Mi verano indio
Miyajima, Japón. Foto: Ernesto Lee
Existen más de una docena de canciones en inglés que llevan por título “Indian Summer”, con intérpretes como Glenn Miller y su orquesta, Jai Wolf, pasando por The Doors, los Gatlin Brothers junto con Roy Orbison y Barry Gibb, Tony Bennett, America, el dueto Brooks & Dunn y Stereophonics. Por supuesto que también hay canciones en francés que hablan del otoño y del verano indio. “Las hojas muertas” es un clásico de Yves Montand, con los versos de Jacques Prévert.
Por Ernesto Lee
Los que habitamos en la Ciudad de México -y los que viven en otras zonas de América del Norte- alguna vez hemos tenido la suerte de vivir ese fenómeno de la naturaleza que se conoce como el “veranillo de San Martín” o simplemente “veranillo”. En inglés, es el Indian Summer o “verano indio”, y no es otra cosa que algunos días durante el otoño en los que el clima se vuelve particularmente agradable y cálido.
Prácticamente todos los patrones climáticos del mundo se han visto alterados en los últimos años: inviernos cálidos en el hemisferio norte, lluvias torrenciales en temporadas que solían ser de estiaje, granizadas en pleno verano, temperaturas tan elevadas que superan cualquier registro previo, y un largo etcétera que, creamos o no que estamos inmersos en proceso de cambio climático, nos sorprenden por su singularidad y dimensiones.
En la adolescencia viví en el estado de Colorado, en los Estados Unidos; ahí descubrí por primera vez lo que era el otoño de verdad. Los bosques de las Montañas Rocallosas adquieren las más hermosas tonalidades amarillas y doradas, cuando los álamos cambian de color, antes de que los cubra la nieve invernal.
Se suele hablar del “otoño de la vida”, esa etapa cuando se alcanza la madurez. Pero también en el “otoño de la vida” puede haber un “verano indio”. Según el diccionario de Cambridge, en inglés, el Indian Summer puede referirse a un periodo exitoso o placentero que tiene lugar en un momento cercano al final de la existencia
Años más tarde, me asenté por un tiempo en la ciudad de Ginebra, Suiza; en esa parte de Europa las estaciones están claramente definidas. En la capital de los relojes, bancos y chocolates, me tocó vivir el “verano indio” del otoño. En Ginebra, los cedros, sicomoros y otros árboles que rodean el lago Lemán, cambian sus hojas de verde a amarillo, a rojo y a ocre, para después perderlas en invierno, en imágenes verdaderamente inolvidables.
Estoy convencido de que no soy el único al que esos días excepcionales del otoño han provocado un estado de ánimo diferente. Prueba de ello -creo yo- es que existen más de una docena de canciones en inglés que llevan por título “Indian Summer”, con intérpretes que van desde Glenn Miller y su orquesta, hasta Jai Wolf, pasando por The Doors, los Gatlin Brothers junto con Roy Orbison y Barry Gibb, Tony Bennett, America, el dueto Brooks & Dunn y Stereophonics, entre otros; con una amplia variedad de géneros musicales como el big band jazz, rock and roll, rock progresivo, balada, pop, hip – hop y hasta country. Todas con letras que hablan del amor o desamor, en cualquiera de sus formas o etapas.
Por supuesto que también hay canciones en francés que hablan del otoño y del verano indio. “Las hojas muertas” es un clásico de Yves Montand, con los versos de Jacques Prévert. La muy exitosa en su tiempo: “L’Été indien” de Joe Dassin, de la que él grabó una versión en español bajo el largo título de “Aún vivo para el amor (Solo puedo mirar atrás)”. Pero la canción que retrata con mayor fidelidad ese sentimiento de nostalgia que produce el otoño es, sin duda, Le jardin du Luxembourg -también interpretada por Joe Dassin- cuya letra evoca los recuerdos de un hombre en un día de otoño, en ese popular parque de París. La portada del LP de vinilo es una ilustración del rostro de Dassin, con su cabellera transformándose en un bosque otoñal y su camisa en un prado verde. Nostalgia pura, enmarcada en imágenes otoñales.
Se suele hablar del “otoño de la vida”, esa etapa cuando se alcanza la madurez. Pero también en el “otoño de la vida” puede haber un “verano indio”. Según el diccionario de Cambridge, en inglés, el Indian Summer puede referirse a un periodo exitoso o placentero que tiene lugar en un momento cercano al final de la existencia, un trabajo u otro periodo.
Los que estamos iniciado nuestro “otoño”, sin embargo, hemos sido testigos de un cambio en la percepción que se tenía de las etapas de la vida en el siglo pasado. En la actualidad, es común escuchar que “los cincuenta son los nuevos cuarenta” y frases por el estilo, que solamente reflejan cómo los estereotipos de la edad se han modificado con respecto a lo que la gran mayoría personas maduras, en estas primeras décadas del siglo XXI, realizan en términos de trabajo, actividad física y mental y actitud. Sin duda, la mayoría de los adultos mayores de hoy, principalmente aquellos que viven en centros urbanos, se mantienen activos laboralmente, están informados y pueden manejarse en redes sociales, dedican tiempo a su salud y cuidado personal, y tienen una vida social activa.
Así, aunque para mí el otoño se asociará siempre con evocación, nostalgia y naturaleza, estoy convencido de que ser adulto maduro en el siglo XXI significará vivir en un largo, muy largo, “Indian Summer”.