Ciudad de México, noviembre 21, 2024 17:07
Revista Digital Agosto 2022

EL ÁLBUM / Los antiguos oficios

ADRIÁN CASASOLA

Hoy en día al vivir en grandes ciudades, muchas veces no reflexionamos sobre lo que antes representaba tener acceso a bienes, enseres y servicios que hoy nos resulta sencillo comprar, adquirir y solicitar. A lo largo y ancho de la República Mexicana y en la ciudad de México, desde tiempos de la colonia y adentrándonos en el siglo XX a través de las fotografías del Acervo Fotográfico Hugo Brehme©, podemos admirar en las imágenes distintas artes y oficios, que en la mayoría de los casos ya no existen o se encuentran en vías de extinción desgraciadamente, perdiéndonos así de una parte de nuestras raíces.

Los artesanos mexicanos siempre se han caracterizado por su destreza y creatividad a la hora de crear una pieza de cerámica, paja, cartón, madera, o cualquier material imaginable, que gracias a su talento y hábiles manos se transforman en preciosos artículos que muchas veces son de primera necesidad.

Vendedor de petates. Foto: Hugo Brehme circa 1908

Recorriendo en burro y muchas veces a pie los pueblos más apartados, las rancherías, las haciendas y todo lugar que fuera concurrido, los artesanos vendían sus productos, como el caso del vendedor de petates que aparece en una de nuestras imágenes. O detenernos a pensar que muchas personas dependían del aguador para poder consumir el vital líquido que cuidadosamente obtenían, almacenaban y distribuían a los sedientos clientes, muchas veces obteniendo el agua de las cristalinas aguas de Xochimilco o de algún canal lacustre de Tláhuac o Iztacalco.

Qué curioso resultaría ver hoy pasar por las transitadas calles del sur de la ciudad a los vendedores de aves, cargando a lomo decenas de jaulas conteniendo canarios y otros pájaros similares, alegrando el camino por donde pasaran.

Aguador en Guanajuato. Foto: Hugo Brehme circa 1910

Algo tan cotidiano como ir al peluquero a cortarse el pelo o recortar la barba o el bigote, a principios del siglo XX se hacía al aire libre, hábilmente amarrando y tensando telas entre los árboles y postes para “hacer sombra” a clientes y peluqueros para evitar que se acaloraran. Luego de saludar, hacían la típica pregunta, ¿con paisaje o sin paisaje? Esta pregunta era clave, ya que costaba más si la vista del cliente era hacia la calle (con paisaje) a que fuera “recluido” a mirar hacia una pared, es decir, sin paisaje.

Podríamos hablar de cientos de artes y oficios que han ido desapareciendo por el paso del tiempo, las nuevas tecnologías y muchas veces, porque los conocimientos de estos artesanos y artistas no se transmitió a la siguiente generación. La próxima vez que veas a alguien vendiendo algo hecho a mano, no discutas el precio y piensa en el cúmulo de conocimientos y los años que hay detrás de esa pieza única que está en tus manos.

Veendedores de aves. Foto: Hugo Brehme circa 1912

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