Comparten Serrat y los niños del Colegio Madrid ovaciones en el arranque conmemorativo de los 75 años del exilio español; cantautor revela que no escribió canciones durante su refugio
(Francisco Ortiz Pardo)- Joan Manuel Serrat y los niños del coro del Colegio Madrid compartieron estruendosos aplausos durante el inició de las conmemoraciones por los 75 años del exilio español en México. El mismo cantautor levantó las palmas y las golpeó entre sí para festejar como a nadie a los pequeños, cuando el secretario de Cultura capitalino, Eduardo Vázquez, mencionó el nombre de esa institución educativa de entre una veintena de convocantes, entre ellos, además del gobierno del DF, Conaculta, la UNAM y el Politécnico Nacional, la embajada española, la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Colegio de México.
“No es verdad que tengamos un pie en cada lado”, dijo el coautor de Cantares poco antes de la interpretación que hizo de esa canción el coro de los alumnos de quinto y sexto grado del Madrid. “Tenemos las dos (patrias) en cada país, además se pueden tener perfectamente y con toda normalidad. Lo sé porque yo las tengo”.
También el perredista Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del general Lázaro –que se solidarizó en aquellos tiempos con los perseguidos de la República española–, fue obligado a ponerse de pie ante la ovación brindada por tres centenares de personas, muchas de ellas descendientes de refugiados, que se reunieron en el Museo de la Ciudad de México, en el Centro Histórico.
El de su padre, confesó el llamado “líder moral” del sol azteca y hoy encargado de los asuntos internacionales del gobierno capitalino, “no fue un acto de generosidad, como muchos creen; sino de responsabilidad”. Explicó que con ello el gobierno mexicano cumplió cabalmente el compromiso de solidarizarse con otro gobierno –el de la República—con el que mantenía vínculos estrechos. De cualquier forma, precisó, “fue mucho más lo que México recibió de los exiliados”.
Tras disculparse por hacer esperar más de una hora a los invitados –“tampoco me gusta esperar”, dijo–, Joan Manuel Serrat agradeció a México por haberlo recibido en 1969, cuando el gobierno “fascista” de Francisco Franco le abrió un proceso tras sus declaraciones políticas. “Yo no llegué en barco”, aclaró sonriente. (Más tarde revelaría en entrevista que durante su estancia en México como refugiado no escribió una sola canción, sino que se dedicó a recorrer el país con sus músicos). Leyó, a nombre de todos los convocantes, cómo se dio en 1939 la migración más importante de la historia reciente, a bordo de embarcaciones como el Sinaia, Ipanema, Nyassa, Siboney, Isere, Orizaba y Flandre: Venían “obreros, poetas, escritores, profesores, médicos, campesinos, comerciantes, políticos, militares, ingenieros, periodistas e incluso algún bebé que había nacido durante la travesía”.
El exilio –abundó el catalán—“significó el gran reencuentro de España y México tras una historia de conquista, colonia y guerra de independencia. A partir de este acto de generosidad , en México se entendió más profundamente la diversidad cultural de los pueblos de España, su espíritu humanista y libertario”. En ese sentido, dijo, “la historia del exilio español revela mucho de lo mejor de todos los involucrados: la generosidad correspondida con todos los involucrados”.
–¿Qué es lo más duro del exilio? –se le preguntó al finalizar el evento.
–Ese sentimiento de eventualidad –respondió encogiendo los ojos, con esa expresión tan nostálgica, tan suya.