DAR LA VUELTA / Las buenas conciencias
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Toros en ganadería. Foto: Especial
“Muchos tendrán la conciencia tranquila porque salvaron a los ‘pobres toros de lidia’ de un sufrimiento, sin saber que solamente dieron un paso hacia su eventual extinción”.
POR ERNESTO LEE
Vamos a suponer, por un momento, en un ejercicio de imaginación, que el gobierno de la ciudad decide que la festividad del Día de Muertos debe preservarse pero que debe hacerse bajo algunas nuevas reglas:
1) Las personas que acudan a los cementerios para estar con sus difuntos no podrán encender velas o veladoras, porque Protección Civil considera que representan un riesgo pues pueden producir un incendio y causar quemaduras a niños y adultos; 2) No podrán introducirse a los camposantos alimentos, preparados o crudos, porque los residuos de comida son generadores de fauna nociva (ratas, insectos y moscas); 3) Las flores que se lleven a los panteones deberán retirarse cuando las personas dejen el lugar, es decir, no podrán permanecer en las tumbas, porque además de generar basura al marchitarse, el agua con la que se colocan se estanca y es propicia para la reproducción de mosquitos portadores de dengue, actualmente un problema de salud pública por el número de casos reportados, establece la Secretaría de Salud.
También 4) No podrán colocarse puestos de alimentos, ambulantes o semifijos, en las inmediaciones de los cementerios porque obstaculizan el tránsito de peatones y vehículos, lo que ocasiona congestiones viales y puede provocar accidentes; 5) Los grupos musicales que deseen ofrecer sus servicios durante los días 1 y 2 de noviembre deberán registrarse previamente en cada una de las Alcaldías donde ejercen su trabajo, señalando el número de integrantes, sus datos completos y el horario en que prestarán sus servicios en el panteón; 6) Para seguridad de los visitantes a los cementerios, los horarios de visita estarán limitados a máximo una hora, para evitar aglomeramientos que pongan en riesgo la integridad de las personas; 7) Los cementerios permanecerán abiertos en un horario de 8:00 de la mañana a 23:00 horas, los días 1 y 2 de noviembre.
Exagero, es verdad. Pero creo que algo similar sucede con las nuevas disposiciones para la realización de corridas de toros en la Ciudad de México. No las prohíben, pero les quitan una parte esencial, que las desdibuja y vuelve otra cosa.
Hay, como en todo, defensores y detractores de las corridas de toros. En lo personal, no soy ningún experto ni conocedor del tema, pero las veces que asistí me permitieron entender el concepto de “Fiesta Brava” y porqué se habla del “arte de la tauromaquia”. Por lo mismo, lamento la decisión de las autoridades. Coincido con varios en que hizo falta escuchar los argumentos de quienes están a favor de las corridas de toros, tal y como deben de ser.
No puedo evitar recordar las disposiciones que se hicieron hace pocos años para evitar el supuesto maltrato a animal en circos y otros espectáculos, que en muchos casos solo hicieron que los animales tuvieran un prematuro, trágico y triste final.
Qué bueno que se defiendan los derechos de los animales, nadie puede estar en contra de eso, aunque la realidad siga siendo otra. El deporte nacional, la charrería, no es el mejor ejemplo de defensa de los derechos de los animales, ni qué decir de las carreras de caballos, peleas de gallos y hasta exposiciones caninas.
Seguramente que muchos tendrán la conciencia tranquila porque salvaron a los “pobres toros de lidia” de un sufrimiento, sin saber que solamente dieron un paso hacia su eventual extinción.