¿Dónde están las mujeres?
Por María Luisa Rubio
En el gran espectro que conforma la humanidad, con las enormes desigualdades económicas, sociales y culturales entre los países, no deja de ser un síntoma la persistente vulnerabilidad de ser mujer, a pesar de conformar la mitad de los habitantes del planeta. La discriminación, los distintos tipos de violencia, los feminicidios, parecerían ser señales de una falla estructural de nuestras sociedades, para cuya plena inclusión se requiere ser varón, con ciertas características raciales y capacidad económica.
Me interesa hablar en este espacio, no obstante, de una arista muy local, territorial y temáticamente: la participación de las mujeres en nuestro modelo da democracia representativa.
La población de la ciudad de México está conformada por 52.2% de mujeres y 47.8% de hombres (INEGI, 2010). Esta distribución porcentual tiene su correspondencia en la lista nominal de electores para la elección local de 2009: 52.7% mujeres y 47.3% hombres (IEDF, 2009). Esta proporción se mantiene para todos los rangos de edad, excepto el de 18-19 años, donde el porcentaje de mujeres en lista nominal desciende a 49.2% y el de hombres asciende a 50.3 %.
No obstante, en la estadística de votantes, la diferencia entre porcentajes se dispara: de las personas que asistieron a las urnas, 56.9% fueron mujeres y 43.1% hombres.
Para efectos de la estadística electoral, el porcentaje de participación se mide a partir de las personas que, estando en la lista nominal, acudieron a depositar su voto en las urnas. En la elección local de 2009, el porcentaje de participación fue de 40.5%. Con esta cifra en mente, vale la pena señalar algunos datos:
Salvo en las delegaciones Tláhuac (38%) y Xochimilco (40.1%), el porcentaje de participación de mujeres se colocó por arriba del porcentaje global, mientras que el porcentaje de participación de hombres superó ese porcentaje solo en cinco delegaciones: Azcapotzalco (41.1%), Coyoacán (42.7%), Cuajimalpa (43.9%), Benito Juárez (43.8%) y Miguel Hidalgo (43%).
La diferencia de participación entre hombres y mujeres fue más alta en Cuajimalpa e Iztalapala (8 puntos porcentuales) y más baja en Benito Juárez y Miguel Hidalgo (4 puntos porcentuales).
No obstante, esta diferencia en la participación no se reflejó en los órganos electos: La V Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (2009-2012) estuvo conformada por un 28.8% de mujeres y 71.2% de hombres, y en el gabinete del gobierno actual, de 20 titulares de las distintas dependencias, solo 6 son mujeres.
Por lo que respecta a la elección para conformar los órganos de representación vecinal, esto es, Comités Ciudadanos y Consejos de los Pueblos, se observa un patrón similar: de las personas que integraron las fórmulas participantes en la elección del 2013, 52.7% fueron mujeres y 47.3% hombres. En todas las delegaciones, la participación de mujeres en fórmulas ciudadanas fue más alta que la participación de hombres, con diferencias mínimas en Cuajimalpa (medio punto porcentual) y Milpa Alta (poco más de un punto porcentual), y mayores en Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza (alrededor de 8 puntos porcentuales en ambos casos).
Tomando en cuenta que los Consejos Ciudadanos delegacionales están conformados por los Coordinadores internos de los Comités electos, vale la pena observar que en el caso de Cuajimalpa, el Consejo Ciudadano está conformado por un 67.4% de hombres y 32.6% de mujeres, mientras que en Miguel Hidalgo, la proporción es de 42.5% de hombres y 57.4% de mujeres.
Estos números confirman en buena medida lo que hemos observado en nuestra experiencia de trabajo vecinal: es mayoritaria la participación de mujeres en asuntos de su colonia, en la gestión de servicios, en la organización vecinal; sintomáticamente disminuye, y la presencia masculina aumenta, cuando se trata de participar en mesas de trabajo o reuniones con algún tipo de autoridad.
No pretendo formular ninguna generalidad al respecto; las dinámicas personales, de familia y de comunidad varían considerablemente entre las propias delegaciones de la ciudad. Me interesa poner sobre la mesa una cuestión: la participación en lo público cotidiano sigue siendo territorio de las mujeres, mientras que se reserva a los hombres, en mayor medida, los espacios de decisión.
El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados de las mujeres equivalen al 15.5% del PIB nacional, ¿cuánto más suma a ese porcentaje su participación en lo público? Y también ¿cuál sería la inversión necesaria para facilitar el acceso de las mujeres en igualdad de condiciones a otros espacios de participación?