16 días de activismo contra la violencia de género
Desde el 25 de noviembre y hasta el 10 de diciembre tendrá lugar la campaña mundial “ÚNETE. 16 días de activismo contra la violencia de género”, emprendida por ONU mujeres. A decir de la organización, se trata de una protesta sin precedente para denunciar la magnitud del acoso sexual y de otras formas de violencia contra las mujeres que ocurren todos los días.
Es pertinente diferenciar entre violencia de género y violencia contra las mujeres. En el primer caso, consiste en aquella que se ejerce contra una persona en función de su identidad o condición de género, sea hombre o mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. La segunda se refiere a “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”, de acuerdo con la Convención de Belem do Pará, celebrada en dicha ciudad brasileña el 9 de junio de 1994.
Asimismo la definición establece que “incluye la multiplicidad de expresiones de violencia, perpetradores y ámbitos en los que puede ejercerse la violencia ya sea en la familia, en la pareja, la comunidad y el espacio público, incluyendo aquella por acción, omisión e inacción del Estado”. Debemos enfatizar que una de las principales causas de la violencia contra las mujeres es el llamado sistema de dominación masculina; histórica y culturalmente arraigado.
La campaña “ÚNETE” pretende ser el primer paso en la transformación social que propicie el fin de prácticas carentes de elemental humanidad. Las cifras indican que a nivel mundial una de cada tres mujeres y niñas experimenta episodios de violencia a lo largo de la vida.
A este mismo respecto se publicó recientemente el documento de análisis regional “Del Compromiso a la Acción: Políticas para Erradicar la Violencia contra las Mujeres”, a cargo de ONU mujeres y el Plan de Naciones Unidas para el Desarrollo. En él se detallan avances, experiencias y pendientes en la materia. Cabe resaltar que en el caso mexicano, entre 2013 y 2016 se formularon planes y programas que incluyen el combate a la violencia contra las mujeres.
A saber: Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres; Plan Nacional de Desarrollo; Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y No Discriminación contra las Mujeres; Programa Nacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos; Programa Nacional de Derechos Humanos; Política Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.
Es decir, el problema no es de marco o estructuras institucionales, sino de aplicación del mismo, así como del cumplimiento de la ley. No basta con portar un listón naranja durante un par de semanas, emitir unos cuantos discursos y realizar eventos. La urgencia nacional atraviesa por instrumentar una política pública que permita disminuir constantemente la violencia que todos los días en todas las sociedades del país se ejerce en contra de las mujeres.
Además, es preciso emprender acciones concretas en el campo cultural, desde el Estado, para eliminar la normalización de la violencia, pues en en un país como el nuestro algunos sectores piden a las mujeres “no provocar” actos violentos en su contra. Dichas sentencias retrógradas, peligrosas y cargadas de ignorancia se derruyen con cultura, educación y civismo. En suma, estamos frente al deber de disponer herramientas para construir las capacidades colectivas que permitan a todos los mexicanos el ejercicio pleno de derechos.