Ciudad de México, junio 3, 2025 00:59
Alcaldía Benito Juárez Medio ambiente Reporte especial

El falso respeto a Laureano: el árbol centenario que ya comenzó a ser agredido desde sus raíces

Departamentos de lujo desde 7.4 millones de pesos, con superficies de hasta 330 m2

Ya comenzaron las excavaciones justo en la zona donde se extienden las raíces del laurel de la India; DRO se esconde.

El render del proyecto, en la esquina de Fresas y Miguel Laurent, en la colonia Tlacoquemécatl del Valle, borra al emblemático Laureano y también a un colorín público. La comunidad exige garantías ante una agresión que ya inició.

STAFF / LIBRE EN EL SUR

En la esquina de Fresas y Miguel Laurent, en la colonia Tlacoquemécatl del Valle —corazón verde del antiguo pueblo de San Lorenzo Xochimanca—, sobrevive uno de los árboles más antiguos y majestuosos de la zona: un laurel de la India que los vecinos, con afecto, han llamado Laureano. Con más de cien años de edad, este Ficus microcarpa de troncos múltiples y copa ancha no es un adorno ni una ocurrencia sentimental: es parte del ecosistema, del paisaje urbano y de la memoria colectiva del barrio.

Hoy, Laureano está en riesgo. Aunque los representantes de la empresa que construye en el predio contiguo han dicho informalmente que “el árbol será respetado”, la realidad es otra. La casa que ocupaba la esquina de Fresas y Miguel Laurent fue demolida rápidamente y las retroexcavadoras ya comenzaron a excavar justo donde se extienden las raíces del árbol, sin barrera alguna, sin dictamen técnico público, sin estudio de impacto ambiental y sin transparencia en los planos.

En el render digital con el que la empresa Núcleo Urbano promociona el desarrollo inmobiliario Miguel Laurent 48, no aparece Laureano. En su lugar, se inserta la imagen de un árbol delgado, ornamental, claramente diferente en copa, especie y proporciones. Lo que en realidad está diciendo el proyecto, sin decirlo, es que el árbol centenario será reemplazado por otro: uno más pequeño, más cómodo para los planos, y más dócil con el diseño de fachadas. Tampoco aparece el colorín (Erythrina americana) plantado en la vía pública sobre Miguel Laurent. La escena ha sido modificada para vender departamentos, no para reflejar la realidad del entorno.

Propaganda del desarrollo: No aparece Laureano. Especial

La omisión no es menor. El proyecto contempla diez departamentos distribuidos en cuatro niveles, con superficies que van de 115 a 330 metros cuadrados, de dos o tres recámaras, 2.5 o 3.5 baños y dos estacionamientos subterráneos por unidad. Todo, con precios que inician en 7 millones 450 mil pesos. El edificio llega hasta la banqueta, invadiendo el espacio vital de Laureano, cuya copa se impone sobre la esquina y cuyas raíces se extienden hasta varios metros de distancia.

Excavación sobre las raíces: agresión invisible y progresiva

El Ficus microcarpa es conocido por su sistema radicular agresivo, expansivo y superficial. Diversos estudios han documentado que sus raíces pueden alcanzar hasta tres veces el radio de la copa. En condiciones urbanas, como las de Ciudad de México, eso equivale a una red subterránea que se extiende muy por debajo del predio hoy intervenido.

Según investigaciones del arborista Edward F. Gilman, de la Universidad de Florida, “las raíces de los árboles de Ficus microcarpa pueden extenderse hasta dos o tres veces el radio del dosel en suelos urbanos, especialmente en condiciones sin restricciones físicas”. Por su parte, Donald R. Hodel y Dennis Pittenger, en estudios para la Universidad de California, encontraron raíces de más de 1.25 cm de diámetro hasta a 1.80 metros del tronco, incluso con barreras radiculares instaladas.

En otras palabras: aunque se diga que el tronco no será tocado, las excavaciones profundas en el entorno inmediato ya representan una agresión letal al sistema que lo mantiene vivo.

Lo más alarmante es que, ante el reclamo vecinal, no se ha presentado ningún estudio técnico que respalde la viabilidad de conservar el árbol durante la obra. El viernes 15 de marzo de 2024, vecinos y funcionarios de la Alcaldía Benito Juárez, encabezados por Román Castro Esquivel, acudieron puntualmente a una reunión pactada para conocer los detalles del proyecto. El Director Responsable de Obra (DRO) había confirmado su asistencia esa misma mañana. Pero no llegó. Dejó de responder llamadas, y la empresa dejó plantados a todos.

Mientras tanto, la demolición avanzó, el cascajo se retiró y la maquinaria profundizó su trabajo. No hay dictámenes, no hay peritajes públicos, no hay vigilancia ambiental. Solo una promesa verbal que se vuelve cada vez más insostenible frente a los hechos.

Ni Laureano ni el colorín aparecen en la narrativa digital del proyecto, pero están en pie. Laureano, con su follaje amplio y su sombra intacta, sigue dando oxígeno y cobijo. El colorín, nativo y florido, aún embellece el costado del terreno. Los vecinos, conscientes de lo que está en juego, han documentado cada paso de la obra, han solicitado intervención de la Secretaría del Medio Ambiente, y han comenzado a recibir apoyo de colonias vecinas.

La Alcaldía Benito Juárez ha confirmado que no ha otorgado permiso alguno para derribo. Pero los antecedentes pesan. En otras obras de la misma demarcación, árboles centenarios han sido talados tras argumentar su deterioro a causa de movimientos “no intencionales”. Los vecinos temen que esa historia se repita aquí, con el agravante de que ni siquiera han intentado fingir transparencia.

Excavaciones, evdiencia. Fotos: Especial

El laurel de la India se llama así porque efectivamente es originario de la India, aunque también se encuentra en otras regiones de Asia y Australia. El término “laurel” puede referirse a diferentes especies, y en este caso, se utiliza para un tipo específico de árbol llamado Ficus microcarpa, también conocido como “Ficus de la India” o “Ficus de los jardines”. 

En Tlacoquemécatl del Valle, los árboles no son ornamento: son raíces de identidad. Laureano ha sido mencionado en columnas anteriores como símbolo vegetal de lo que queda de aquel pueblo originario. Su desaparición sería una pérdida irreparable para el ecosistema urbano y la memoria del barrio.

Porque no se puede hablar de “vivir Tlacoquemécatl” mientras se horadan sus raíces para construir lujo disfrazado de modernidad.

Y mientras tanto, la alerta ya hace eco hasta Narvarte. En esta parte de la colonia Del Valle, los vecinos comienzan a recibir la solidaridad allende las fronteras barriales. Porque defender a Laureano es también defender la ciudad que todavía puede resistir. Y están dispuestos a hacerlo: ya se disponen a recibir el apoyo de ambientalistas, expertos en arboricultura y defensores del patrimonio urbano que entienden que no se trata de nostalgia, sino de sobrevivencia.

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