Ciudad de México, mayo 5, 2024 01:23
Reporte especial Revista Digital Agosto 2022 Vestigios

Los orígenes: Hay en Ciudad de México 141 Pueblos Originarios registrados oficialmente

Conservan características culturales y costumbres ancestrales

Benito Juárez cuenta con siete de ellos, hoy inmersos en la alcaldía de más alto nivel de urbanización y mayor Índice de Desarrollo Humano en la capital.

POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

A la llegada de los conquistadores españoles, en 1519, en Valle de México presentaba una visión alucinante, presidida por el gran islote donde se asentaba la Gran Tenochtitlan.  Las crónicas de la época, particularmente la de Bernal Díaz del Castillo, describen que además de  la capital del imperio mexica propiamente dicha, entonces habitada por unos 250 mil habitantes, había una serie de poblaciones ribereñas importantes como Azcapotzalco y Texcoco, así como numerosos asentamientos humanos menores.

“…Y de que vimos cosas tan admirables no sabíamos qué decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas, y veíamoslo todo lleno de canoas y en la calzada muchos puentes de trecho en trecho, y por delante estaba la gran Ciudad de México…”, escribió con evidente asombro Díaz del Castillo en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España.

Pueblo de Actipan. Foto: Francisco Ortiz Pardo

En aquel entonces, la ciudad central fundada por los mexicas en 1325 estaba conectada con la orilla del Lago de México –que entonces formaba un solo cuerpo de agua con los lagos de Texcoco y Xochimilco– a través de tres calzadas que aun ahora están entre los ejes principales de la metrópoli: la avenida de la Ribera de San Cosme-Tacuba al oeste; la Calzada de Guadalupe hacia el norte; y la Calzada de Iztapalapa hacia el sur, la cual es conocida en la actualidad como Calzada de San Antonio Abad.

Más de cinco siglos después, algunas de las poblaciones originarias de la ribera del lago sobreviven con sus características peculiares. Son los actuales Pueblos Originarios, así reconocidos oficialmente por las autoridades de la capital. En total, se tienen registradas 141 comunidades en las 16 alcaldías de Ciudad de México.

En el territorio que actualmente ocupa la alcaldía Benito Juárez, en el centro de la capital, existían al momento de la Conquista de México varias poblaciones importantes, entre los que destacaba Mixcoac. Había además otros asentamientos  menores cuyos habitantes estaban dedicados fundamentalmente a la agricultura, especialmente en el cultivo de maíz y frutales diversos, cuyo origen étnico era diverso: otomí, matlatzinca y por supuesto nahuatl. 

 A la fecha, siete de esas antiguas comunidades  de la cuenca de México ubicados en la alcaldía juarense se cuentan entre  los Pueblos Originarios registrados por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades  del gobierno de CDMX a través de su Programa de Apoyo a Pueblos Originarios (PAPO). Estos son: Actipan, Mixcoac,  Nativitas, San Juan Maninaltongo, San Simón Ticumac, Santa Cruz Atoyac, Xoco y San Lorenzo Xochimanca, aunque éste último ha sido recientemente catalogado como pueblo antiguo, otra categorización.

Templo de San Simón Ticumac. Foto: Francisco Ortiz Pardo

En todas ellas se mantienen formas autóctonas de organización religiosa como las mayordomías  y se conservan tradiciones  ancestrales como las fiestas patronales, que han pasado por el matiz del sincretismo para llegar a nuestros días como manifestaciones de veneración de santos católicos.

 La población y relativa importancia de esas poblaciones ribereñas explica el interés prioritario que los primeros misioneros, especialmente los franciscanos, dieron a la evangelización de esos núcleos humanos. Vestigios elocuentes de esa dedicación son diversas construcciones religiosas muy importantes, entre ellas el templo y convento de Santo Domingo de Mixcoac, la parroquia de Santa Cruz Atoyac y la capilla de San Lorenzo Mártir, en Tlacoquemécatl.

