Ciudad de México, abril 26, 2024 18:25
Revista Digital Marzo 2021 Cultura

Danzando en casa y desde el video

Con la llegada de la pandemia, los bailarines y coreógrafos también se han visto forzados a reinventarse y hoy ensayan a distancia a través del “zoom” y realizan montajes con producción visual para ser transmitidos por la red.

POR MARÍA O’REILLY

Nos encontramos cumpliendo un año de cuarentena en el que, entre muchas otras actividades, la danza ha sido confinada al hogar de sus creadores. Con el cierre de recintos culturales: teatros, museos, universidades y escuelas de arte, la danza también ha tenido que reinventarse y buscar un formato que le permita llegar a su público.
         

Esto se ha logrado gracias a las tecnologías digitales de comunicación; si bien la danza en video o video danza no es reciente (sus primeros registros datan del siglo XIX con la bailarina y productora Loïe Fuller, quien como pionera del género, realizó una danza pintando su tela con la iluminación del teatro, capturándola con la cámara cinematográfica y añadiendo posteriormente color a sus fotogramas en blanco y negro para conservar el efecto logrado en vivo – “Serpentine Dance”) lo que es innegable es que durante el 2020 y a la fecha, ha habido un claro florecimiento de esta forma de arte y comunicación por compañías con una sólida trayectoria e infraestructura como el San Francisco Ballet, La Ópera de París, el Staatsballett Berlin entre muchas otras a nivel mundial y en México, la Compañía Nacional de Danza y el Taller Coreográfico de la UNAM con una prolífica generación de contenidos virtuales.

El mismo fenómeno se ha dado entre bailarines y creadores que decidimos emprender y experimentar en esta nueva (para mí) forma de creación. A falta de foros, ha sido para muchos una ventana de conexión. El escenario que vivimos a nivel mundial desde hace un año es devastador; las pérdidas humanas, la incertidumbre económica, el duelo propio de las circunstancias que se viven y la dificultad del confinamiento, son elementos que fácilmente derivan en la depresión y a nosotros como creadores nos corresponde innovar y mantenernos vigentes.
 

A raíz de este universo circunstancial y emocional, desarrollé en mayo del 2020 la coreografía para video Inercia de un Encierro, estrenada el mismo año en la plataforma del TCUNAM y en las redes de la compañía ArTaller. La protagonista (en este caso yo) camina como un animal enjaulado sin hallar la salida por mucho que ésta se encuentre frente a ella. Lo que se pretende reflejar en la obra es un encierro que va más allá de lo físico. El confinamiento puede acentuar un estado mental y emocional del cual nos hacemos prisioneros. ¿Cuántas veces no le damos vuelta a un problema, a un dolor o a una preocupación sin poder vislumbrar alguna alternativa? Permanecemos sumidos en un círculo vicioso que es difícil romper para convertirlo en virtuoso.


Al crear esta coreografía no pude evitar recordar el absurdo de la maravillosa película El Ángel Exterminador, de Luis Buñuel: los personajes están frente a la puerta y ninguno se atreve a cruzarla. Para mí el encierro ha significado una lucha constante conmigo misma, es una especie de dualidad entre aprender lo más posible del momento que estamos viviendo y la exploración de nuevos campos con la actividad que conlleva.

Inercia de un Encierro fue una especie de medicina ocupacional, abracé el reto de mi primera video danza (la exploración sobre una silla fue muy entretenida) y resultó ser una experiencia sumamente enriquecedora; desde el intercambio creativo con el camarógrafo e iluminador, hasta el desarrollo del movimiento para los diferentes encuadres, la selección de tomas para la edición y la transformación de mi espacio en un set de filmación. El proceso me mantuvo ocupada cuatro meses y lo agradezco profundamente; de hecho hemos recibido muy buenos comentarios desde su estreno. Generar contenidos virtuales comienza a ser una tarea cotidiana en nuestra disciplina.

Hoy agradezco la invitación del Centro Cultural Los Talleres para participar en su  temporada Soliloquios el 5, 6 y 7 de marzo para la cual creamos Evocaciones…delirio en el encierro. Obligados por la cuarentena a ensayar y danzar separados (por Zoom),  esta es una obra en la que no hay contacto, en la que la pérdida de seres queridos y un año de encierro se reflejan en la nostalgia, soledad, delirio y ansiedad de los personajes que privados del abrazo, se refugian por un instante en sus recuerdos. Se presenta por su canal de Youtube como es cada vez más habitual.

El mismo fenómeno se ha dado entre bailarines y creadores que decidimos emprender y experimentar en esta nueva (para mí) forma de creación. A falta de foros, ha sido para muchos una ventana de conexión.

Por ahora es la única forma; sin embargo en lo personal, no sé hasta qué punto seguirá la danza el camino virtual; es claro que una fuerte corriente evolucionará por ese sendero. Se están haciendo producciones de alto nivel con drones en exteriores logrando resultados espectaculares y no descarto hacer más trabajos de este tipo; en mi compañía buscamos mantenernos a la vanguardia y generar contenidos que sean un incentivo para el público.

Por otro lado, me da un poco de temor que el público habituado a la inmediatez del internet no regrese en su totalidad a los teatros, aunque en definitiva nunca será lo mismo el disfrute de una obra en vivo al de una virtual. Desde mi punto de vista, no se puede comparar la emoción de apreciar una obra de arte como un cuadro de Van Gogh o una escultura de Rodin en un museo, a ver su imagen plasmada en la página de un libro o en una pantalla. La obra de arte interpretada y apreciada en vivo (música, teatro y danza) genera un intercambio energético entre el artista y el espectador con su conducente respuesta emocional; esta conexión no se suple con la pantalla ni con las transmisiones por Internet.

Adicionalmente y no menos importante: habrá que explorar las modalidades del formato virtual como opción económica para los artistas y posiblemente, también replantear las producciones artísticas para esta plataforma. Con la vasta oferta gratuita de cultura y espectáculos disponibles en la Web, la competencia es enorme y es difícil que el público elija la compra de boletos electrónicos de espectáculos de pequeño formato; los ingresos por taquilla han bajado drásticamente y el volumen de compra de boletos virtuales todavía no es lo suficientemente sólido para convertirse en una opción. Queda un largo camino por recorrer. La pandemia ha golpeado muchísimas actividades que han tenido que reinventarse para permanecer y la danza no es la excepción.


*Es bailarina del Taller Coreográfico de la UNAM. Directora de la compañía ArTaller. Beneficiaria del Programa Creador Escénico B 2020 – 2021 del Sistema de apoyos a la creación y a proyectos culturales (Fonca).

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