En Tlalpan, un insólito museo para guardar el tiempo
En el pueblo de Tlalpan, al sur del DF, existe un recinto que guarda mil 500 relojes antiguos de todo tipo, además de otras aparatos como máquinas de escribir, rocolas, tocadiscos, vitrolas, megáfonos, todos ellos con más de un siglo de edad. Un sitio ideal para sentir el Año Nuevo.
Por Francisco Ortiz Pinchetti
Basta traspasar la breve puerta de la pequeña casa, un inmueble de principios del siglo XX enclavado en el centro del pueblo de Tlalpan, en el sur de la Ciudad de México, para entrar a una dimensión única en la que tiempo es objeto de contemplación. Ahí nos aguardan mil 500 relojes, la mayoría de ellos con más de un siglo de edad, fabricados en Alemania, Austria, Italia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza, Francia. Y asómbrese, todos ellos funcionan a la perfección.
Parece cosa de magia el “tic-tac” simultáneo de todos esos relojes de pared, de mesa, de bolsillo, de pulso que colman paredes, estantes, vitrinas, escaleras y todos los recovecos de la casa de dos plantas que alberga este insólito Museo del Tiempo, que así se llama. Empezó hace 17 años como una relojería, donde se reparaba toda clase de relojes. Con el tiempo, su propietario, Markus Frehner, un suizo –tenía que ser– radicado en nuestro país, enamorado de las máquinas que guardan y miden el tiempo, fue reuniendo una maravillosa colección de relojes antiguos.
Hace seis años, en 2009, resultó ya imposible guardarse para sí tamaño portento y decidió abrir al público su colección particular, sin dejar de dar el servicio de reparación y restauración de relojes. En ella hay curiosidades como la réplica de un despertador de vela de la Edad Media y el tesoro de un reloj inglés de 1705, hasta toda clase de relojes de sonería, como se llaman, que tocan melodías clásicas como el Ave María, el Big Ben o el Himno Guadalupano.
Hay también “cucús” de diversas nacionalidades y de muy variado funcionamiento, entre los que destacan por supuesto los provenientes de la región alemana de Selva Negra. También son diversos los materiales con los que fueron fabricados y las maderas sonoras de con que fueron elaborados sus chasises: Caoba, ébano, nogal, mango. ..
Y no sólo relojes: la colección incluye también gramófonos, rocolas, vitrolas, radios, tocadiscos, televisores de bulbos, máquinas de escribir y de coser. Todos, con más de 100 años de antigüedad. Y todos, también, en funcionamiento, como lo demuestra don Aurelio Rodríguez, encargado del Museo, que sin falsa modestia considera que se trata de una “colección excepcional, única en nuestro país.
Este esfuerzo, sin embargo, no cuenta con ningún tipo de apoyo por parte de las diferentes instancias gubernamentales, como ocurre casi siempre con los proyectos verdaderamente trascendentes. Ni recursos económicos, ni promoción. Nada.
El Museo se sostiene con los ingresos que aporta el servicio de relojería y de restauración de relojes antiguos, así como las módicas cuotas de los visitantes; pero es insuficiente. A tal grado, que la sobrevivencia misma del Museo está ahora en peligro. Esta vez, tristemente, el tiempo podría detenerse.
A TIEMPO
Lugar: Museo del Tiempo.
Ubicación: Congreso 22, a cuadra y media del zócalo de Tlalpan.
Cuota: 30 pesos por persona.
Horario: lunes a viernes, de 10 a 14 horas y de 16 a 20 hora; sábados, de 10 a 14 horas.
Teléfonos: 5513-2175 y 1315-0482.