropo, hasta obras contemporáneas como El año del pensamiento mágico, Buenas noches, mamá y unipersonales que la convirtieron en referente de la escena nacional: Aquí estoy, amor, Las mujeres no tenemos llenadero y Cómo envejecer con gracia. Ha sido actriz, directora, traductora y productora, siempre con una ética rigurosa y una profunda pasión por la escena.

Durante la pandemia, cuando muchas cortinas teatrales bajaron indefinidamente, Alexander encontró una forma de reinventarse a través de las plataformas digitales, ofreciendo lecturas y funciones desde su hogar. Su compromiso con el arte y el público la hizo ganarse el apodo de “la reina del streaming”, llevando cultura a miles de hogares con su voz pausada y reflexiva, aún desde la adversidad.

Dios, ¿sigues ahí?, su obra de despedida, es una meditación escénica sobre la fe, el dolor, la infancia y la esperanza. Narrada desde la mirada de un niño enfermo que cuestiona a Dios, la obra interpela no solo las creencias religiosas sino las preguntas más humanas en torno a la muerte, el abandono y el sentido de la vida. En esta última travesía, Alexander compartió el escenario con la actriz Pilar Flores del Valle, regalando al público una función que fue al mismo tiempo cierre y testamento.

En entrevistas recientes, Susana Alexander explicó que su retiro se debía a recomendaciones médicas. “No es que no quiera seguir, es que ya no puedo”, dijo con la voz entrecortada, agradecida con un público que, generación tras generación, ha reconocido su inteligencia, su humor fino, su defensa de la literatura y su compromiso con los temas sociales y existenciales. Ya en 2024 había anunciado su retiro de las temporadas teatrales con La velocidad del otoño, pero aún continuaba con funciones especiales hasta que su salud lo permitió.

Su legado no se mide únicamente en aplausos, sino en la memoria emocional que deja en la cultura mexicana. Educó al público, lo conmovió, lo confrontó y le regaló belleza con cada palabra.

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