Ciudad de México, abril 27, 2024 18:14
Francisco Ortiz Pardo Opinión

EN AMORES CON LA MORENA / Conciertos pospandémicos

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Van los capitalinos en busca del ´tiempo perdido’. Se beneficia un oligopolio del espectáculo.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

Después de la pandemia, la euforia. El encierro que las variantes del Covid-19 y el miedo prolongó, terminó con el desfogue. Fue en el mismo escenario del Vive Latino en que, en marzo de 2020, Andrés Calamaro advirtió como un profeta el momento en que el mundo cambiaría. Y todo cambió, efectivamente. Aunque algunas cosas no ocurrieron como se supondría, por ejemplo que esa forma de mirarse hacia adentro a la que el virus obligó perduraría como parte de una nueva vida en el planeta.

En aquella “última” vez –cuando ya todo se mide en un “antes” y un “después” de la pandemia—Leiva solitario tocó una guitarra eléctrica en una sala que fue montada sobre una de las tarimas. “Nunca lo voy a olvidar”, dijo a la vuelta, en marzo de este año, cuando en el mismo Vive se presentó con todos los músicos que faltaron a la cita original, alcanzados en España por la amenaza de la peste que poco más tarde habría de llegar a México. Nunca estuvo tan nutrido el festival como el más reciente, que desde más temprana hora vio llenarse los diferentes rincones dispuestos para los conciertos, el gentío en mareas que buscaban salir de un espacio para llegar a otro, tan apresuradamente como se pudiera. El viso de un nuevo canto que iría en pos del “tiempo perdido”.

Un regreso impresionante al afuera. Solo por poner un ejemplo: tan solo el sábado 9 de diciembre pasado, prácticamente al mismo tiempo se presentaban, con boletos agotados, Matute en la Arena Ciudad de México, Caifanes en el Palacio de los Deportes, Rock  en tu Idioma Sinfónico en el Teatro Metropolitan, Siddharta en el Foro Sol,  Mon Lafferte en el Teatro el Palacio de Bellas Artes, Mijares y Emmanuel en el Auditorio Nacional, y la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, ante unos 20 mil escuchas según el gobierno capitalino, en pleno Zócalo.   

Se trata de un fenómeno, efectivamente. Porque además, si se excluyen los conciertos gratuitos en el Zócalo, cuya producción es pagada con recursos públicos aunque no cobren los artistas, los precios no son nada populares. Ya por muy barato, 400 pesos en el cielo del Auditorio, en espectáculos de bajo costo de producción. Para el de Taylor Swift, en el Foro Sol, el acceso más barato fue de 936 pesos. Eso sin contar el sobreprecio –una reventa legal– que implica comprar en Ticket Master o Super Ticket, trátese de Ocesa o del consorcio Salinas Pliego, respectivamente.

Para que nos demos una idea más cabal, 900 pesos equivalen a 42 latas de atún, 64 latas de sardinas, 60 kilos de tortilla, 42 litros de leche, 562 bolillos…

Los hábitos de consumo superan por mucho las posibilidades de los chavos, al parecer, y uno no entiende cómo. Antes se decía que para ir al Vive Latino tenían que ahorrar todo el año, porque además consumir adentro bebidas y alimentos –porque no hay de otra— puede sumar fácilmente otro 30 por ciento de gasto.

En preventa, el Vive Latino que se realizará los días 16 y 17 de marzo del 2024, tienen un costo mínimo de 2,320 pesos por día

Contrastantemente, el boleto más caro para ver Depeche Mode en Barcelona, en marzo próximo, cuesta hoy, al tipo de cambio en México, 2,247 pesos. Ese fue el precio de un lugar intermedio en sus conciertos de este año en Ciudad de México.

Una nota de El Sol de México del 13 de febrero de este año documentó, con oficios obtenidos a través de transparencia, que ante la crisis provocada por la pandemia, Ocesa logró dos años antes un acuerdo con el gobierno de Claudia Sheinbaum para refrendar el permiso de uso del Foro Sol, el Autódromo Hermanos Rodríguez y los estacionamientos, por otros 10 años. “Es importante en una coyuntura donde la reactivación económica en estos tiempos será crucial en el año 2021, siendo que a través de un nuevo acuerdo se contempla la celebración de 3 seriales más (de Fórmula 1) durante los años 2020 a 2022”, se argumentó.

El boleto más barato para Taylor Swift costó 900 pesos, que equivalen a 42 latas de atún, 64 latas de sardinas, 60 kilos de tortilla, 42 litros de leche, 562 bolillos…

La vigencia de los Permisos Administrativos Temporales Revocables (PATR), son prorrogables hasta tres veces si el que lo ostenta cumple con todos los requisitos y pagos. “El permiso emitido en 2011 estableció que cada año Ocesa debe depositarle a la ciudad 30 millones 5 mil pesos anuales, que se actualizan con un avalúo”, puso el periódico.

El año previo a la pandemia, 2019, Ocesa le pagó a la ciudad 36 millones 952 mil pesos. Para 2020, el pago de la contraprestación disminuyó. En una carta enviada a inversionistas, la compañía CIE, dueña de Ocesa, les explicó que logró ahorros de 37 por ciento por la negociación de rentas y contraprestaciones por la operación de sus inmuebles, incluidos el Foro Sol, el Autódromo y el Palacio de los Deportes.

Ese año Ocesa desembolsó 25 millones 243 mil 804 pesos. Para 2021 el pagó aumentó. De acuerdo con las fichas de depósito pagó 45 millones 570 mil 56 pesos. “La realización del Gran Premio de la Ciudad de México de Fórmula Uno, realizado en el mes de noviembre, marcó la pauta de un exitoso último bimestre del año para la Compañía”, dijo Alejandro Soberón Kuri, director de CIE, a sus inversionistas.

Al cierre de 2022 la Ciudad de México recibió el pago de 46 millones 457 mil 852 pesos. La Secretaría de Finanzas explicó a este diario que el dinero recibido no se etiqueta y así puede canalizarse según las necesidades de gasto de la ciudad.

Si la tendencia de pago se mantuvo este año, por 46 o 47 millones de pesos (un porcentaje de incremento anual menor al de los precios al público), Ocesa habría hecho un negocio del tamaño que supera por mucho sus llenos del Gran Premio Fórmula 1 o los conciertos de Depech Mode (180 mil personas), RBD (260,000), Taylor Swift (232,000), Lana Del Rey (130,000), The Weeknd (130,000), Arctic Monkeys (130,000), Paul McCartney (120,000) y Blackpink (116,000). Échenle cálculos.

Por supuesto que ese acuerdo no incluye ninguna contraprestación para la promoción de eventos culturales en la capital, esto es, para la gente. Sí, en cambio, el gobierno de Sheinbaum pagó a Ocesa, a través de la Secretaría de Cultura,10 millones 500 mil pesos por los conciertos de Rosalía y Los Fabulosos Cadillacs en el Zócalo, según documentó Reforma el 12 de junio. Eso sí que es negocio redondo.

De acuerdo con el INEGI, en el último año el 48.7 por ciento de la población mexicana mayor de 18 años asistió por lo menos una vez a un concierto, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). “La gente puede vender un riñón con tal de ir a un concierto”, me dice una amiga con ácido humor.

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