Araceli Álvarez, la candidata de Fuerza por México que invitó a sus contrincantes a un ‘club de amargados anónimos’
Araceli Álvarez. Foto: Libre en el Sur
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Lo que estimuló a Araceli Álvarez para ser candidata a la Alcaldía Benito Juárez por el nuevo partido Fuerza por México fue la posibilidad de representar a los adultos mayores, la población más numerosa en la demarcación.
Cuenta que originalmente la invitaron tres partidos políticos a tomar la postulación, pero realmente no se animaba después de haber participado como candidata en otras elecciones.
Sin embargo, cuando llegó la invitación para serlo por Fuerza por México, a través de unos conocidos suyos, recordó su mística de aportar algo para lograr lo que ella llama “una transformación de conciencia”.
Dicha transformación, sostiene, solo puede ser resuelta a través de la educación, “pues a través de los hábitos buenos podemos ser gente de bien”.
Esa es la parte que se toma más en serio la maestra en Administración Pública por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y doctora en Economía Internacional por la Facultad de Economía de la misma universidad.
Aunque se le escapa fácilmente el sentido del humor, como cuando tuvo la puntada en el debate con sus nueve contrincantes de invitarlos a formar parte de un “club de los amargados anónimos”.
En el amplio currículo de Araceli Álvarez aparece que ha sido profesora universitaria durante 27 años, en la UNAM, la UAM, la Iberoamericana, la Universidad de Kentucky y la estatal de San Diego.
Fue candidata de Nueva Alianza a la diputación federal del distrito 15 de Benito Juárez y también a diputada local por el 17, también de BJ, postulada por el Partido Verde.
“Mi motivación de aceptar la candidatura –dice con tono paciente— fue principalmente para representar a las personas de la Tercera Edad, una parte importante que han sido abandonadas, golpeadas, despojadas hasta por sus propios familiares”
Muchos de ellos, hombres y mujeres, dice, viven solos “y ahora han sufrido la pandemia, el confinamiento y sobre todo el estigma de las personas de la Tercera Edad de no ver a sus seres queridos por tanto tiempo”.