Ciudad de México, noviembre 23, 2024 04:56
Francisco Ortiz Pardo Opinión

EN AMORES CON LA MORENA / El árbol Eugenio

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Para fortuna de los moradores de la alcaldía BJ, vecinos de la Colonia Del Valle lograron impedir el derribo de un hermoso fresno de 32.8 metros de altura y más de 150 años de edad.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

La mañana del miércoles 11 de octubre, la tranquilidad en Cerrada de Eugenia, una calle donde, a pesar de la presión vial en ese corazón de la Colonia Del Valle, se vive con el privilegio que da el cantar de los pájaros, se vio interrumpida por el insoportable ruido de sierras eléctricas.

Extrañada como otros vecinos, Mariana de Pina acudió a ver lo que ocurría en la casa con el número 28 que habitó el famoso historiador de arte Manuel Toussaint y descubrió que personas encapuchadas, sin exhibir permisos de tala, cercenaban árboles añosos que han formado parte de la vida circundante y los recuerdos de infancias. Y vino la señal de alarma.

En unos cuantos minutos treinta, cuarenta personas se sumaron para exigir explicaciones y detener la inmisericorde tala por parte de, ahora se sabe, desarrolladores a los que la autoridad ambiental de Ciudad de México dio un ambiguo permiso con todo y datos falsos, como que en el predio había cinco árboles cuando en realidad eran siete y que se trataba de ejemplares pequeños. No hay hasta ahora funcionario capitalino alguno que atine a explicar la omisión y mucho menos que hable de las sanciones respectivas.

Nos cuenta Mariana que frente a los propios vecinos, entre un pretexto y otro, los taladores continuaron su “trabajo” aquel día hasta las 5 de la tarde y luego se llevaron los restos de tres árboles en camionetas sin placas. Algo clandestino, pues.

Para fortuna de todos los moradores de la alcaldía Benito Juárez, y no solo de la Del Valle, esos héroes anónimos en que se convierten los vecinos que frenan actos de abuso privado y permisividades depredadoras de la autoridad, lograron impedir el derribo de Eugenio, un hermoso fresno de 32.8 metros de altura y más de 150 años de edad. En una de sus múltiples ramificaciones habita un pájaro carpintero, cuya historia adorna el inusitado activismo que ha despertado un clamor de niños, jóvenes y adultos, sobre todo mujeres, de tal forma que la inmobiliaria Grupo Adinse ya se puede anotar una derrota desde ahora.

Pero en todo esto hay varias explicaciones que deben las autoridades. La alcaldía dio un permiso de demolición de una casa cuyo aviso no existía en el exterior del predio al momento de ser descubierta el crecenamiento de árboles por los vecinos. Si bien no se trata de una casa catalogada, esta colinda con otra de origen funcionalista edificada por Juan O’ Gorman, el mismo arquitecto que diseñó entre 1929 y 1931 la casa-estudio de Diego Rivera, en San Ángel Inn. Además, no se tiene claro el asunto de la propiedad del inmueble, que aparentemente dejó Toussaint a una fundación para la atención de ancianos.

Lo que se pretende ahí, un predio de poco más de 600 metros cuadrados, es tirar los árboles y la casa para abrir el espacio a la construcción de 13 departamentos en un edificio de cuatro pisos, de acuerdo con una manifestación con base en el registro de Seduvi H4/20 (alineamiento 1351). Ello, bajo la “declaratoria de cumplimiento ambiental” con folio 5219/2023, expedida apenas el 14 de julio de este año. Acerca de los árboles, entre ellos el añoso fresno, es la hora que Sedema no revierte su permiso, cuando sus omisiones ya ha sido exhibidas ampliamente en medios informativos. Muy significativo es su silencio. El aliento de los vecinos se basa solo en la disposición de Mariana Boy, la procuradora ambiental, que ha prometido que garantizará la sobrevivencia de Eugenio. Yo pienso que en realidad quien salvará a Eugenia son ellos mismos, como en toda historia de éxito que haya sido en favor de los árboles.

El fresno visto desde la Cerrada de Eugenia. Foto: Francisco Ortiz Pardo

El fresno ya era considerado Monumento Urbanístico de la ciudad en la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico (que sustituyó en 2020 la mayoría morenista en el Congreso por la de Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural) cuando Claudia Sheinbaum Pardo, como titular de Medio Ambiente en la capital, dispuso en el 2004 el derribo de un histórico “túnel de fresnos” en avenida Insurgentes Sur. Entonces como ahora, ella solo se ajustaba al encaprichamiento de su jefe, Andrés Manuel López Obrador, en aquel caso con la construcción de la línea 1 del Metrobús.

Libre en el Sur dio cuenta de esos hechos de manera profusa y convirtió el tema en uno de sus principales trabajos periodísticos. Fueron alrededor de 800 árboles cuyo derribo documentamos. No pocos de los que se han convertido al obradorismo se indignaron entonces, con eso y con el Bando Dos decretado por AMLO para promover la construcción de vivienda en las entonces delegaciones centrales, lo que provocó un boom incontrolable; con los segundos pisos que estimulaban el transporte privado y contaminante, con las talas inmoderadas a manos de la propia autoridad… Pasados tantos años, en el 2024 Sheinbaum podría convertirse en la primera presidenta de México.

Qué paradoja que entre aquellos que son para el Presidente saliente “aspiracionistas” y “conservadores” están los que sí hacen el mundo mejor y no se mueven por intereses personales sino por convicciones humanistas y por el rescate de lo que queda para las siguientes generaciones. No andar en la política da la autoridad moral para plantarse y gritar frente a las colusiones de políticos de cualquier signo con los desarrolladores, que han solido ser sus financiadores de campañas desde antes de aquel escándalo de René Bejarano y Carlos Ahumada.

Así Mariana De Pina, que en el “EugenFest”, al mediodía del domingo 12, se mueve con dificultad por estar lastimada de la rodilla para atender a los reporteros y saludar a los vecinos que se van sumando en la defensa del gran fresno, ese árbol, pienso, que ha resistido casi a todo y cuya belleza y majestuosidad hoy es símbolo para recordar a “todos los fresnos caídos”.  Envuelto el día hermoso en el jazz bien cantado por  Johana, que también es vecina. me emociono cuando me piden ser parte del jurado de un concurso de pintura infantil con el tema de Eugenio. Yo que nunca he sido jurado de nada. Entonces me acuerdo con nostalgia y con esperanza a la vez de aquellos niños de hace 14 años, en aquel movimiento de los vecinos que obligaron a Marcelo Ebrard, que era Jefe de Gobierno, a impedir que se continuara construyendo un edificio dentro del Parque Hundido.

Buen augurio: Esta es la crónica de una victoria anunciada.               

Compartir

comentarios

Artículos relacionadas