Danzantes durante la festividad de San Lorenzo. Foto: Rebeca Castro

Según la legislación que les dio reconocimiento, los Pueblos Originarios son aquellas localidades que históricamente se desarrollaron de manera independiente a la Ciudad de México, pero que han sido absorbidas por ella, como consecuencia del crecimiento de la metrópoli. La mayor parte de estas comunidades tienen su origen en la época prehispánica, y fueron fundados por grupos de filiación otomangue —como los otomíes, y matlatzincas y nahuas. En la actualidad, la mayoría de los pueblos originarios poseen topónimos de origen náhuatl, aunque en muchos de ellos se hablaba otomí, mazahua y matlatzinca en el momento de la Conquista.

Existen empero comunidades cuya estructura social actual las descartó para ser considerados como pueblos originarios, debido a la alta inmigración que ha destruido sus formas de organización e identidad tradicional. En otro lado el rompimiento se dio desde la llegada de los inmigrantes, los cuales en no pocos casos se hicieron de sus propiedades por medio de la invasión pacífica o violenta, como ocurrió en el Pedregal de Santo Domingo en Coyoacán y que es una práctica aun usada por grupos políticos.

Aunque podría suponerse por su antigüedad que se trata de poblaciones originarias, lugares como la Villa de Guadalupe, Santiago Tlatelolco o Tepito han quedado fuera de esa categoría. Es el caso también de nuestro San Lorenzo Xochimanca, en la colonia Tlacoquemécatl, a pesar de ubicarse en él una de las construcciones coloniales más antiguas de la capital, la ya mencionada capilla franciscana de San Lorenzo Mártir, erigida a finales del siglo XVI y declarada Monumento por el Instituto Nacional de Antropología Historia (INAH) desde 1932.

Plaza Gómez Farías, en San Juan Mixcoac. Foto: Francisco Ortiz Pardo

Precisamente este 10 de agosto, como todos los años desde hace cuando menos 200, según registros, se celebran las fiestas patronales de San Lorenzo Mártir en esa comunidad juarense. El festejo, al que todavía concurren antiguos habitantes del barrio que hoy residen en otros rumbos de la capital, incluye por su puesto la interpretación de las “mañanitas” al Santo por parte de los vecinos, así como actuación de danzantes, misas, visita de contingentes de otros Pueblos Originarios de la zona y por supuesto los fuegos pirotécnicos que culminan con el tradicional “castillo”, además de la vendimia y los juegos mecánicos que no pueden faltar.

Por cierto, otro de nuestros Pueblos Originarios, el de San Juan Mixcoac (Malinantonco, como se llamaba originalmente en lengua náhuatl este pueblo de raíces prehispánicas), tuvo fama en toda la ciudad de México por la destreza de sus coheteros, expertos en la fabricación de espectaculares “castillos” y otros juegos pirotécnicos, que eran “exportados” a otros barrios capitalinos. Ahí la fiesta patronal tiene lugar el 12 de diciembre, en honor de Nuestra Señora de Guadalupe.

En Santa María Tepetlalzingo, en la colonia Nativitas, la celebración anual ocurre el 8 de septiembre. En Actipan se venera a Santo Tomás de Aquino, cuya celebración patronal es el 8 de marzo. En el pueblo de Xoco, el 20 de enero se festeja a San Sebastián, su santo patrono. Santa Cruz Atoyac tiene dos celebraciones, igualmente importantes: el 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, y el 31 de julio, Santiago Apóstol, que es el santo patrono de esta comunidad, en la que se ubica por cierto el único panteón de Benito Juárez. Y en San Simón Ticumac, colonia aledaña a Portales donde hay un templo colonial también, la fiesta es el 31 de octubre.

En el pueblo originario de Xoco, contrastes. Foto: Francisco Ortiz Pardo

Mixcoac celebra su festividad cada 8 de agosto, en honor de Santo Domingo de guzmán. El templo data de 1648. El arco de la portería y el claustro del convento son de 1595. Originalmente  perteneció a los frailes franciscanos, sus constructores,  pero hacia el año de 1608 pasa a manos de los dominicos

Es interesante también la interrelación que existe entre los diferentes Pueblos Originarios de la alcaldía, cada uno de los cuales tiene sus propios estructura, estandartes y danzas. Por lo general, a la celebración patronal en cada uno de ellos asiste una representación de las que se ubican en las inmediaciones, con sus respectivos atavíos. También suelen invitarse mutuamente a las actividades culturales que se llevan a cabo en las diferentes comunidades o mayordomías. Valorarlas es la mejor manera de honrar nuestras raíces como sociedad, ciudad y comunidad.

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