Ciudad de México, noviembre 22, 2024 07:31
Revista Digital Agosto 2020

Vivir con la Pandemia / Interpretaciones torcidas

La información pura y dura pasó a la historia, niñas poquitín bobitas, hablan con seguridad de expertas. Leen los textos, editorializan, comentan y se quedan, frescas, con la satisfacción de quien ha iluminado el camino de un peregrino.

POR CARLOS FERREYRA CARRASCO

Desde un balcón de mi cuarto de azotea, miro a la vida pasar. Una bendición poder mirar a la calle tras cinco meses sin poner un pie fuera de la puerta. Me pregunto cómo lo asumirán quienes sólo ven paredes y más paredes.

En este cuarto de vecindad vertical, moramos mi esposa, Magdalena y yo. Y en todo el periodo de confinamiento no hemos tenido un desacuerdo. Atribuyámoslo a 59 años de convivencia marital en la que, supongo, agotamos todo conflicto posible.

Escribimos, leemos poco —los ojos ya no dan para mucho— y pasamos por todos los estados anímicos posibles leyendo las redes.

Imposible obtener una secuencia real, lógica, de lo que pasa en el país y el mundo. Interpretaciones torcidas que pasan como verdades, notas informativas chuscas con que embarran a los protagonistas actuales de la vida nacional.

Desorden total que por lo menos permite intentar explicaciones desde nuestra perspectiva, a los acontecimientos cotidianos. Esfuerzo inútil, cada poseedor de computadora y correo electrónico personal, tiene su verdad y así la impone.

La televisión, un aparato enorme que apenas cabe en el dormitorio, permanece callada. Los noticiarios no son confiables; los noticieros, muy pocos de ellos. La información pura y dura pasó a la historia, niñas poquitín bobitas, hablan con seguridad de expertas. Leen los textos, editorializan, comentan y se quedan, frescas, con la satisfacción de quien ha iluminado el camino de un peregrino.

Recibimos un diario que facilita poner orden en el caos. Por lo menos expone razonablemente la información y adjunta materiales de periodistas de a pie, académicos y hombres de ciencia. Vertiente que al resto de los medios no les llama la atención.

Inmersos en presentar a la niña petacona de moda y a sus competidoras, reproducen acríticamente los resultados oficiales con número de enfermos, contagiados, muertos. Cada día, sin mayor aporte. En sus planas pululan hombres sabios que todo resuelven a partir de sus personales intuiciones.

Comida, como chancho en engorda. Mucho mole por si Barbosa tuviese razón. Teléfono, ocasional pero charlas cotidianas de video con los hijos: Carlos en Washington; Magdalena en la siembra de alimentos en la Sierra Norte poblana y Ana, cruzando una calle que nunca cruzamos, en tareas administrativas e inmobiliarias.

Preparamos nuestros escenarios venideros; prácticamente al final de mi existencia nos iremos, Male y yo, sin despedirnos de la gente que mucho quisimos, de nuestros amigos, nuestros familiares.

Mi suegra murió meses atrás. Male no lo sabe y espero que nunca se entere. Sería un dolor que no merece. Esa es la inminente realidad que, por edad, no podremos disfrutar, quizá sería mejor decir padecer.

Hoy, vivimos esta realidad a la que hemos sacado las casi nulas ventajas posibles. Es así nuestro día a día. Y no está mal. Tengo a mi lado a mi compañera de vida…


Reportero internacional de amplia experiencia. Trabajó en Excélsior, Unomasuno, El sol de México, EL Universal, Milenio, La Crónica de Hoy y la agencia Prensa Latina. Es editor de su propio portal, capitalmexico.com.mx.

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