Una segunda oportunidad
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Las exequias del Papa Francisco no solo representan un evento religioso de relevancia histórica, sino también la posibilidad de posicionarse en una conversación global que va más allá de la fe.
POR NANCY CASTRO
MADRID. La muerte del Papa representa un antes y un después. Ha marcado una línea aperturista, probablemente muy difícil de mantener en estos tiempos de retroceso.
Los altos mandatarios se reunieron en el Vaticano para el funeral del Papa, fallecido el domingo de Pascua a los 88 años. La asistencia ha sido tan diversa como significativa, entre los que asistieron se encontraron Trump y Zelensky. Una imagen anticlerical en la que los dos lideres se reúnen en la Basílica de San Pedro antes del funeral en medio de intensos conflictos con Kiev y Moscú, buscando una salida a la guerra en Ucrania. Trump de no cesar, amenaza a Putin con sanciones bancarias. Si todos los ahí reunidos se sentarán a negociar y se pusieran de acuerdo, se solucionarían todos los problemas del mundo. Sin duda la guerra es la forma más pura y severa de desacuerdo humano. Son dos bandos que discrepan lo suficiente como para apostar su posesión más preciada —sus vidas— en una apuesta por eliminar al otro.
Días atrás, Estados Unidos había amenazado a Ucrania con dejarla a su suerte, mientras Rusia aprovechaba para imponer a Kiev un acuerdo de Paz, aún así nada impide que el Kremlin redoble sus bombardeos contra los civiles del país invadido.
Los intereses políticos han devastado la dignidad humanitaria, un desajuste injustificado para quien no vuelve a tener una vida en paz…”
Mientras tanto a las pompas fúnebres, se reunieron cerca de 50 jefes de Estado y de Gobierno, delegaciones de 146 países y 10 monarcas, en una ceremonia multitudinaria que ha albergado 400, 000 personas para despedir la última presencia física de un Papa que se caracterizó por ser una figura popular, cercano y carismático.
Por parte del continente americano, entre otros desde Brasil, asistió Lula, desde Argentina, Milei y su hermana, y en un orden alfabético estuvieron sentados en una ceremonia que duró dos horas.
Claudia Sheinbaum decidió no asistir a las exequias de Jorge Mario Bergolio justificando que su ausencia es coherente con el principio constitucional de laicidad que rige al Estado mexicano, días antes dio a conocer quién iría en su representación, Rosa Icela Rodríguez, secretaria de gobernación.
El anuncio de su ausencia fue interpretado por algunos sectores como una muestra de desdén hacia la figura de Francisco, especialmente porque el papa la recibió en audiencia en febrero de este año, poco antes de iniciar su campaña electoral. De haber asistido se encontraría con Trump y aprovechando el momento ¿llegarían a un acuerdo ante la lista de castigos que intenta imputar Trump a México, los aranceles, las políticas migratorias, el reclamo del tratado de Aguas de 1944 en el que se establece que ambos países deben compartir agua de los ríos que discurren en la frontera?
México le debe a Texas 1.3 millones de acres-pies de agua (acuerdo regula cómo ambas naciones deben repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, que forman parte del límite territorial entre ambas). México tendría que enviar aproximadamente dos mil158 millones de metros cúbicos en ciclos de cinco años. México deberá cumplir con el volumen de agua correspondiente al ciclo actual, más un adeudo que arrastra del quinquenio anterior. Pero si a esas vamos, Estados Unidos le debe a México en extensión territorial, nueve ciudades que le quitó bajo el Tratado de Guadalupe en 1848, extensión que va desde el actual California hasta Wymoning,
Las exequias del Pontífice no solo representan un evento religioso de relevancia histórica, sino también la posibilidad de posicionarse en una conversación global que va más allá de la fe. Un evento que contempla varias capas, la élite política encumbra una agenda de encuentros al margen de la Casa Pontificia y los ritos católicos, y para el el resto de los civiles es su fe la que los mueve a despedirse de un papa que llevó una dirección contraria al resto, una figura de carácter abierto e inclusivo, dejando un legado complejo con cambios a medias que han creado una fuerte división.
En un mundo que se inclina a la derecha, el representante de Dios en la tierra, criticó el gobierno de Trump, de Milei, Giorgia Meloni, de Putin, Netanyahu y el del húngaro Viktor Orbán.
Con estrategias aniquiladoras, Ingenieros del caos y demagogos han ganado terreno en los últimos lustros. Los intereses políticos han devastado la dignidad humanitaria, un desajuste injustificado para quien no vuelve a tener una vida en paz.
“Las guerras modernas ya no se desarrollan sólo en los campos de batalla delimitados, ni afectan solamente a los soldados. En un contexto en el que ya no parece observarse una distinción entre los objetivos militares y civiles, no hay conflicto que no termine de algún modo por golpear indiscriminadamente a la población civil. Las víctimas civiles no pueden ser definidas como daños colaterales, detrás de esta expresión están los rostros y los nombres de personas, hombres, mujeres y niños. Si fuésemos capaces de mirar a cada uno de ellos a los ojos, de llamarlos por su nombre y de evocar su historia personal, miraríamos la guerra por lo que es: tan sólo una inmensa tragedia y ‘una inútil masacre’, que golpea la dignidad de cada persona sobre esta tierra” fue el discurso que pronunció el 8 de enero de 2024 respecto al conflicto en Gaza.
Son las 10:00 de la mañana hora local en la Plaza De San Pedro del Vaticano del sábado 26 de abril y en primera fila aparece Javier Milei y Donald Trump como quien confirma que realmente se va de este mundo Jorge Mario Bergolio, era bien sabido la antipatía de estos personajes políticos por el pontífice, como tampoco es secreto que el sector más conservador, donde la Iglesia de Estados Unidos supone un tercio de los fondos que recibe el Vaticano, espera en un futuro un papa más reacio, acorde a los intereses del país vecino.
Con la muerte de Francisco se abre una era muy incierta, en un mundo de rápida transformación o sigue su curso como principio del fin o marca el inicio de la esperanza.